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óscar b. de otálora
Martes, 26 de abril 2016, 01:01
La iconografía que preside los encuentros entre el Rey Felipe VI y los partidos políticos en las hasta ahora fallidas conversaciones para formar Gobierno no puede ser más vasca. El primer cuadro al que se enfrentan los representantes de las formaciones es el puerto de ... Pasaia en el siglo XVIII. El segundo, tras pasar junto a un tapiz dedicado a Alejando Magno, es la bahía de La Concha, en la misma época. Los dos, obra del pintor Luis Paret y Alcázar. Cómo llegaron hasta allí esos cuadros no es ningún misterio. El propio Rey Juan Carlos I pidió que estas obras, pertenecientes al Patrimonio Nacional, fuesen cedidas para ser colocadas en la Sala de Audiencias de La Zarzuela. El motivo que llevó al Monarca a tomar esta decisión no está claro pero, según distintas fuentes, quizás Juan Carlos I reclamó los lienzos en recuerdo de su infancia en la capital donostiarra, donde cursó sus estudios antes de pasar a las academias militares.
El autor de los dos cuadros, Luis Paret y Alcázar, está considerado uno de los grandes exponentes del Rococó español pero dos episodios de mala suerte se cruzaron en su vida. El primero fue su destierro a Puerto Rico en 1775 ordenado por el Rey Carlos III, en castigo por unos enredos sentimentales en los que su compañero de aventuras había sido el infante Don Luis. Su segundo problema es que convivió en su época con Goya, cuya altura artística eclipsó al resto de artistas de su generación. Paret tiene obra en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, ciudad en la que vivió durante siete años, al regresar del Caribe, y desde la que viajó para pintar una serie de cuadros sobre puertos vascos, colección de la que proceden las dos obras de la Sala de Audiencias.
Los cuadros de temática vasca son difíciles de identificar ante otra imagen que les empequeñece y que se ha convertido en el verdadero icono de los saludos entre el Rey y los líderes políticos. Se trata del tapiz 'Historia de Alejandro', un paño del siglo XVI que representa el momento en el que griego que dominó el mundo de su tiempo se dispone a viajar a Asia para iniciar la conquista de todos los países al Este de Grecia. La imagen puede ser un buen augurio, aunque de cara a la formación de Gobierno no está teniendo éxito. En principio, se trata de imágenes inspirada en las obras de Plutarco.
Sin duda, la mayor alegoría se encuentra en dos de las esculturas de un artista anónimo del siglo XVIII que están situadas en la sala de Audiencias, bajo los cuadros de temática guipuzcoana. Representan al caballo volador de la mitología griega, -Pegaso- cabalgado en un caso por Mercurio y en otro por La Fama. Deberían ser signos propicios pero por ahora no están funcionando.
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