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Olatz Barriuso
Viernes, 22 de abril 2016, 00:22
En un clima ya netamente electoral, con unas generales muy probablemente en puertas y unas autonómicas a la vuelta de la esquina, los líderes de los partidos vascos constataron ayer los vientos «de cambio» que soplarán en el nuevo Parlamento de Vitoria y el escenario « ... abierto» en el que se disputarán los próximos comicios. Una realidad distinta que, en todo caso, obligará a alcanzar pactos «entre diferentes» que pueden propiciar «nuevas mayorías» no necesariamente traducidas en acuerdos de gobierno sino también en alianzas estratégicas en la Cámara que alumbren políticas «de progreso» o que empujen en favor del derecho a decidir.
En un debate nocturno en ETB como colofón a la encuesta de la televisión pública vasca que vaticina un contundente triunfo del PNV con 27 escaños y un empate técnico a 15 entre EH Bildu y Podemos, las fuerzas con representación parlamentaria en la actualidad y el partido morado coincidieron en describir la situación política como cambiante y volátil.
«Euskadi es diferente, también en lo político», apuntó el líder del PNV, Andoni Ortuzar, con tono de evidente satisfacción por los optimistas pronósticos, mientras Hasier Arraiz, de EH Bildu, ponía el foco en la «oportunidad» para ensamblar «nuevas mayorías» y en la tendencia «ascendente» de la izquierda abertzale tras el enorme batacazo del 20-D. En términos parecidos se expresó la debutante secretaria general de Podemos, Nagua Alba, que apuntó que los vascos decidirán en las urnas si quieren «más de lo mismo», en alusión a las políticas del PNV, o «un cambio real» y hasta Gorka Maneiro, de UPyD - a quien todas las encuestas pronostican su desaparición y sus sustitución por un diputado alavés de Ciudadanos- se mostró convencido de que «las cosas están cambiando». «La política vasca se remueve», opinó el popular Borja Sémper, igual que José Antonio Pastor, que advirtió de que el nuevo mapa político abrirá «una geometría de pactos muy variable».
En definitiva, todos dibujaron un panorama incierto, aunque interesante, en el que la cuestión de los pactos será capital y asunto prioritario de la campaña. Un terreno sensible que alentó los roces y las pullas cruzadas en la mesa, especialmente contra Podemos, en condiciones de alterar el patio por su doble condición de fuerza de izquierdas de ámbito nacional pero además, y como novedad, favorable al derecho a decidir, los dos posibles ejes que podrían revolucionar las actuales ententes.
«Desearía que Podemos no haga de monaguiillo de los nacionalistas en el derecho a decidir», lanzó Pastor, que dejó claro cuál será la línea de ataque de los socialistas a la formación morada, uno de sus más serios competidores. «Nuestra prioridad son los derechos de la gente, no los de los territorios. Me gustaría saber qué opina Podemos», insistió el parlamentario socialista, al que Alba replicó que no es necesario «elegir».
Taparse los ojos
Para la líder morada, escoger socio no es una cuestión «de siglas» sino de «proyecto de futuro». Aunque reconoció que Euskadi no está «tan mal como Madrid o Valencia» sí acusó al PNV de «taparse los ojos y las orejas como si aquí no pasara nada» en lugar de dar solución a cuestiones lacerantes como la crisis del acero o el desempleo juvenil. Arraiz sí sugirió en todo momento una posible alianza con Podemos - «queremos gobernar para garantizar todos los derechos sociales y laborales, todas las libertades democráticas y el derecho a decidir», recalcó- pero evitó poner el énfasis en el desalojo del PNV como hace Podemos para disgusto de su posible candidata.
Ortuzar, por su parte, se dedicó a explotar la versatilidad del PNV como socio y, aunque es conocido que sus planes pasan por cerrar un Ejecutivo de coalición con el PSE, insistió en que los jeltzales «no descartan a nadie» para gobernar porque han demostrado que pueden pactar «con todos» y recordó a Alba que Pablo Iglesias propone como «algo revolucionario» un sistema de RGI menos avanzado que el que ya disfruta Euskadi. Sémper, por su parte, lamentó que el PNV haya protagonizado una legislatura «plana» en la que no han pasado «cosas» más allá de la reivindicación de un proyecto «agotado y autocomplaciente». Arraiz le recordó dos, que se apuntó en el haber: la Ley de Vivienda y la Ley Municipal.
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