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óscar b. de otálora
Lunes, 7 de marzo 2016, 01:41
Arnaldo Otegi versus Pablo Iglesias. El sábado comenzó el enfrentamientos entre EH Bildu-Podemos que, sin duda, definirá una parte de la campaña de las futuras elecciones vascas. Pero esta confrontación es también la batalla entre el carisma de dos políticos que pugnarán por captar ... el voto de un amplio sector de la población cuya característica esencial es el descontento. Dos dirigentes con una visión similar sobre la necesidad de poner contra las cuerdas el sistema, pero con un pasado muy distinto que les permite disponer de relatos divergentes. Y ambos, con retos muy distintos ante su inmediato futuro.
Los primeros escarceos se produjeron el pasado sábado, en el velódromo de Anoeta, durante el primer acto político de masas que la Izquierda abertzale puso en marcha para recibir a Otegi tras su salida de la cárcel. El líder excarcelado le ofreció a Iglesias -como cabeza visible de la «nueva izquierda española»- un pacto para «democratizar» la vida política, que incluye el apoyo al independentismo en Euskadi. Fueron palabras de guante blanco, que Iglesias replicó poco después. «Va a ser que no», zanjó. «Estoy orgulloso de ser español y claro que mi patria se puede democratizar... No somos independentistas, pero no me parece mal que los haya y que podamos debatir», sentenció.
Pero Podemos , ayer mismo, fue algo más lejos. En unas declaraciones del diputado de este partido por Bizkaia, Eduardo Maura, insinuó que quizás Otegi no se ha enterado de lo que ha sucedido en España y Euskadi en los últimos dos años. «Cada vez hay más avances en material social y territorial» indicó antes de recordarle cuál es la realidad política. «Existe una fuerza política que apuesta por el derecho a decidir y por los derechos sociales en claves muy avanzadas, que es primera fuerza en Cataluña, primera fuerza en Madrid, segunda fuerza en Galicia y Valencia». «Los términos del debate y la manera en la que se hace política a nivel estatal ha cambiado», replicó Maura a Otegi.
Cerrar filas
El partido de Pablo Iglesias corre con el viento a favor en Euskadi, donde ha entrado de ello en los caladeros tradicionales de la izquierda abertzale con un discurso muy focalizado en la «casta», la corrupción y los efectos de la crisis económica, más algunos guiños al derecho a decidir y al acercamiento de los presos de ETA. Las encuestas y las sucesivas citas con las urnas muestran un espectacular aumento de los respaldos a la formación morada, que ha desembarcado con fuerza en las instituciones vascas. EH Bildu, por contra, perdió en las elecciones municipales y forales mayo gran parte de sus feudos de poder -entre ellos, la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento de San Sebastián- y se desplomó en las generales del 20 de diciembre ante el empuje de Podemos. Como dato simbólico en Mondragón, un feudo histórico de la izquierda abertzale, Podemos ganó en las generales.
El lastre de esta formación es cada día mayor. El último sondeo del Gobierno vasco sobre las elecciones autonómicas previstras para otoño, difundido en febrero, dibujaba el siguiente escenario: el PNV ganaría con 24 escaños y Podemos sería la segunda fuerza en el Parlamento, con 18, por delante de la coalición soberanista (15), que perdería seis representantes. El PSE obtendría 9 y 8 el PP, ambos en una inquietante cuesta abajo.
Otegi, el previsible candidato a lehendakari de EH Bildu según todos los indicios, tiene como misión frenar la fuga de votos que sufre su organización y cerrar filas en una izquierda abertzale sumida en el desconcierto que, en documentos de debate como Abian, -el último que ha hecho público Sortu-, reconoce que «las cosas se han hecho mal». ¿Su carisma y gancho electoral serán suficientes para frenar esa sangría? Con una izquierda abertzale sumida en la necesidad de girar su discurso hacia lo social, aunque sin olvidar sus planteamientos independentistas y sobre el «proceso de paz», ¿tendrá tirón entre los jóvenes desencantados un mensaje en sus labios más volcado en la lucha contra el paro, los desahucios o la defensa de los servicios públicos, en medio del 'huracán Podemos' que ha sacudido el tablero político vasco? Iglesias, por contra, tiene todo por ganar. Sus marcas personales, además, son radicalmente distintas. El líder abertzale tiene una trayectoria que le ha obligado, desde que el pasado día 1 salió de la prisión de Logroño, a reconocer errores del pasado y a volver a referirse a los presos de ETA.
Iglesias, mientras tanto, habló en euskera en el Congreso en el debate de investidura, aludió a la plurinacionalidad, esgrimió su mensaje más reivindicativol y, además, utilizó uno de los argumentos más recurrentes de la izquierda abertzale como es el de la guerra sucia, cuando acusó a Felipe González de tener las manos manchadas de cal viva, en referencia al secuestro y asesinato de los miembros de ETA Lasa y Zabala, un atebntado de los GAL. El máximo responsable de Podemos utilizó todas las cartas de la baraja. El secretario general de Sortu, sólo una.
La consultora de comunicación política Itziar García no duda a la hora de considerar a Otegi «la vieja política» frente a la nueva forma de enfrentarse a lo público que representa Pablo Iglesias. «Otegi está hablando de lo que ya no interesa a nadie. Desde que ETA dejó de atentar, el interés de la sociedad por las cuestiones relacionadas con la violencia ha bajado en picado así que su mensaje, por lo menos desde que salió de la cárcel, se está caracterizando por centrarse en asuntos que pertenecen a un pasado del que nadie quiere hablar». En este sentido, distingue entre el papel que tendrá Otegi en Sortu del que deberá ejercer en EH Bildu. «Quizás en Sortu tenga capacidad de actuación, pero en EH Bildu, que es una coalición en la que también está Alternatiba, hay votantes que sin duda tienen más simpatías por Pablo Iglesias que por Otegi». Pero García destaca otro punto a tener en cuenta en esta pugna con respecto a los retos que tendrá que asumir el dirigente abertzale si finalmente es nombrado candidato a lehendakari «Todo parece indicar que Podemos va a presentar como cabeza de lista a una mujer; y eso sí es nueva política, muestra mucha más modernidad que una candidatura liderada por Otegi», añade.
Ataques a Pablo Iglesias
Pero las historias de ambos, además, crean unos escenarios muy diferentes. La de Otegi, de 57 años, es lo bastante conocida: su pasado como miembro de ETA en los años 80, sus acuerdos con el PNV en los años 90 tras el Pacto de Lizarra, su negativa a condenar el terrorismo durante años y su encarcelamiento por refundar Batasuna. Pero tiene una ventaja sobre el actual mascarón de proa de la izquierda abertzale, Hasier Arraiz. En el análisis sociológico sobre la población juvenil realizado por el Gobierno vasco el año pasado, este último era el político vasco menos conocido por los menores de 30 años, por debajo incluso del parlamentario de UpyD Gorka Maneiro.
El rostro de Otegi, mientras tanto, forma parte de la historia reciente de Euskadi. Pablo Iglesias, de 38 años, profesor de la Universidad Complutense, no se ha mezclado nunca con la gestión, algo que le puede restar imagen de experiencia pero que también le absuelve del desgaste del poder. Es un tertuliano brillante, con una retórica punzante que puede llegar a ser despiadada y una imagen insistentemente juvenil. La televisión le ha metido en todos los hogares de España. También en los de Euskadi.
En ese contexto, la consultora de comunicación política Itziar García no duda a la hora de considerar a Otegi «la vieja política» frente a la nueva forma de enfrentarse a lo público que representa Pablo Iglesias. «Otegi está hablando de lo que ya no interesa a nadie. Desde que ETA dejó de atentar, el interés de la sociedad por las cuestiones relacionadas con la violencia ha bajado en picado así que su mensaje, por lo menos desde que salió de la cárcel, se está caracterizando por centrarse en asuntos que pertenecen a un pasado del que nadie quiere hablar».
En este sentido, distingue entre el papel que tendrá Otegi en Sortu del que deberá ejercer en EH Bildu. «Quizás en Sortu tenga capacidad de actuación, pero en EH Bildu, que es una coalición en la que también está Alternatiba, hay votantes que sin duda tienen más simpatías por Pablo Iglesias que por Otegi». Pero García destaca otro punto a tener en cuenta en esta pugna con respecto a los retos que tendrá que asumirel dirigente abertzale si finalmente es nombrado candidato a lehendakari «Todo parece indicar que Podemos va a presentar como cabeza de lista a una mujer; y eso sí es nueva política, muestra mucha más modernidad que una candidatura liderada por Otegi», añade.
Con respecto a Pablo Iglesias, García destaca que su imagen en Euskadi es inmejorable. «Cada vez que se le ataca desde Madrid por cuestiones como sus relaciones como Venezuela o con esas historias del 'todo es ETA', su imagen en el País Vasco mejora», advierte la experta. En relación con esta apreciación hay un vídeo en 'Youtube', dentro de las grabaciones del programa La Tuerka, en el que Iglesias acude a una herriko taberna a dar una charla. La conferencia, grabada en 2013, comienza con la siguiente frase: «En el coche me he dado cuenta de que venía con un polo de la bandera de España republicana. Es como... qué pelotas tienes de irte a una herriko taberna con esa camisa, me he dicho. Pero es la bandera de los españoles que defendemos el derecho de autodeterminación. Cuando finalmente os vayáis y decidáis como pueblo, os echaremos muchos de menos». Tal y como explica García, esta imagen puede resultar chocante al sur del Ebro, pero no en Euskadi. «Cada ataque a Pablo Iglesias por estos temas mejora su imagen en el País Vasco», resume.
El politólogo donostiarra Iván Redondo, socio fundador de la empresa de comunicación política Redondo & amp; Asociados Public Affairs Firma, cree que el enfrentamiento entre las formaciones de Otegi e Iglesias polarizará la batalla por el liderazgo de la izquierda en Euskadi, aunque vaticina un escenario mucho más complejo. «Existe esa pugna por la izquierda, pero también se luchará por ser el líder del nacionalismo. La tarea de Bildu no será sólo hacer frente a la fuga de votos hacia Podemos sino también a un sector de su electorado, mayor de cincuenta años, que se pasó al PNV porque apostaba por la opción de voto útil nacionalista». Mientras que a Otegi los frentes, según este análisis, se le van a multiplicar, el partido de Pablo Iglesias tiene una misión más sencilla. «Hay un factor que no se tiene en cuenta. En Euskadi Ciudadanos no existe o, mejor dicho, es una escisión del PP. Pero para los votantes que desean el cambio, Podemos es la única opción», manifiesta.
Redondo, que ha realizado varias encuestas sobre estos aspectos, exhibe datos sociológicos para mostrar el terreno en el que se moverán la batalla entre la izquierda abertzale y el partido de los círculos. Esta última opción, según sus estudios, es bien acogida entre lo que denomina la 'generación de la democracia', personas que han nacido con la Transición ya avanzada y que suponen el 37% del censo. El politólogo destaca además que EH Bildu es la primera fuerza entre los estudiantes, según los sondeos, mientras que Podemos lidera a los parados, pero también a aquellos que tienen un empleo pero quieren un cambio. El experto se atreve a vaticinar cuáles serán los ejes en los que se puede desarrollar la campaña electoral de este año. «Podemos tiene todo por ganar. Si consigue crear un mensaje de transversalidad, de voto útil, hasta puede ser el referente del constitucionalismo». «EH Bildu puede aspirar a pocas opciones», continúa Redondo. «Tiene fuerza entre los 18 y los 35 años, además de su voto habitual». En este ejercicio de prospección, Redondo cree que la campaña de las próximas autonómicas se centrará en un ataque constante de EH Bildu y Podemos al PNV «para intentar partirle en dos» pero no prevé una lucha entre los seguidores de Otegi y los de Pablo Iglesias. «Saben el riesgo que corren desgastándose entre ellos cuando deben mirar hacia otros caladeros», agrega.
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