![Colau, del piquete a la patronal](https://s3.ppllstatics.com/elcorreo/www/pre2017/multimedia/noticias/201602/23/media/colau.jpg)
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óscar b. de otálora
Miércoles, 24 de febrero 2016, 01:59
No es lo mismo predicar que dar trigo. A Ada Colau se le ha caído encima este antiguo refrán castellano como si estuviera labrado en mármol. La alcaldesa de Barcelona ha pasado de estar en frente de los piquetes de huelga a arremeter contra los ... trabajadores y acusarles de «actuar de forma desproporcionada». El punto de giro es el Mobile World Congress, el gran certamen mundial de la telefonía móvil, que reúne a 100.000 asistentes en la capital condal, un evento que supone unos ingreso de 468 millones de euros. Unas jornadas en las que la movilidad en la ciudad es clave para que la avalancha de visitantes a la capital cataluña no sucumba ante un colapso constante.
En este sentido, Ada Colau se enfrenta a una situación en la que su reputación como líder municipal global se pone en entredicho por la huelga organizada por los trabajadores del metro de Barcelona. Algunos efectos han sido inmediatos, aunque todavía de carácter simbólico. El consejero delegado de GSMA, John Hoffman, máximo responsable de la todopoderosa asociación de las compañías fabricantes de telefonía móvil, no asistió a la inauguración del congreso para hacer público el malestar con la huelga. Según se ha sabido, esta agrupación expresaba el malestar de muchos de sus asociados que vieron como la presentación pública de algunos de sus productos estrella -inversiones millonarias que dependen de la publicidad para amortizarse- contaban con menos afluencia de la prevista ya que la huelga de transportes había bloqueado los accesos a la Feria.
«Políticas de la vieja escuela»
Colau se había implicado personalmente en las negociaciones con los sindicatos para intentar resolver sus reclamaciones laborales. En su haber tenía el haber liderado en el pasado las suficientes reivindicaciones sociales como para que se le visualice como un mediador favorable, algo que desengrasa cualquier diálogo. Pero ha sucedido todo lo contrario.
Los sindicatos han acabado criticando todas y cada una de sus iniciativas. En un primer momento solicitó que se suspendiera la convocatoria de huelga antes de sentarse a negociar. A los sindicatos esta petición les sentó fatal y les llevó a endurecer más sus posturas de fuerza. Cuando todo falló, Ada Colau cargó contra los sindicatos y -con una táctica que parece de voladura de puentes- hizo públicos los salarios de los trabajadores al desvelar que cobraban una media de 33.000 euros. Los representantes de los trabajadores le acusaron entonces de «aplicar políticas de la vieja escuela», una afrenta amarga para una abanderada de la nueva izquierda.
Y es que a Colau se le está recordando estos días su pasado en los movimientos sociales, en los que apoyó huelgas y boicots... sin exigir la proporcionalidad que ahora reclama a las centrales. En 2014, por ejemplo, llamó a boicotear la FNAC con motivo del día de Sant Jordi, en el que es tradicional en Cataluña regalar un libro y en el que la cadena multiplica sus ventas. De forma paradójica, el sindicato al que ella apoyo en las movilizaciones contra este establecimiento, la CGT, se ha negado a hablar con ella con motivo de la huelga del metro.
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