Creo que los expertos en encuestas e incluso los analistas en general tienden a interpretar los datos electorales desde un excesivo condicionamiento por el statu quo preexistente, lo que no es sino una expresión más de nuestra dificultad genética para entender desde esquemas consolidados los ... fenómenos emergentes y más aún los cambios de paradigma.
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El rotundo éxito de Podemos en las elecciones generales está siendo interpretado por algunos comentaristas y algunos medios de comunicación en el sentido de que se trataría de una especie de préstamo coyuntural hecho por los votantes de EHBildu, una interpretación que se está extendiendo con bastante éxito y que está calando entre la ciudadanía, impulsada por creadores de opinión que van desde el nacionalismo hasta la derecha española más rancia, empeñados todos ellos en convertir a Podemos en deudor de los independentistas.
Discrepo de dicha interpretación. Y no lo hago porque la considere radicalmente falsa. De hecho, tiene una pequeña, aunque muy pequeña parte de verdad. Y en cambio, esa pequeña parte de verdad se interpreta desproporcionadamente, en el mejor de los casos, como consecuencia de esa tendencia a entender los fenómenos desde el statu quo. En análisis electoral, esto se traduce en una propensión, inconsciente muchas veces, a concebir el electorado de los partidos como un colectivo estable, ideológicamente cohesionado y que decide su voto casi exclusivamente por cuestiones programáticas o, en general, ideológicas. No es este el espacio para desarrollar adecuadamente este argumento, pero es evidente que ese tipo de explicaciones resulta reduccionista. Y creo que no se puede analizar el triunfo de Podemos sin tener en cuenta los cambios de tendencia, incluso el cambio de paradigma que representó también en Euskadi el 15M, especialmente para una generación; y sin entender también la existencia de electorados fronterizos, además de la pluralidad de los grupos que constituyen el colectivo de votantes de cada partido y las diversas razones ideológicas y no ideológicas sobre las que se articula la elección del voto.
Pero en este momento del partido conviene desmontar cuanto antes la falacia reduccionista de que el incremento del voto de Podemos procede de EHBildu. Lo único de verdad que posee dicha falacia es que una parte del incremento, procede de un electorado fronterizo que, de haber sido otro el escenario electoral, podría haberse inclinado en otro sentido. Pero a partir de ahí, el resto del argumento del préstamo es falso y a los hechos me remito.
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No cabe duda de que en la Comunidad Autónoma Vasca el escenario de unas elecciones generales es el más propicio para las opciones estatales, y el de las elecciones locales, el más propicio para las nacionalistas (aunque por circunstancias históricas excepcionales, las generales de 2011 fueron muy propicias para Amaiur). Partiendo de esta constatación, veamos qué cambios de voto han experimentado Podemos y EHBildu entre las elecciones anteriores (municipales y forales) y las últimas. En las forales, Bildu obtuvo 242.431 votos en la CAV y en las generales ha obtenido 183.611. En un mal escenario, con una campaña centrada en cuestiones estatales, ha dejado de obtener la cuarta parte de los votos obtenidos hace unos meses en el escenario que le era más proclive. Lo que indica que no hay ningún desplome de dicha fuerza, ni ninguna fuga masiva. Sólo que la cuarta parte de quienes hace unos meses decidieron que para el ámbito local esa era la fuerza que mejor les representaba, han decidido que para el estatal lo es otra. Nada digno de mención. De hecho, el PNV ha sufrido también una sangría parecida (ha perdido 58.694 votos, frente a los 58.820 perdidos por EHBildu).
Vayamos ahora con Podemos. Para Podemos, el escenario de las locales y forales era el peor (recién articulado en el ámbito vasco y decidiendo en el último momento concurrir a las forales y además, sin hacerlo a las municipales). Pues bien, en el peor de los escenarios, Podemos obtuvo 148.626 votos. Y en el mejor, ha obtenido 316.441. Un incremento de 167.815, frente a los 58.820 perdidos por EHBildu. Por tanto, aún suponiendo que el cien por cien de esos votos hubiera ido a Podemos, sólo se justificaría con ello una tercera parte del incremento.
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En resumen, no hay ninguna base para sostener que el incremento de voto de Podemos se entienda como préstamo del mundo de Bildu. En cambio, sí es razonable pensar que una parte de ese incremento procede de un electorado fronterizo que no necesariamente habría votado igual si hubieran sido unas elecciones de ámbito diferente. Por otra parte, a día de hoy, no tenemos datos seguros para saber en qué porcentaje se puede atribuir la fuga del 25% de voto de EHBildu al mal escenario y en qué medida a una eventual continuidad en la tendencia a la baja en los meses transcurridos desde las anteriores elecciones.
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