Por primera vez los parlamentarios de Sortu han accedido a un acto público de reconocimiento de víctimas realizado por el Parlamento Vasco. El acto quería reconocer a «todas» las víctimas, y como ese «todas» tiene un significado diferente para cada partido, Sortu también ha acudido. ... El PNV y el PSE hacen, probablemente, una lectura bastante similar de ese «todas»: se trata de quienes han perdido la vida a manos de ETA (la inmensa mayoría) y de quienes fueron eliminados por la brutalidad policial o de grupos de extrema derecha (muchos menos y de hace más tiempo). Básicamente se trata de eso, de que la sociedad no olvide lo que ha sucedido en este país en el último medio siglo. Bildu estira un poco más la goma: un terrorista de ETA que muere porque le explota una bomba o porque cae en un tiroteo con la policía, o incluso quien muere en un accidente cuando va a visitar a un preso es también «víctima del conflicto». Aunque no se lo acaben de creer del todo, es evidente que el conflicto da para mucho. Bueno, supongo que los parlamentarios de Bildu tenían ayer algo de eso en mente cuando Arraiz depositaba, junto al resto de representantes, una flor blanca frente a un pebetero. Con todo, aun con esas reservas, me parece importante que sigan dando algunos pasos hacia la normalidad de una sociedad que hace tiempo no se deja engañar ni engatusar por palabras que van adquiriendo significados distintos según semanas del año. Es importante que en algo tan básico como es el reconocimiento público de quienes han sido sometidos a una violencia extrema de forma tan gratuita, cada vez más agentes se pongan de acuerdo. Lo de ayer tuvo una alta carga simbólica.
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Sorprenden por eso que el PP y UPyD hagan la guerra por su cuenta en un día tan señalado. Alfonso Alonso afirmaba en otro acto de homenaje a las víctimas celebrado también ayer, que no es conveniente mezclar a las víctimas con otras violencias ni con sus victimarios. Y que por eso no consideraba oportuno incorporarse al acto organizado por el Parlamento. Es un grave error: solo él y quienes le acompañaban visionaban esa mezcla. Mezclar víctimas no es devaluar a las víctimas del terrorismo, porque la historia nos ha demostrado que el terror tiene caras diferentes. Y que las víctimas son eso, víctimas, nada hay que mezclar. Que las hermana la tremenda injusticia que se ha cometido con ellas y sus familias. Que las equipara el sufrimiento causado por otros. Las demás consideraciones están fuera de lugar. Ver así las cosas no es juzgar lo sucedido desde la equidistancia, sino desde la cercanía que toda víctima, con independencia de quien haya sido la responsable de la injusticia cometida, merece. Una cercanía a la que tiene derecho y que todo gobernante está obligado a manifestar.
Los periódicos mostraban ayer la foto de Sara Buesa y Pili Zabala abrazadas recibiendo un premio otorgado por Begoñazpi. ¿Puede alguien que no sea más papista que el Papa pensar que una de las dos sobra como víctima en esa foto? ¿Tenemos derecho a hacerlo sin cometer de nuevo otra grave injusticia? ¿Hasta cuándo se va a permitir esta sociedad distinguir de forma tan exquisita víctimas de primera y de segunda? Debe tener cuidado el PP en seguir usando este tema, como lo ha hecho durante demasiados años, para movilizar al electorado. Basta de tanta frivolidad. El Día de la Memoria debe recordar, como nos lo señalaba la presidenta del Parlamento, «a todas y cada una de las víctimas, sin excepción». Sin excepción.
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