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antonio santos
Martes, 27 de octubre 2015, 02:23
Víctimas de la Guardia Civil, de la represión franquista, de la Audiencia Nacional, de la dispersión, de las torturas, del sistema penitenciario... ETB-2 emitió el pasado domingo en horario de prime time el documental Ventanas al interior (Barrura begiratzeko leihoak), un largometraje de hora ... y media en el que cinco realizadores retratan el «plano humano» de tres miembros de ETA, de un condenado por colaborar con la banda a través del diario Egin y de una joven encarcelada por formar parte de Segi. La cinta, que en ningún momento utiliza las expresiones terrorismo o asesinato, presenta a varios de los protagonistas como «militantes de ETA» y define a los cinco como «presos políticos».
El trabajo fue elaborado en 2012 y entonces ya levantó una importante polvareda. La Delegación del Gobierno presentó varias denuncias contra el Ayuntamiento de San Sebastián, entonces gobernado por Bildu, por haber concedido una subvención de 9.000 euros a la productora Zinez y por haber cedido el Teatro Victoria Eugenia para dos pases privados. En todos los recursos el delegado del Gobierno, Carlos Urquijo, aludía a que el trabajo podía vulnerar la ley de víctimas.
El documental busca, según una nota de prensa de la radio televisión autonómica, mostrar «a los presos como lo que son: personas normales». En concreto, aborda la situación de Mikel Albisu Antza, uno de los antiguos jefes de ETA y en la actualidad portavoz, junto a su mujer Marixol Iparragirre, del colectivo oficial de presos; de Jon Ugarte Zinkunegi Pelotas, del que el vídeo dice que fue detenido en 1987 y condenado por «tenencia de armas y explosivos y por participar en sabotajes» -no alude a que se le relacionó con un comando legal-; de Gotzone López de Luzuriaga, etarra «condenada por colaboración necesaria en la muerte de un militar español»; de Irati Tobar, detenida por formar parte de Segi y que huyó al País Vasco francés cuando supo que le iban a detener; y de Jesús Mari Zalakain, condenado dentro del macrojuicio 18/98 por formar parte del consejo de administración del diario Egin.
Las «muertes» del Estado
La cinta está realizada en euskera y fue emitida con subtítulos en castellano. El mensaje es contundente desde el arranque. Una voz en off explica cómo en 1959 surgió ETA y cómo, en medio siglo de historia, la banda ha «matado» a 829 personas y secuestrado a otras 79. Recuerda también que «muchos» han tenido que llevar escolta. Frente a estos datos, el trabajo asegura que «en el mismo periodo» el Estado ha detenido a 21.000 personas, provocado 474 muertos por la represión y que 10.000 personas han denunciado torturas.
El relato a continuación lo ofrecen los propios protagonistas de la historia o sus familiares. Sin referencias a la actividad delictiva. Aludiendo a todos ellos por su nombre de pila: Mikel, Jon, Gotzone, Irati y Jesús. El único momento en el que aparece una leve referencia al pasado terrorista se registra al final de la cinta cuando se aborda el caso de Antza, del que se recuerda que en los años 80 creó el grupo literario Susa o que en 1985 organizó la fuga de la cárcel de Martutene de los etarras Joseba Sarrionandia e Iñaki Pikabea -«un trabajo impecable»-. El realizador de esta parte, Eneko Olasagasti, viejo conocido de Antza, habla de los preparativos de la visita que le realizó en una cárcel cercana a París. Evoca cómo, después de dos décadas sin verse, deberían hablar en algún momento de «la lucha armada y tu implicación». Hablar «de la parte fea», del «dolor». Mientras tanto la cinta representa al dirigente etarra como un padre de familia que, a pesar de su clandestinidad, acudía «siempre que se le avisaba» a las reuniones del colegio de su hijo en el sur de Francia -fue detenido cuando el chico tenía 8 años- o cómo la familia que le había alquilado la casa donde vivía con el pequeño y su esposa sufrieron un «shock terrible» al presenciar el arresto. «Para nosotros -dicen- no eran terroristas; no eran fanáticos».
El «dolor» de las familias está presente en buena parte del documental. Ugarte Zinkunegi, que cumplió 16 años de cárcel, lamenta cómo se perdió la infancia del mayor de sus cuatro hijos y cómo ha podido disfrutar más de los otros tres. Sin que en ningún momento asome autocrítica alguna, este exrecluso justifica su entrada en ETA porque «desde joven me he encontrado con la Guardia Civil y siempre me han puesto las manos encima».
En su caso, como en el del resto, todos están sometidos, según la cinta, a la persecución de la policía, de la justicia y de la represión española. Una imagen de los presos que ayer, en el consejo de administración de EiTB, criticó uno de sus miembros. Iñaki García Arrizabalaga, vocal de la OCU y víctima del terrorismo, censuró a Maite Iturbe por la difusión de un documental en el que, en su opinión, se describe a unos reclusos encarcelados por «una causa injusta» y no se habla de los damnificados.
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