La conciliación en Ajuria Enea

La decisión del lehendakari alimenta otro debate que afecta a la calidad de vida de las personas y la gestión de las responsabilidades parentales

Iñigo Lamarca

Sábado, 17 de octubre 2015, 22:51

Ha sido noticia que el lehendakari Urkullu haya anunciado que cuando acabe su jornada laboral se irá a su casa de Durango, en lugar de permanecer en el palacio de Ajuria Enea, con el fin de poder conciliar mejor sus responsabilidades con su vida familiar. ... Me parece una decisión acertada y loable porque quienes se ocupan de gestionar la cosa pública tienen derecho a la vida familiar y, por su parte, sus parejas así como sus hijas e hijos tienen también derecho a ello. Resultan, por consiguiente, fuera de lugar y sorprendentes las críticas que ese anuncio ha generado. Ajuria Enea seguirá siendo la residencia del lehendakari, allí pasará la mayor parte de su tiempo y allí recibirá habitualmente a las autoridades. La separación en espacios físicos diferentes entre la actividad asociada al ejercicio de un cargo público y la vida personal y familiar es, pues, algo que debe ser valorado positivamente o, al menos, que no debería merecer reproche alguno. Las tecnologías de información y comunicación permiten, además, que se puedan atender y gestionar muchos asuntos de trabajo de cualquier responsable político desde cualquier lugar. En otro orden de cosas, cabe decir que la decisión de Iñigo Urkullu en modo alguno afecta a la capitalidad de Vitoria-Gasteiz, donde se ubican las sedes de todas las instituciones comunes vascas, con excepción del Tribunal Superior de Justicia y de la EHU-UPV, porque el lehendakari seguirá ejerciendo sus funciones en la ciudad capitalina, que, dicho sea de paso, ha conseguido un reconocimiento unánime con el paso del tiempo. Atrás quedaron los debates que hubo cuando se constituyó la Comunidad Autónoma Vasca y hoy día la capitalidad de Vitoria-Gasteiz está más que asentada. En suma, ¿a quién le importa dónde duerme el lehendakari?

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La decisión del máximo dirigente del País Vasco bien podría servir para alimentar otro debate, el relativo a la conciliación entre la vida personal o familiar y la laboral, un tema que tiene más importancia y trascendencia de la que creemos, no sólo porque afecta a la calidad de vida de las personas y de las familias sino porque es un factor determinante para decidir ser madre o padre y para la gestión de las responsabilidades parentales. Hay ayudas públicas para la conciliación y algunos convenios laborales recogen, asimismo, algunos derechos para el ejercicio de la maternidad o la paternidad. Pero todo ello es claramente insuficiente. El mundo laboral está cambiando de manera vertiginosa y podemos constatar que se está implantando una dualidad cada vez más acusada entre dos grupos de trabajadores. En lo tocante a la conciliación, aquellos trabajadores y trabajadoras por cuenta ajena y los empleados públicos con contratos estables pueden ejercerla de manera razonable. Pero hay un segundo grupo, cada vez más numeroso, constituido por trabajadores con contratos precarios o con horarios laborales inestables o irracionales y por aquellos otros que trabajan por cuenta propia (autónomos), para quienes la conciliación es una quimera. Las consecuencias de esta sinrazón saltan a la vista: muchos jóvenes no se atreven a dar el paso para ser madres o padres o para tener más hijos, y aquellos que los tienen tiran en muchos casos de los abuelos para su cuidado.

El último informe extraordinario que presenté como ararteko, en junio del año pasado, lleva por título Políticas de apoyo a las familias en Euskadi: análisis y propuestas. El citado informe da cuenta, entre otras muchas cosas, de las políticas relativas a la conciliación que existen en los países más avanzados de Europa. Es una pena que el Parlamento aún no haya debatido ese informe tras más de un año. El conocimiento acumulado durante el tiempo en el que he sido ararteko me lleva a subrayar la importancia capital de todo lo relativo a las políticas familiares, incluida la conciliación. En consecuencia, creo que urge un debate a fondo poniendo sobre la mesa todas las cuestiones, diversas y complejas que resultan concernidas. Habría que hacerlo desde un prisma transversal e integral, mejorando la eficiencia de la coordinación interinstitucional e interadministrativa y abordando necesariamente los siguientes temas: los horarios laborales, el calendario escolar, la educación 0-3 años, las licencias y permisos laborales para todos los trabajadores, las ayudas públicas, los recursos para la atención domiciliaria a las personas con algún grado de dependencia, la ampliación del espacio sociosanitario y la mejora de sus recursos, la atención a las especificidades de los diversos tipos de familia (mencionaré, por su singularidad y porque son cada vez más, a las reconstituidas, las numerosas, las monoparentales, las homoparentales y aquellas con hijos con necesidades especiales), la formación de las personas cuidadoras, y la organización de los tiempos y espacios extraescolares.

Disponemos de una ley de apoyo a las familias y de un decreto que regula las ayudas a la conciliación. Se han hecho experiencias piloto en la Administración vasca para el teletrabajo; hay convenios que recogen licencias de maternidad y paternidad más allá de las prescripciones legales o la posibilidad de jornada reducida y de jornada flexible para madres y padres. Pero todo ello es insuficiente porque no beneficia a todas las personas, porque no se están obteniendo los resultados pretendidos y porque no aborda la totalidad de las cuestiones que habrían de ser tenidas en cuenta con el fin de posibilitar realmente la conciliación entre el trabajo y la vida familiar y personal. Nos jugamos mucho en los retos planteados en torno a la conciliación.

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