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La equivocación

Había trazado la raya de la dignidad mucho más arriba del lugar que le correspondía. Me hizo recapacitar la reacción entusiasta de los dirigentes de Bildu a la ponencia de Arantza Quiroga

Pello Salaburu

Miércoles, 14 de octubre 2015, 20:25

En la ceremonia de despedida del escultor Néstor Basterretxea que se celebró en la iglesia desacralizada de Zorroaga en San Sebastián en julio de 2014 coincidí con Arantza Quiroga. Estábamos en la parte trasera, junto a la pared, y en un momento determinado me volví ... hacia ella y le hice un comentario en voz baja: «¡Menudo lío tenéis en el partido!». No era, quizás, un saludo adecuado, ni en aquel momento ni en ningún otro, pero lo cierto es que siempre he asociado la figura de esa mujer, con acierto o no, a problemas internos en la formación política. «Pues ya ves, alguien se tiene que hacer cargo en momentos problemáticos y decidí hacerlo». O algo así me contestó mientras su mano cogía la solapa de mi chaqueta. En aquel instante me dio la impresión de que esa obligación, tan sacrificada como íntima, de hacerse cargo de la formación no conciliaba con la difusa idea que tenía yo de una mujer joven, madre de cinco hijos, que abandona de forma súbita su baja por maternidad, deja al recién nacido en la cuna y se presenta corriendo, aquí estoy, en cuanto Antonio Basagoiti anuncia su decisión de marcharse a México.

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