Ni siquiera imaginación
Desempolvar la Ley de Consultas para marcar al PNV denota que la fábrica de ideas de Sortu atraviesa horas bajas
Alberto Ayala
Miércoles, 9 de septiembre 2015, 02:26
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Alberto Ayala
Miércoles, 9 de septiembre 2015, 02:26
Sortu no lleva un buen año. En la izquierda abertzale asoman disidencias y en las elecciones de mayo la coalición que lidera la marca heredera de Batasuna, EH Bildu, recibió un serio toque de atención del electorado. Ello, unido a la falta de aliados para ... pactar, se tradujo en una significativa pérdida de poder, pese a lograr por primera vez la Alcaldía de Pamplona y a entrar al Gobierno navarro de Uxue Barkos.
Cada ciudadano es un mundo, como las razones por las que en un momento dado decide apoyar a una fuerza política o no hacerlo. Pero a estas alturas parece evidente que si la izquierda abertzale se dejó en mayo un buen puñado de votos fue por, al menos, tres razones.
De una parte, por la pérdida de frescura de la marca cuatro años después de su irrupción, sobre todo en contraste con partidos emergentes como Podemos. Por su forma de gobernar, con demasiadas exhibiciones de soberbia. Y la más importante, aunque no sé si la que le ha costado más votos: por su tozuda resistencia a entender que para ser uno más en el club de los demócratas debe hacer autocrítica y condenar el apoyo que dio en el pasado a los violentos, sin acudir a circunloquios y frases hechas para evitar proclamarlo alto y claro.
El verano suele ser buen momento, además de para descansar, para recargar baterías y refrescar ideas. No parece que haya sido el caso de Sortu. No en el capítulo ETA, en el que la izquierda abertzale sigue erre que erre sin querer dar el paso, pese a la paciencia de Ortuzar y Urkullu para persuadirles. Y tampoco en el de las iniciativas, si todo lo que se les ha ocurrido es plantear, otra vez, una Ley de Consultas para que el pueblo vasco se pronuncie sobre su futuro en 2016.
Adanismo
El adanismo, ya saben el hábito de comenzar una actividad cualquiera como si nadie la hubiera ejercitado anteriormente, no es una práctica demasiado aconsejable ni en la vida ni en la política. Al portavoz del Gobierno de Urkullu le faltó ayer tiempo para recordárselo al presidente de Sortu, Hasier Arraiz, después de que éste anunciara su iniciativa en Radio Euskadi.
Josu Erkoreka, siempre presto al marcaje al gran adversario de su partido, el PNV, se apresuró a recordar a Arraiz que su propuesta es cualquier cosa menos novedosa y que sólo una de las ocho parlamentarias de EHAK apoyó en 2008 el proyecto de Ley de Consultas del exlehendakari Ibarretxe cuando la llevó al Parlamento en plena deriva soberanista jeltzale. La marca de la izquierda abertzale lo hizo así porque era el mínimo imprescindible para que prosperara.
El portavoz fue más allá. Resaltó que el Gobierno central impugnó la norma vasca ante el Tribunal Constitucional, que finalmente la declaró ilegal. El lehendakari y el PNV acataron el fallo. Otro tanto hizo hace un año con la norma catalana, aunque Mas convocó la seudoconsulta del 9 de noviembre.
EH Bildu hace ya tiempo que abrazó la vía catalana en contraste con la apuesta del PNV por un nuevo Estatuto. En otras palabras, que respalda la ruptura con España diga lo que diga la ley, mientras los jeltzales, hoy por hoy, siguen decididos a jugar la partida del autogobierno dentro de la legalidad.
Sacar del cajón de la historia la Ley de Consultas es buscar un atajo, no precisamente imaginativo, para intentar poner en dificultades al partido de Ortuzar y Urkullu ante su electorado más abertzale. Si da o no resultado se verá en las urnas.
De momento, el PNV parece tener claro el camino y resulta del todo improbable que la estratagema de Sortu le haga cambiar. Cuestión diferente es que circunstancias internas (fracaso de las negociaciones para el nuevo estatus) y/o externas (Cataluña) le hagan cambiar de opinión. Pero eso ya es política ficción.
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