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La jornada de Todos los Santos, cuando miles de vizcaínos peregrinan a los cementerios para rendir tributo a los familiares y allegados fallecidos, debía servir para recordar y homenajear a todos aquellos que se fueron en silencio, sin poder ser despedidos, por la pandemia del ... Covid. La añeja tradición suele envolver las frías sepulturas de un manto de ofrendas y oraciones justo cuando la tierra se asoma a un nuevo invierno. Pero el miedo y la alarma sanitaria apagaron el ritual y los cementerios, a los que solo pueden acudir los vecinos de la localidad en la que se sitúan y los de municipios colindantes, no registraron la afluencia habitual en este día.
La Policía Municipal vigiló los accesos a los camposantos para servir de apoyo a los trabajadores que controlaban el aforo en caso de ser necesario, para evitar posibles aglomeraciones y garantizar las medidas sanitarias. En Madrid, se controlaron con drones. En Portugalete, se tomaba la temperatura a los visitantes. Pero en los camposantos de Bilbao y de Getxo, dos de los más grandes, los agentes no tuvieron que actuar ni solicitar a nadie su identificación. No hizo falta.
La jornada de Todos los Santos es cuando el cementerio de Bilbao recibía más visitas. Más de 3.000. Pero en él reinaba el silencio, solo roto por el estruendo de los aviones, también contados. La pandemia se ha cobrado 478 muertos en la ciudad, pero los bilbaínos tenían prohibido el acceso. Solo pudo ser visitado por vecinos de Derio y de localidades colindantes. Voluntarios de Cruz Roja daban a los visitantes una hoja con recomendaciones, como usar mascarilla en todo momento y no permanecer en las instalaciones más de 45 minutos. Casi no había flores frescas en las lápidas, cuando el año pasado rosas, margaritas, helechos, dalias y crisantemos adornaban los sepulcros, y ayer solo había dos puestos de venta – una quinta parte de lo habitual– en la entrada.
Mario Iceta, que dejará dentro de un mes Bilbao para ponerse al frente del arzobispado de Burgos, ofició la misa en la capilla como es tradición a mediodía, aunque esta vez solo ante seis fieles a los que dio directamente la Eucaristía. Durante su sermón, tuvo un recuerdo para todas las víctimas de la pandemia que se marcharon sin la presencia de sus familiares, aunque dijo que «no estaban solas, porque el Señor no las abandonó». Llamó a la esperanza, porque «no nos ha creado para la muerte y el sufrimiento, sino para la vida y la plenitud», y pidió que Dios acogiese a los fallecidos. Fue una misa especial, la última de Todos los Santos que ofició en Derio. «Con tanta gente que ha muerto este año en circunstancias dolorosas e inesperadas, para cuidar a los que están aquí enterrados, en nombre y representación de los que no han podido venir y para honrar a los vecinos y sus familiares», dijo.
Entre los pocos fieles que asistieron estuvieron Félix Martínez y su madre, de Derio. Hasta que se desanexionó de Bilbao en 1982, los vecinos también eran enterrados aquí, pero a partir de esta fecha, el Ayuntamiento tuvo que construir su propio camposanto en otra parte. «Este año está siendo tristísimo. Antes se llenaba esto de gente. Ahora todo está vacío», lamentó. Amaia López y su madre, Luisa María León, también residentes en esta localidad, acudieron a visitar a un familiar.
«Para nosotras es un día de recuerdo y de celebración. Venir al cementerio no significa tristeza, sino alegría. Esta gente también ha sobrevivido en su día a guerras y pandemias y todo pasa», expuso Amaia. Hubo quien decidió escaparse, como una adolescente de Txurdinaga que acudió con sus hermanos y un precioso ramo blanco para ver a su abuelo, fallecido dos años antes. «Le quiero muchísimo», apuntó.
El cementerio de Getxo también recibió menos afluencia, aunque mucha más que el de Derio. El Ayuntamiento contrató a una empresa de servicios para regular la entrada, sin que se registraran aglomeraciones en ningún momento. Se veían más flores frescas, pero aun así los agentes, que suelen habilitar como parking una campa cercana que estaba vacía, explicaron que se respetaron las recomendaciones y que no tuvieron que solicitar a nadie el DNI. María López, una vecina de Algorta que fue a ver a su madre y a su hermana, que falleció en 2001, se congratuló de no haber faltado a la cita con la memoria. «Mi hermana tenía parálisis cerebral y la echo mucho de menos. Siempre venimos este día, en Navidad y en su cumpleaños», dijo.
2.153 víctimas ha causado la pandemia en Euskadi entre marzo y el pasado domingo. Bilbao es la ciudad más afectada, con 478 fallecidos por o con el virus.
Sin aglomeraciones Se prohibió visitar cementerios fuera de la localidad de residencia o la colindante.
Medidas de seguridad Se reforzó la seguridad, se marcaron caminos con flechas e incluso se tomó la temperatura.
Para las floristerías es una campaña para olvidar. Félix Caballero, dueño de la Floristería Arantza de Algorta, acudió junto a su mujer a visitar a su padre, que falleció hace 12 años. «Es una visita obligada», dijo. «Si normalmente hay 100 ramos encargados, hay 15. La gente tiene miedo y otras personas no pueden venir». En Derio las cosas no fueron mejor. «No dejan venir a los familiares y llevamos semanas trabajando en los centros. Contraté a cuatro personas, y hemos pagado el género con antelación. Nos han hundido en la miseria», dijo la productora Enedina Madariaga, que tiene un invernadero en Alonsotegi. A las once de la mañana solo había vendido un ramo de margaritas y un centro. «Tremendo».
La imposibilidad de acercarse al cementerio de Derio por las restricciones de movimientos debidas a la pandemia privó ayer a muchos vizcaínos de un ritual anual muy arraigado. Desde la unidad parroquial de ElCarmen, en Bilbao, anunciaron que los feligreses podrán acercarse hoy a la misa de las 19 horas y depositar sus ramos frente al altar. Asimismo, si acuden con algo de tiempo, podrán dirigirse al párroco para que diga el nombre de sus familiares en la Eucaristía. Esta medida se hace extensiva a las iglesias de La Inmaculada yelPilar, que pertenecen a la misma unidad parroquial. La Iglesia celebra el Día de Todos los Santos el 1 de noviembre y, al día siguiente, se conmemora el día de Todos los fieles difuntos. Ese es el motivo por el que este entrañable recuerdo se realizará hoy en lugar de ayer.
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