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Euskadi ha comenzado a acoger a refugiados del barco 'Aquarius'. El portavoz del Gobierno autonómico, Josu Erkoreka, ha reconocido que la pasada noche llegaron al País Vasco los ocho primeros refugiados del contingente de 629 personas que desembarcaron en Valencia hace ... algo más de una semana. Se encuentran en «buen estado de salud» y han sido alojados en pisos de Bilbao, Vitoria y Tolosa. Una labor de la que se está ocupando CEAR Euskadi en colaboración con el Ejecutivo.
El portavoz del Gabinete Urkullu ha asegurado que los refugiados «han tenido una acogida tranquila» y que todo el traslado se ha llevado a cabo «con la máxima discreción» y «en total coordinación» con el Gobierno de España. En este sentido, ha recordado que Euskadi «es un país pequeño y con capacidades limitadas», pero está «decidido y comprometido a ayudar a estas personas que han llegado en situación de extrema necesidad». El Ejecutivo autonómico ya anunció su voluntad de acoger al menos a 65 personas procedentes del Aquarius.
Los pasajeros del 'Aquarius' se suman al otro medio centenar de inmigrantes llegados aBilbao ayer por la mañana, procedentes de distintos puntos de la costa andaluza por las numerosas pateras que estos días están cruzando el Estrecho, según confirmó una portavoz de Cruz Roja en Bizkaia. Sólo en los dos últimos fines de semana se estima que hayan podido llegar a España tres millares de personas.
La ONG asegura que los migrantes que recalan en la capital vizcaína se encuentran en tránsito hacia Francia. Aquí les ofrecen «ayuda humanitaria» para que puedan proseguir su camino. Cruz Roja reconoce que este último grupo «es de los grandes», pero insiste en que en la última década han recibido un constante goteo de personas provenientes del continente africano en busca de una oportunidad en Europa y que su respuesta es «siempre la misma».
Algunos de los jóvenes africanos que ayer merodeaban por la oficinas de la ONG en la trasera de estación de Abando -lucían a modo de uniforme el mismo chandal negro- habían llegado a Almería en cayucos. Otros recalaron en Tarifa hace aproximadamente «seis días», según explicaron a este periódico. Habían cruzado la península en autobús y en tren y no pocos pasaron la noche al raso en Bilbao. La mayoría proceden de Camerún, Senegal y Guinea-Conakry. No consta que ninguno haya solicitado «protección internacional», según indican desde la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).
Tambo Enmanuel Signe llegó hace seis días a Tarifa. De origen camerunés y lengua francesa, 'wasapea' con el móvil mientras atiende a los periodistas con una sonrisa. Lo que más le preocupa es dónde va a dormir hoy. Se refugia del sol de justicia que calentaba ayer a la villa bajo la sombra de un árbol, en la trasera de la estación del Norte. Cuenta que cruzó el Estrecho en un pequeño bote y que ha llegado a Bilbao «en bus». De su misma nacionalidad es Epante Berti. Puso un pie en Tarifa el pasado viernes. Procedía de Marruecos, y no tenía intención de marcharse de la capital vizcaína. «No have money, no have bed, no have food» (no tengo dinero, no tengo cama, no tengo comida), decía en inglés mientras se comunica con alguien a través del móvil. El resto fueron agrupados de seis en seis y trasladados a otros puntos, algunos hacia Francia.
Fuentes policiales explican que ésta va a ser la tónica general «durante todo el verano»: los que cruzan el Estrecho «aprovechan las corrientes y el buen estado de las aguas, sin turbulencias», que se dan en esta época. «Son víctimas de las mafias, que se aprovechan de que es el sueño de sus vidas e hipotecan a sus familias», afirman. Las organizaciones que trafican con personas parecen haber descartado la vía italiana para volver a centrarse en las costas españolas. Una vez que pisan tierra y son detectados, se les identifica y reseña, ya que no portan documentación. Aquí comienza el procedimiento de expulsión. Mientras se resuelve, deberían quedan internados en un centro de internamiento (CIES), pero en la actualidad están completamente «saturados», por lo que se les deja «en libertad ambulatoria, ya que no han cometido ningún delito». Pueden moverse por todo el territorio nacional. Cuando la Administración aprueba la repatriación, es necesario además que los países de origen documenten a sus ciudadanos, lo que no siempre es posible: algunos ni siquiera tienen embajada en España. Un último escollo para la repatriación lo representa el medio de transporte, generalmente avión. Tiene que dar su consentimiento el piloto, por lo que «expulsar a un subsahariano resulta prácticamente imposible», indican fuentes conocedoras de la situación.
En los últimos días, estos migrantes están llegando por decenas a Bilbao. El miércoles de la semana pasada, a primera hora de la mañana, Ertzaintza y Policía Municipal se sorprendieron ante la presencia de una treintena de jóvenes centro-africanos con las bolsas rojas de Cruz Roja a la espalda. Acababan de llegar en autocar a la Termibús. Acompañados por personal de Cruz Roja, iban a ser trasladados en otro autobús para alcanzar la frontera con Francia, su destino deseado, aunque algunos de ellos fueron vistos horas después en el barrio de Bolueta.
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