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Tal vez ninguno de ellos protagonice una historia tan inesperada como Samir Lahdou, reconvertido ahora en taxista y emprendedor, pero entre los otros 13 concejales salientes del anterior mandato municipal en Bilbao hay casos de todo tipo. La mayoría de ellos cuentan seis meses después ... con nuevas responsabilidades, ya sea en cargos públicos o en sus correspondientes profesiones, aunque también los hay con peor fortuna y que continúan en busca de una oportunidad de trabajo tras al menos cuatro años en el pleno del Ayuntamiento.
Son pocos los que siguen ocupando puestos políticos propiamente dichos. Eso sí, casi todos mantienen algún tipo de vinculación con sus respectivos partidos, especialmente ayudando a sus sucesores en el grupo con mociones y enmiendas. No en vano, los exediles que han aceptado participar en este reportaje coinciden en que la política local «engancha» tanto que resulta difícil desconectar incluso habiendo dejado el acta.
Dicen que lo que más echan de menos es «el trato con la gente» y la posibilidad de ayudar desde dentro. Por el contrario, prefieren no recordar aquellos maratonianos plenos de doce horas de duración, que ahora se han reducido al haber un grupo político menos. Algún que otro nostálgico, sin embargo, confiesa que de vez en cuando se cuela en el 'streaming' para ver a sus compañeros.
Su caso es tal vez el más llamativo, aunque no es la primera vez que un concejal ha pasado a asumir responsabilidades en el estamento inmediatamente inferior. La que fuera edil delegada de Atención Ciudadana, Participación y Distritos es ahora la directora de ese mismo área, bajo la batuta de Oihane Agirregoitia. Esgrimió «motivos personales» para justificar su ausencia en las listas electorales del PNV.
Era uno de los pocos supervivientes de la era Azkuna y finalmente fue apartado de las listas electorales del PNV. «Me ha sorprendido que el partido no cuente conmigo para las municipales», confesó en este periódico. El exconcejal de Seguridad Ciudadana ha regresado a su puesto en la Policía Municipal, el cuerpo en el que ingresó en 1990 procedente de la Ertzaintza tras licenciarse en Químicas.
El exconcejal de Acción Social no se veía con fuerzas de repetir en el cargo cuatro años más: «Veía que me iba a costar llegar al final del mandato. Era hora de dejar paso a los jóvenes». Jubilado oficialmente desde junio, sigue colaborando con entidades sociales como Unicef y Lantegi Batuak, y en las últimas semanas ha recibido varios reconocimientos por su trayectoria: «Me producen muchísima emoción».
Tras el cese de la anterior Corporación, la exportavoz de EH Bildu estuvo un mes en el paro hasta que le llamaron para cubrir una baja como administrativa en los juzgados de Getxo: «Estoy contenta porque tengo buenos horarios. Puedo ir a buscar a mi hija a la escuela». Mientras tanto, continúa preparando oposiciones de arquitecta y representa a la coalición en el consejo de Viviendas Municipales.
Aún no había terminado el mandato municipal cuando le llamaron para cubrir una vacante como técnica de igualdad en el Gobierno vasco: «Tengo la suerte de dedicarme a lo que siempre he hecho y querido». Acostumbrada ya a ir y venir todos los días de Vitoria, reconoce que su labor como concejala le sirvió para conocer mejor la Administración y confiesa que sigue viendo algunos puntos de los plenos.
Tras veinte años como concejal del PSE en el Ayuntamiento, el sentimiento es bastante comprensible: «Cuesta mucho desconectar de la vida municipal. Sigo viviendo en Bilbao y la gente todavía me para, es inevitable». El exedil de Vivienda es ahora director de Turismo y Hostelería en el Gobierno vasco, una actividad «apasionante» en la que, eso sí, reconoce que aún le falta «mucho por aprender».
La que fuera concejala adjunta de Movilidad y Sostenibilidad vive su segunda etapa en el Gobierno vasco: fue directora de Derechos Humanos con Patxi López y ahora lo es de Justicia: «Es un ámbito más cómodo para mí y encima ya conocía a la gente». Reconoce igualmente que cuenta con menos presión que en el Ayuntamiento: «Ahora vivo con menos tensión, aunque haciéndolo lo mejor que se puede».
«Mi puerta giratoria ha sido la cola de Lanbide», ejemplifica la exedil de Udalberri, que no ha podido volver a su anterior trabajo como guía cultural. Mientras busca empleo, oposita para ser profesora de Historia y Geografía, realiza su tesis doctoral y colabora en la recuperación de la memoria de la histórica galería Aritza: «Estoy desempleada, que no en paro, aunque he ganado en tranquilidad».
El regreso del exportavoz del PP a la empresa privada, con varios proyectos que no han cuajado, ha sido duro: «Pensaba que todo iba a ser más fácil. Hay un momento en el que me quería comer los higadillos». Finalmente, está a punto de comenzar en una empresa de marketing y llena el tiempo libre entre su familia, su cargo como vocal en La Bilbaína y un poco de actividad física diaria.
Si el lector continúa identificándola en las fotos de 'La Mirilla' es porque no ha dejado de acudir a actos, ahora de manera profesional. La exedil más mediática trabaja en una empresa de servicios auxiliares para la organización de eventos. «Es un ámbito que me gusta y que me permite seguir encontrándome con la misma gente», dice tras abandonar la política al sentirse «decepcionada».
Licenciado en Físicas, el que fuera azote de la seguridad en el pleno aún no ha encontrado su hueco. Este mes comenzará un curso en Lanbide sobre fiscalidad y auditoría: «Quiero reciclarme y después meterme en el mundo inmobiliario». En todo caso, mantiene «el gusanillo por la política» y aprecia que los vecinos de su barrio, San Francisco, se le sigan acercando para contarle sus problemas.
Ocupaba el cuarto puesto en las listas, pero finalmente el PP perdió un acta y se quedó con tres concejales en Bilbao. Carrón se despidió así de la vida pública tras veinte años ocupando diferentes puestos: fue edil en Derio, apoderada en las Juntas Generales durante tres legislaturas y finalmente llegó al pleno municipal. Desde 2017 es vicesecretaria de Acción Sectorial en el PP vasco.
La compañera de bancada de Samir Lahdou ha regresado a la empresa de mensajería en la que trabajaba antes de ser concejala: «He vuelto al puesto, pero ya no es el mismo. Las cosas han cambiado mucho». Sin embargo, no se ha desenganchado de la política municipal y está activando una asociación, llamada Belaunaldi Galdua, como «fórmula para poder seguir ayudando».
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