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Ayer, en el momento en que Aitor Esteban subía a la tribuna del Congreso para anunciar que el PNV dejaría caer a Mariano Rajoy, en el Ayuntamiento de Bilbao se debatía una proposición de Bildu, Udalberri y Goazen sobre gaztegunes. Siendo lo de los gaztegunes importante, quizá se advierta la diferencia entre ambos asuntos. El funcionamiento de siete locales donde los jóvenes bilbaínos realizan actividades por un lado. Por otro, el gobierno de la cuarta economía de la zona euro. La desproporción explica que varios de los participantes en el pleno municipal siguiesen la sesión del Congreso pinganillo mediante. Había algún concejal socialista al que la cara parecía escapársele hacia la felicidad según avanzaba la tarde.
Entre quienes seguían las noticias del exterior estaba el alcalde. Resultaba llamativo. Y arriesgado. Con un oído aparentemente en Bilbao y el otro en Madrid, Aburto pudo perfectamente confundirse a sí mismo con Ana Pastor y darle la palabra a Pedro Sánchez, para que definiese su posición respecto a los gaztegunes.
Aunque el riesgo verdaderamente temerario lo asumió Luis Eguiluz al comienzo del pleno. Lo hizo al no retirar una proposición en la que instaba al equipo de gobierno a mejorar la transparencia en los procesos de contratación. Con un optimismo antropológico disparatado, el portavoz del PP se lanzó a defender su propuesta en el mismo instante en el que a Rajoy comenzaban a cortarle la cabeza en el Congreso con el filo de la sentencia 'Gürtel'. Ver a Eguiluz hablar de ejemplaridad era como ver a un cachorro acercándose a una trituradora.
Comenzó a triturar el alcalde, utilizando una de esas intervenciones a modo de puntillazo a las que, según parece, le autoriza el reglamento. «Cuánto bien le harían a su partido esos planteamientos», lanzó Aburto. A continuación, el puro festival. Carmen Muñoz definió el pleno como «mariano» y al PP como «una organización criminal y corrupta» antes de llamar a establecer en torno a él un «cordón sanitario». Más campechana, Izaskun Guarrotxena se preguntó cómo tendrán en el PP «tanto morro».
Quizá en ese momento Luis Eguiluz sacó disimuladamente el móvil para escribirle un mensajito a Rajoy: «Están llegando las bofetadas hasta Bilbao. Por la tarde, Mariano, ni aparezcas».
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