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A la entrada del hall del Ilunion San Mamés, el nuevo hotel que la cadena de la ONCE inaugurará mañana en la Intermodal de Bilbao, ... se lee, sobre una pared en fondo gris, una frase de cinco palabras que resume el espíritu de la compañía: 'Bienvenido a un mundo diferente'. Y a fe que lo es, porque se trata del primer establecimiento hotelero del País Vasco gestionado como centro especial de empleo. ¿Qué significa esto? Que, como mínimo, l 70% de los trabajadores presenta algún tipo de discapacidad. La firma, sin embargo, recuerda el director, Álvaro Díaz-Munío, responsable también del Ilunion Bilbao de Rodríguez Arias, ha ido «más lejos», hasta el extremo de que el 94% de su plantilla la formarán personas con algún tipo de minusvalía, «ya sea visual, auditiva... Este es nuestro ADN», subraya el director.
Entre los contratados figura gente como Andoni, camarero de pisos, que presenta un déficit visual del 50% tras sufrir con 13 años un accidente de coche y al que da gusto ver hacer las camas. «Es la primera vez en toda mi vida que he confesado que padezco este déficit antes de presentarme a un trabajo», explica este portugalujo de 46 años que se ha ganado la vida como hostelero en Alemania. En Ilunion se valora mucho su capacidad profesional, ya que es la imagen de la empresa. Su rostro aparece en la fachada de los hoteles de la compañía. «Es un trabajo muy duro, pero me gusta. Me acoplo a lo que hay en cada momento. No queda otra que reinventarse», agrega entusiasmado. Igual que José Luis González, que ejerce de técnico de apoyo. «Mi función consiste en realizar un seguimiento del trabajador y ocuparme de su preparación y de la adaptación que pudiera necesitar», cuenta.
168 habitaciones. El Ilunion San Mamés lucirá cuatro estrellas. Su ejecución comenzó a proyectarse «hace más de dos años y pico», según explica su director, Álvaro Díaz-Munío.
De momento, el local echará a andar con 23 trabajadores, aunque la intención es incrementar el número según el negocio vaya adquiriendo velocidad de crucero, algo que dependerá de la evolución de la pandemia. Salta a la vista que el establecimiento, de cuatro estrellas, diez plantas y un diseño minimalista de inspiración nórdica, se emplea a fondo en aras de la sostenibilidad y que busca ser un ejemplo de integración laboral e inclusión social en el sector turístico.
Innovación
Se percibe en multitud de detalles, más allá de que 6 de sus 168 habitaciones hayan sido diseñadas «totalmente accesibles» para garantizar las necesidades de las personas con diversidad física. Las puertas de las habitaciones, por ejemplo, se abren y cierran sin tener que introducir el tarjetero en la cerradura electrónica. Un detector presencial y un sensor de apertura avisará si la habitación está libre u ocupada y encenderá y apagará las luces de forma automática. Todas las dependencias dispondrán de teléfonos con llamadas de emergencia. La cadena ha desplegado por todos los rincones mostradores «adecuados» para atender a clientes con movilidad reducida. Las zonas de escalera contarán con «tramos contrastados», subraya Díaz-Munío, para facilitar su localización a personas con discapacidad visual y los planes de evacuación se desarrollarán mediante códigos QR. Última tecnología que incluirá el funcionamiento de timbres lumínicos para sordos.
En su afán por facilitar el trabajo, Ilunion incorporará cuñas ergonómicas y carritos de limpieza que evitarán a las empleadas encargadas de pasar revista a los baños y las habitaciones tener que agacharse más de 30.000 veces al año, como viene sucediendo ahora mismo. Juan, otro de los encargados, advierte de que en este hotel desaparecerán también las fregonas.
trabajo allanado
Todas estas novedades harán del Ilunion San Mamés «un destino muy especial», cuyo proyecto comenzó a tomar forma hace «más de dos años y pico», según desvela su director, que destaca la ubicación un establecimiento que dispone de un sistema de climatización «sin gases refrigerantes» para evitar emisiones a la atmósfera.
«Este edificio es la nueva puerta de Bilbao», afirma Díaz-Munío, optimista sobre el futuro de un negocio que refuerza la oferta de una ciudad casi al borde de la saturación y con unos índices de ocupación que a duras penas alcanzan el 30%. «Nosotros contamos con una ventaja. Casi todos los trabajadores vienen de otros hoteles de la compañía, por lo que ya lo saben todo. El inmueble ya estaba construido y había que entrar, por fin, en el mercado», remata.
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