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César Coca
Jueves, 21 de julio 2016, 17:59
A juzgar por el éxito de los programas de cocina en televisión, debe de existir una enorme legión de viajeros que recorren el mundo buscando restaurantes en los que probar exquisiteces de todo tipo. También hay unos cuantos mitómanos que buscan bares en los que ... encontrar las huellas de Ernest Hemingway, Ava Gardner, Antonio Vivaldi o Woody Allen. Por supuesto, hay otras opciones. Una de ellas es elegir un café no por la excelencia de sus productos o la densidad de famosos que lo han habitado, sino por las vistas. Así como suena. Lo mejor son las vistas que se contemplan desde sus mesas, con independencia de que a veces los cócteles que allí se preparan no sean los mejores de la ciudad ni el servicio destaque por su amabilidad ni el precio sea exactamente una ganga. Lo que viene a continuación es una lista de ocho locales en los que el visitante queda embriagado por lo que tiene ante sus ojos. El resto importa bien poco.
Café Florián (Venecia)
Está cargado de historia, tanta que es uno de esos locales que llenan los mitómanos porque durante varios siglos ha pasado por allí la crema de los artistas de todo el mundo. Los precios están también a la altura de la creatividad de todos ellos, y el servicio es... Dejémoslo ahí. Lo importante es que en la terraza del Florián el visitante está sentado en uno de los lugares más hermosos del planeta. La plaza de San Marcos, sobre todo cuando los turistas que llegan en los cruceros ya han abandonado la ciudad, es el gran teatro del mundo. Imposible describir el panorama que se extiende en 360 grados. Hay que vivirlo. Y aprovechar la consumición para estar un buen rato mirando. Se lo van a cobrar a precio de oro.
Café Singer (San Petersburgo)
El café ocupa la primera planta de este edificio Art Nouveau que fue construido a comienzos del siglo XX para ser la sede rusa de la famosa compañía de máquinas de coser. Para subir al café hay que pasar por una librería que ocupa la planta baja. El local no está decorado de una forma demasiado atractiva, pero la cristalera que se abre a la Perspectiva Nevski ofrece un panorama de los que dejan al visitante con la boca abierta: justo enfrente, al otro lado de la avenida, está la catedral de Kazán extendiendo sus brazos, una referencia más que evidente a la basílica de San Pedro. El Café Literario, en la misma calle, presume de haber reunido a los grandes de la cultura rusa de los siglos XIX y XX, pero no tiene las mismas vistas.
Chopin (Cracovia)
Se asienta en una esquina de la plaza del Mercado (Rynek Glówny), el corazón de la vieja capital polaca. Desde la terraza se contempla la enorme plaza (la mayor de Europa de entre las que se construyeron en la Edad Media), en cuyo centro se levanta el mercado. Hasta el siglo XIX estuvo también aquí el ayuntamiento, del que hoy solo queda una torre. Al fondo está la basílica de Santa María, con sus torres disparejas. En primer término, la pequeña iglesia de San Adalberto y a medio cambio entre ambas el monumento a Adam Mickiewicz.
Café de la Paz (París)
En una ciudad en la que la literatura y el cine han elevado a la categoría de lugares míticos no menos de una docena de cafés, el de la Paz tiene algo que lo diferencia de todos los demás. No el precio, claro, sino estar en uno de los ángulos de un espacio mayor que una plaza, formado por el cruce de varias avenidas de las más bellas de la capital francesa. El bulevar de los Capuchinos y su prolongación, el de los Italianos, donde está el café, se cruza aquí con la avenida de la Ópera, la calle de la Paz y la 4 de septiembre, formando uno de los rincones inolvidables de la ciudad, con el edificio diseñado por Charles Garnier dominándolo todo. Es imposible no estar de acuerdo con Woody Allen: París lloviendo es de una belleza arrasadora, y la vista desde el café de la Paz no deja lugar a dudas.
Hotel Sacher (Viena)
Pocos lugares destilan tanto glamur como este hotel, cuyo café, con vistas a la calle de la Filarmónica y a la parte trasera del edificio de la Ópera, es la quintaesencia del lujo. Desde una mesa bien situada, el visitante contempla la entrada al Albertina, el curso de la calle Karntner y casi adivina a unos pocos metros el flujo continuo del Ring. Cualquier día, al caer la noche, los espectadores que salen de la Ópera se sientan en este café a degustar un trozo de la tarta de chocolate que ha hecho famoso en todo el mundo el nombre del establecimiento. Y no es difícil tropezarse por allí con políticos de todo el mundo, aristócratas, deportistas de élite y estrellas del cine y la canción. ¿Se puede pedir más?
Le Café Riche (Montpellier)
La capital de la región del Languedoc-Rosellón tiene su centro vital en la place de la Comedie, dominada por el teatro y bordeada por un conjunto de hermosos edificios que dan un equilibrio sorprendente a este espacio rectangular que une la vieja ciudad con el barrio de Antigone, diseñado por Ricardo Bofill. El Café Riche ocupa la parte central de la plaza. Puede que no tenga el pedigrí de otros locales de este reportaje, pero el turista que llega a Montepellier enseguida se da cuenta de que su terraza es la mejor.
Café Abadía Plaza (Salamanca)
Franco's Bar (Fira, Santorini)
Y para terminar, la más espectacular de las vistas. El Francos Bar dispone sus mesas a distintas alturas, en lo alto del acantilado en el que se asienta la ciudad de Fira, en Santorini. Disfrutar de un atardecer a noventa metros sobre el mar, mientras suenan a un volumen discreto piezas célebres de música clásica, es una experiencia difícil de olvidar. El turista que descubre esta terraza no quiere marcharse de allí. Nunca.
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