Las coloridas contraventanas de Bayona te transportan en el tiempo.

Lunes de Pascua en Bayona

La capital labortana es un salto a un universo paralelo en el que todo se parece a tu pueblo, pero nada es como en él. Y como el centro es peatonal, resulta ideal para ir con niños

Sergio Eguía

Lunes, 10 de abril 2017, 00:31

Si París bien vale una misa, Bayona no está nada mal para un Lunes de Pascua. La capital labortana es un destino de día perfecto para desconectar y ver una versión diferente de nosotros mismos. Es el atractivo de Iparralde, un salto a uno de ... esos universos paralelos de la ciencia ficción, en el que los vascos siguen siendo vascos, pero sus rutinas son completamente distintas a las nuestras. Ellos tampoco hablan mucho en euskera por la calle, aunque se supone que lo entienden. Eso sí, te resultará realmente complicado comunicarte en castellano. Por suerte para nosotros, y nuestra incapacidad de aprender un mínimo de francés, cada día hay más negocios que hacen el esfuerzo por atendernos en la lengua de Cervantes.

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Bayona es joya de otro tiempo. Sus contraventanas de madera, la quietud de no tener tráfico rodado en el centro, el río Adur... Nunca permitas que se dude de que es un txoko de ensueño. Bayona es rugby, jamón y chocolate. Terrazas abiertas todo el año y un coqueto ramillete de tiendas con marcas que no acostumbras a ver en nuestras calles. Además, está a un tiro de piedra.

Lo más sencillo es ir hasta allí en coche. Desde Bilbao son unas dos horas de viaje. Aparcar es caro, pero rápido. Como el centro de Bayona es peatonal, hay varios aparcamientos disuasorios alrededor del corazón de la Antigua Bayona. Y la AP-8 (esa cosa que no merece el nombre de autopista) tampoco es tan prohibitiva para un día. Recuerda llevar suelto o tarjeta de crédito. En los dos peajes que encontrarás en Francia no se aceptan las de débito.

'Kid friendly'

Precisamente la ausencia de tráfico es lo que hace de Bayona un destino ideal para ir con niños. Pueden andar a sus anchas por las calles adoquinadas y los locales hosteleros suelen ser bastante más 'kid friendly' que los nuestros. Eso sí, llega temprano, que sus horarios son bastante diferentes. Por la mañana, las calles están vacías y se puede pasear con comodidad. Hacia las 14 es cuando los lugareños se van dejando ver. El mercado, uno de los grandes atractivos de la ciudad abre sus puertas a las 7, así que, si quieren verlo en ebullición, mejor que no se te peguen las sábanas. Cierra a las 13 horas. Encontrarás su famoso jamón, aunque si eres quesero, tu perdición llegará por ese lado.

Lo más común es dejar el coche en el parkin De Gaulle, a la orilla del río, justo detrás del Ayuntamiento. Busca la calle Pont Neu. Es la principal arteria del casco antiguo. Allí está el lugar perfecto en el que terminar la excursión a media tarde. Toma nota. Chocolat Cazenave. Pero ya volveremos a eso más tarde. Siguiendo la calle, sin abandonarla, verás que pica hacia arriba y cambia de nombre. No te preocupes. Te lleva derecho a la catedral. Es imponente, así que la verás de lejos. Justo al pie de la iglesia, a mano derecha hay una crepería de fachada roja. Se llama A la Bolée. Puedes comer ahí o no, pero si no lo haces te habrás equivocado. La cocian es buena y diferente, les encantan los peques, tienen una sidra bretona para tomar por botellas y hablan castellano. Reserva, suele estar lleno.

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Antes de llenar la panza puedes entrar a ver el claustro de la catedral (es de pago) o simplemente callejear imaginando las intrigas que esconden las coloridas contraventanas de madera de la ciudad. Puedes rodear la catedral, tirar por rue de Luc y luego Poissonnerie hasta dar con el río. En el camino hay varias boutiques, la tienda de quesos y alpargatas muy chulas. Al llegar al puente no cruces. Gira a la derecha y remonta el Adur hasta el mercado. Vista la plaza de Abastos, el puente frente a ti te lleva a le Petit Bayonne. Más oscuro e intimo, es la zona de bares y pintadas de la ciudad.

En realidad, todo el centro de la villa es un dedal por lo que puedes ir y volver y volver a ir sin necesidad de seguir un plan establecido. En la rue d'Espagne, la avenida central de la antigua Bayona, encontrarás la tienda del Aviron, el equipo de rugby de la ciudad. Los precios son altos, pero el recuerdo es diferente. Otro negocio curioso es la tienda de conservas de La Belle Iloise (rue du Port de Castets). Nunca pensarías que pudieran hacerse tantas cosas con unas sardinillas.

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Cuando te canses de pasear y antes de volver al coche, recuerda entrar al salón de té de Cazenave. Lo más típico es pedir la 'fórmula Cazenave'. Llegarán a la mesa dos tostadas francesas de mantequilla, un pequeño cuenco con chantilly, la taza de chocolate espumoso ('chocolat mousseux' ) y una jarrita para repetir. No es barato, pero el local tiene más de 150 años de historia, así que además de panzada cuenta como visita cultural.

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