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JOSÉ LUIS ONDOVILLA
Viernes, 25 de septiembre 2015, 01:42
Crucemos los dedos. Si se cumplen los pronósticos realizados esta semana para Euskadi por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), los aficionados a la micología vamos a disfrutar de un otoño espectacular. La responsable de la entidad, Margarita Martín, fue clara: "Los meses de ... otoño en Euskadi se prevén más cálidos y más lluviosos que lo normal. Esta situación se deberá a la influencia del fenómeno climático cíclico 'El Niño', que se origina en el Océano Pacífico y cuyos efectos llegan hasta la península ibérica, lo que originará más nubes y precipitaciones, con temperaturas más altas", detalló. Una predicción que, si se cumple, será la idónea para la eclosión de las setas, que necesitan tormentas o 'buenas' lluvias intercaladas con periodos de sol o calor para su floración.
Pero el pronóstico meteorológico no se queda ahí y va más allá, hasta el punto de dejarme llevar por la euforia para vislumbrar una temporada para la recolección de setas más que buena. Y es que junto a los "cambios muy rápidos en espacios cortos de tiempo" de lluvias y calor, Margarita Marín explicó que la nubosidad impedirá que las temperaturas mínimas bajen, lo que hará que las noches sean más templadas al no quedar el cielo raso y provocar las temidas heladas.
Este aspecto que acabo de reseñar es de vital importancia porque las setas son unos organismos bastantes sensibles al frío, lo que provoca que alarguen su letargo hasta situaciones meteorológicas más propicias. Para su crecimiento, tienen unos requerimientos de luz (moderada), humedad (alta) y temperatura (templada, ni demasiado frío ni demasiado calor) que pueden darse en un punto concreto de un bosque, por ejemplo, y a unas decenas o cientos de metros no por cambiar las condiciones. De ahí que se pase del momento mágico de la eclosión a un hábitat 'negativo' que impide que las setas florezcan. Y es que las células de los hongos no tienen paredes tan reforzadas como las de los vegetales. Son, por así decirlo, enclenques, con lo que si llueve demasiado y no templa después, dichas células absorben demasiada agua y lieralmente explotan. Por ello, las setas salen cuando ha llovido, pero con un ambiente seco.
La estación de otoño es la perfecta para su eclosión, aunque realmente hay setas durante todo el año, incluido primavera y verano, pero claro, no salen todas las especies y las que los hacen, hay que afanarse para buscarlas. Otro valor añadido es que con las lluvias otoñales el proceso de descomposición de las hojas que caen al suelo y otras materias orgánicas se acelera, enriqueciendo el suelo de bosques y praderas. Con estas claves y el pronóstico meteorológico realizado por Aemet, los aficionados a la micología parece que estamos de enhorabuena y disfrutaremos este otoño de infinidad de especies micológicas. Y digo disfrutar porque no todo consiste en coger una navaja y una cesta y arramplar con todo lo que se encuentre uno por el camino. De hecho, admirar un ejemplar de seta en su hábitat, aunque sea venenosa, sacarle una fotografía entre hojarasca o musgo, o llevarla a casa para su estudio si no conocemos la especie es un regalo que nos da la naturaleza que no debemos obviar. Comerse unas setas o invitar a la familia y amigos está muy bien, pero no nos olvidemos que podemos disfrutar del bosque y campas, y de paso, protegerlos con una actitud responsable.
Guiso de verduras y legumbres con champiñones
A continuación, os detallo una receta simple, pero limpia para el organismo y muy saludable. Cojemos las vainas, les quitamos los hilos si lo tienen y las cortamos en juliana, es decir, a lo largo, y no en trozo, como es habitual. Las ponemos a cocer en una cacerola con agua, tampoco excesiva, de 6 a 8 minutos y las sacamos. Reservamos el 'caldillo' que ha quedado.
Seguidamente, picamos las tres cebolletas y las ponemos a pochar en una cacerola con aceite. Cuando empiecen a tomar color, agregamos la calabaza cortada en daditos. Reogamos y dejamos que se cocine. Agregamos a la cacerola las vainas y volvemos a reogar. Si queremos echamos un poco del 'caldillo' que hemos reservado de las vainas. Cocinamos lo justo para que no se pase el guiso.
Cortamos en cuartos los champiñones y los doramos en una sartén con un poco de aceite, pero sin que se pasen. Los sazonamos y rociamos con perejil picado. Acto seguido, los escurrimos y echamos al guisote de verduras. Como siempre, la sal al gusto de cada uno. On egin!
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