Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Sergio Eguía
Viernes, 17 de abril 2015, 15:59
El plan no es como para tirar cohetes. Tarde de sofá y tele. Menos mal que los amigos te han prometido que van a traer películas. Sábado de perfil bajo ante el que no necesariamente hay que resignarse. Si lo piensas un poco, el picoteo ... de sillón tiene su vertiente gastronómica. Solo hay que darle una vuelta y huir de las palomitas, las olivas, nachos, ganchitos y chuches varios.
La base de un buen plato de salón es sencilla. Cualquier receta que cumpla tres sencillas normas te servirá para sorprender a los invitados. Primero, que no cruja. Ya hemos sufrido suficiente en los cines con el vecino de butaca empeñado en arruinarnos los diálogos a mordiscos. Segundo, que no chorree. Toda salsa que intentes comer sentado en la sala terminará en tus pantalones o en la tapicería de tu Chester. Tercero, y esto ya es vicio, intenta que la comida venga en pequeñas porciones. De bocado o poco más. Lo que los pijos llaman 'finger food'. Evitas tener todo el rato las manos ocupadas, te olvidas de los cubiertos y puedes dedicarte a otras cosas más urgentes como seguir el hilo del apasionante estreno de DVD que ha alquilado tu amigo enamorado de la filmografía sueca.
Siguiendo estás pautas hemos seleccionado cinco opciones de inspiración europea. Alimentos de sencilla preparación vestidos para sorprender. Cinco propuestas que hacen un menú completo con entrante, tres posibles platos principales y postre.
1. Pasta Sfoglia con pomodoro e mozzarella
Arrancamos por la más fina y limpia de la recetas. Elegancia italiana para unas mini porciones de pasta sfoglia con pomodoro e mozzarella. Muy sofisticado todo hasta que caemos en la cuenta de que hablamos de un trozo de hojaldre con un poco de tomate y queso encima. Claro que con un poco de buen gusto, y gracias a las minipizzas congeladas que os ofreció el colega que organizó vuestra última quedada te hará quedar como un rey.
La idea es recortar piezas de unos cinco centímetros de lado de la masa de hojaldre que has comprado en el supermercado. Sobre cada una medio tomate cherry con el corte hacia abajo y coronando un poco de queso. Salpimientas, chorrito de aceite virgen extra, alguna especia al gusto y unos 20 minutos al horno.
2. Bretzel dogs
Menos estirados que los entrantes transalpinos, estos preñaditos son una delicia absoluta. No faltará el que te pregunte si son minichoripanes, y de hecho lo son, pero bastante diferentes a los que compras en la panadería. De entrada, ya que va de rollo alemán, parece obligado sustituir el relleno por unas salchichas. En realidad funciona igual con chorizo, chistorra, morcilla o lo que quieras. El truco está en la masa. Lo que no podrás encontrar en las tiendas es el envoltorio de pretzel de esta variante del perrito caliente. Porque hacer pretzel y darles su típica forma de lazo es laborioso, pero hacer bolas de pan simplifica mucho el proceso.
Empieza por amasar harina, agua templada en la que has disuelto la levadura, en una proporción de 60 y 40% y luego añade azúcar y la sal, unos 10 gramos de cada para medio kilo de harina. Puedes sustituir parte del agua por leche e incluso poner un poco de mantequilla. Como más te guste. Un vez tengas la masa y haya levado (1-2 horas) hay que trabajarla otra vez para que expulse el exceso de aire. Mientras la dejas reposar por segunda vez, pon agua con un poco de bicarbonato a hervir en una olla. Aprovecha la espera para ir cortando los trozos de salchicha. Según veas que el agua va estando lista vete montando rellenando pequeñas bolas de masa con el embutido para después echarlas a la cazuela. Solo tienen que cocer un par de minutos -es lo que da la textura especial a la corteza- luego al horno media hora larga y a triunfar.
3. Bitterballen
Si eres más de burger que de bretzelwurst, la respuesta llega de los Países Bajos. En Holanda hay un plato tradicional que es en esencia una hamburguesa, una de nuestras queridas albóndigas, pero que empanadas y fritas y bien escurridas nadie diría que no es un vanguardista finger food. Como en la vida, lo importante de esta receta está en el interior. La cocción, no nos engañemos, consiste en darle freidora. Pero la carne cada uno la adereza como le parece y ahí está la magia. No desvelaremos antiguos secretos de familia aquí, que cada uno aplique los suyos, pero si se parte de una buena carne picada y no te importa mancharte las manos mezclando el huevo, el ajo, ¿vino? La nevera es el límite. Y una vez macere todo un poco, solo hay que amasar unas bolitas, pasarlas por abundante pan rallado, por harina antes si quieres y freírlas a fuego fuerte.
4. Bolinhas de bacalhau
Y puestos a hacer mejunje con las manos, que mejor que las croquetas de bacalao que han hecho famosa la cocina portuguesa en medio mundo. Las bolinhas de bacalhau son una exquisitez suprema. El nombre oficial se lo llevarán los pastelitos lisboetas, pero hasta en Belén las verdaderas delicias son estas piezas de pescado prensado. Ojo que enganchan. Si comes una estás perdido.
Las llamamos croquetas, aunque no tienen nada que ver con lo que nosotros entendemos por croquetas. ¿Bechamel? Quita, quita. Sobra todo. Las bolitas lusas se componen básicamente de bacalao escaldado y patata. Cuanto más pescado, más rico el plato y más pobre tu bolsillo así que equilibra a tu criterio. Al 50% va bien. La idea es escaldar un minuto el pescado y limpiarlo bien. En ese mismo agua puedes cocer el tubérculo. Cuando tengas todo, añadimos un par de dientes de ajo y nos valemos del pasapurés para hacer una pasta consistente. Ya la iremos aligerando. La cebolleta picada muy fina casa de lujo, el perejil, la sal y la pimienta no pueden faltar en la mezcla que iremos trabajando en un bol. Y para rematar un poco de vino, que no falte nunca. Cuando esté en la textura que buscas, se hacen bolas y se fríen en abundante aceite muy caliente.
5. Cheesse Scones
La guinda se la dejamos a los ingleses. Dirán que su cocina no vale mucho, pero siempre hay excepciones a la regla. Los Scones son en realidad los panecillos de trigo y centeno que han acompañado durante siglos la cena de los escoceses. Con el tiempo evolucionaron hacia el culce y se han hecho famosos en todo el mundo en sus variante con pasas o arándanos, untados con mantequilla como acompañamiento del té. En esencia son salados y los siguen haciendo así en los territorios más al norteños de la isla y en el Ulster.
Como no llevan levadura se hacen mucho más rápido de lo que parece. Primero se amasa la mantequilla a punto pomada (55 gr) y 225 gramos de harina (mejor si mezclas trigo y centeno o avena, pero con la que tengas en casa vale). Se sala y se incorporan 25 gramos de queso rallado -ellos usan cheddar- y 150 ml de leche. Con esas cantidades sale una docena. Una vez que descanse un poco la masa, se estira y se recortan porciones redondas hasta terminar con todo. Y al horno. 15 minutos a 220 grados.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.