![De Liendo a Laredo desde lo alto de los acantilados](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/pre2017/multimedia/noticias/201508/24/media/cortadas/liendo-porta--575x323.jpg)
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Iñigo Muñoyerro
Viernes, 28 de agosto 2015, 01:49
Los acantilados costeros de Cantabria son ideales para disfrutar de esos días nublados y ventosos que nos dejan sin playa y nos condenan al refugio de un centro comercial. El tramo entre el valle de Liendo y Laredo ofrece un recorrido sencillo, bien señalizado y sin grandes desniveles que calca el Camino de Santiago. Ocho kilómetros (ida y vuelta) con un inicio más cómodo desde Liendo.
Barrio Villanueva de Liendo. Buenas casas y muchos perros. Aparcamiento y fuente. Letreros varios y flechas jacobeas que guían a los peregrinos, numerosos este año. Al final del caserío, junto a un humilladero, el camino ahora asfaltado se bifurca. Vamos por la derecha. Sube, cruza frente a la Casa Rural Bisabuela Martina y se interna entre robles. Sale a terreno abierto (aprox. 15') frente a la arruinada ermita de San Julián. Es un edificio del románico tardío (siglos XII-XIII) que sobresale entre la maleza. Es la construcción más antigua del municipio.
Al este destaca la mole caliza, blanca e imponente de Peña Candina. Hacia ella va el sendero (GR) que bordea el acantilado y termina en Sonabia. Caminamos hacia la izquierda (W) por un camino de grava que cruza entre eucaliptos y robles y nos deja en el mirador de la cala de San Julián (30'). Es una playa pedregosa recoleta y preciosa, bajo los farallones del Alto de las Minas o del Ahorcado. En frente se abre el Cantábrico.
Fue un escondite secreto. Refugio de nudistas y 'connoisseurs' de los espacios solitarios. También de contrabandistas (la Guardia Civil patrulla). La pista asfaltada que llega hasta allí ha terminado con la magia y el aislamiento. Además la afluencia de coches llega a ser molesta. Durante la marcha las gaviotas nos sorprenden con sus graznidos. Los 'gavioteros' (contadores de gaviotas) afirman que predominan las patiamarillas, pero que también hay tridáctilas y cabecinegras. Que con los temporales llega la sombría y que junto a ellas vuelan gaviones y cormoranes. Los buitres de Candina vigilan desde el cielo.
La pista continúa ahora por un valle colgado donde pastan ovejas y cabras. Las construcciones abandonadas de las minas de yeso se derrumban. Encrucijada. El cargadero de La Yesera cuelga sobre el mismo borde del acantilado. Vistas inmejorables.
Letrero y flecha amarilla del Camino. La pista trepa pegada a una alambrada. Es el único tramo duro del paseo. Termina pronto. Un hito y otra flecha nos desvían (derecha) hacia el 'moor' o páramo cubierto de brezo y enormes matojos de argoma donde aflora la caliza. Desarbolado y cortado a pico por el acantilado (derecha). Se puede ir por el borde y ser espectador de las olas en los rompientes, del rumor de la resaca y del planeo de las gaviotas. El camino de los peregrinos, bien señalizado ahora con marcas blancas y amarillas va por el centro. Un último esfuerzo y alcanzamos el punto más elevado. Vemos un pequeño edificio de uso militar arruinado desde hace años. Sin techo, los árboles medran en su interior. No sirve de refugio en caso de aguacero. Alrededor pastan vacas y caballos. Panorama incomparable. La vista abarca Laredo, la playa La Salvé, Santoña y Buciero, la bahía y la ría de Limpias y al fondo los montes del Asón: San Vicente, Rubrillo, Hornijo, última barrera de nubes y tormentas
La ruta completa es bajar entre los prados de Valverde a Laredo. El desnivel es fuerte. Allí los caminantes menos aguerridos esperarán el autobús que les devolverá a Liendo. Nosotros nos damos la vuelta. Pero antes perdemos unos metros para visitar (exterior) un gran caserón cubierto de yedra que se derrumba entre una espesura de robles, castaños y laureles. En la fachada luce un magnífico escudo. Fue la quinta de verano de Diego Cacho de Rada de la Sierra Rivas, acaudalado laredano del siglo XVIII que además mandó erigir la ermita contigua. También encargó el empedrado del camino a Laredo. Está en un estado lamentable de ruina. Volvemos al mirador de San Julián y luego a Liendo por asfalto.
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