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La mujer que ha denunciado haber sido víctima de agresiones sexuales continuadas durante tres años y desde que tenía 13 por parte del exentrenador de baloncesto del Gernika Mario López pide para él 18 años y 9 meses de prisión. El juicio por estos hechos ... se celebrará entre los próximos días 14 a 16 de enero en la Audiencia vizcaína.
Según el escrito de la acusación particular al que ha tenido acceso este periódico, durante ese periodo, la víctima asegura que sufrió ataques contra su libertad sexual en más de cincuenta ocasiones, generalmente en el domicilio de los padres de él, que entonces tenía 31 años, en la localidad vizcaína. Aprecian en el delito las agravantes de abuso de superioridad y de confianza y consideran que la víctima era especialmente vulnerable. La Fiscalía reclama para el extécnico 14 años de prisión por abusos sexuales y que se le prohíba acudir a Gernika durante 10 años.
La mujer se decidió a denunciar los hechos 23 años después, a finales del año pasado, tras someterse a terapia y revelárselo a una psicóloga en su consulta de Bilbao. La profesional le acompañó al Servicio de Atención a la Víctima y le ayudó a iniciar los trámites. Presenta un informe médico, según el cual ha sido diagnosticada de estrés postraumático. En su escrito, solicita además 150.000 euros de indemnización por daño moral y social y por la incapacidad laboral que arrastra desde hace un año. Entre otros conceptos, reclama 30.000 euros por tratamiento psicoterapéutico.
Según el relato de hechos de esta parte, Mario López fue entrenador de la víctima en el equipo del colegio y en la selección de Euskadi Infantil de baloncesto, además de en el cadete del Gernika. Las agresiones se produjeron desde julio de 1998, cuando la joven tenía 13 años, aprovechando que los padres de ella no se encontraban en casa, y de una manera más habitual durante el verano.
La joven le tenía un «miedo horrible», ya que «la violencia y la intimidación siempre estuvieron presentes en el comportamiento» del entrenador, con «gritos, golpes con los balones de baloncesto, lanzamiento de manojos de llaves y empujones», relata esta parte. «En los partidos, la insultaba y gritaba, la miraba agresivamente y llegó a cogerla del pecho y a tirarla al suelo, delante de todo el mundo». La acusación particular propone la declaración de varias compañeras como testigos de estos hechos en el juicio.
Además, el entrenador ejercía un «fuerte control» sobre ella, la obligaba a guardar silencio, a hablar por teléfono todos los días, y «pasaba con el coche y pitaba por debajo de su ventana». También le atemorizaba su forma «agresiva y temeraria» de conducir cuando la llevaba a los partidos junto a otras jugadoras. Los hechos se produjeron hasta que ella en junio de 2003, «utilizó sus estudios como excusa para dejar el baloncesto».
Esta parte propone una prueba de visibilidad de una cicatriz que el denunciado tiene en una ingle y que la víctima ha descrito, mientras que la defensa sostiene que puede verse cuando lleva pantalones cortos. En su defensa, Mario López niega los hechos denunciados y presenta algunas cartas supuestamente comprometedoras que la joven le escribió. Desde que se destapó el caso, asegura que ha sufrido aislamiento social y hostigamiento en Gernika.
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