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En nueve de cada diez hogares se compran al menos cinco kilos de atún en conserva al año. Un gasto que según Mapama -el último estudio de consumo de alimentos en España- ronda los 38 euros. El precio ha repuntado levemente en el último ... lustro y el consumo ha crecido en unas diez toneladas entre 2009 y 2015, alcanzando las 103.900. Es el rey de las conservas, acapara el 70% de las latas que acaban en los hogares españoles (le siguen de lejos las sardinas, con un 7,4% y los mejillones, con un 7,3%).
Europa devora miles de toneladas de atún. De los cinco millones anuales que se capturan en los diferentes océanos, las mesas del Viejo Continente dan cuenta de 1,2 millones de toneladas. El consumo per cápita de los europeos cuadruplica el de asiáticos y latinoamericanos. Además, en esas latitudes está irrumpiendo una clase media casi inexistente hasta ahora y que comienza a demandar ciertos bienes y alimentos. Esa tendencia puede tener un impacto positivo en buena parte de los sectores económicos, donde crecerán las ventas, pero en el caso de las diferentes especies de atún conduce irremediablemente al colapso. Porque estas capturas ya están en su límite sostenible. Simplemente, ni podemos ni debemos pescar una cantidad mayor.
«No podemos decir que el consumo en China, Tailandia o Indonesia se vaya a igualar con el europeo, pero los expertos tienen claro que se van a acercar mucho a nuestras cifras», explica Rogelio Pozo, director de Azti Tecnalia. «Si Asia y Latinoamérica acaban consumiendo atún como nosotros, harían falta unas 11 millones de toneladas anuales, el doble de lo que podemos pescar». Otros estudios que maneja Azti, que tienen en cuenta también «la incidencia del incremento de la población», hablan de una demanda «cuatro veces superior a la actual». El caos.
El semáforo amarillo, que marca que la biomasa de los atunes entra en cifras que recomiendan precaución, está en 4,8 millones de toneladas y ya ha sido superada. «Está comprobado que si permaneces mucho tiempo en la franja de precaución, acabas sobrepasando el límite, donde no se garantiza el reemplazo». Un terreno pantanoso donde hacen falta vedas y cuotas para blindar la supervivencia de la especie. Es lo que sucedió con el atún rojo, que sufrió restricciones desde 2008 hasta 2018 y se mantiene aún en el Pacífico. Actualmente sólo el 11% de las poblaciones de atún están en peligro: el rabil del Océano Índico y el patudo en el Atlántico, ambas variantes de atún claro.
Que el atún se convierta en el nuevo oro negro del océano puede tener consecuencias imprevistas en la economía vasca. «El 10% de la flota mundial que va al atún está formada por barcos españoles y la inmensa mayoría de ellos son vascos, aunque algunos puedan usar banderas de conveniencia», detalla Pozo. «Quizá no haya otro sector donde gocemos de una cuota semejante», admite. Es un conglomerado de empresas familiares, saneadas y solventes. Una prueba de ello es que la flota vasca ha renovado casi todos sus atuneros en la última década y cada barco puede costar unos 30 millones de euros. En el Gobierno vasco han saltado las alarmas por el interés de alguna firma asiática. Si los armadores o las conserveras acabaran en manos extranjeras, la repercusión en la Hacienda vasca sería un cataclismo. El Ejecutivo celebra reuniones con ellos para monitorizar la situación. «Nos vemos cada dos o tres meses porque el Gobierno vasco siempre ha estado muy implicado», aseguran algunos de los participantes. El tira y afloja de gigantes internacionales por hacerse con materias primas que están en auge no es nuevo. El año pasado la multinacional Bayer se hizo con Monsanto.
Otro de los efectos indeseados es que se ha disparado la pesca ilegal en el Índico. «Hay menos control que en el Pacífico y se extrae una cuota mayor de la autorizada», explican desde Azti, que ha participado en todos los comités científicos que asesoran a las Organizaciones Regionales de Pesca de las cuatro zonas (la costa americana y la asiática en el Pacífico, el Índico en el entorno de las Seychelles y el Atlántico). Estas ORP son los guardianes de que la pesca sea sostenible. Pero las condiciones laborales en algunos puntos del Océano Pacífico rozan la piratería, con tripulaciones enroladas hasta tres años sin descanso y en condiciones de semiesclavitud. La situación ha empeorado en los últimos tiempos al crecer la demanda sin que haya conductos legales para elevar la producción. No existen las piscifactorias de atún, sólo se consigue en libertad. Incluso Thai Union, el mayor productor mundial de estas latas ha sido señalado por Greenpeace por «vulnerar los derechos de sus trabajadores y usar técnicas de pesca muy dañinas para el medio marino».
«Parte de ese atún de pesca ilegal está ya entrando en lomos en Europa», señala el responsable de Azti. Llegan entre las 35.000 toneladas de lomos limpios que importa la Unión Europea y «donde es muy difícil seguir la trazabilidad hasta el origen». Pero no sólo de ese modo, también hay importación de ejemplares enteros desde los estados miembros. «La mitad de los bonitos del norte se pescan en el Pacífico y Sudáfrica». Un atún completa varios viajes transatlánticos en su vida.
El marco es complicado y aquí ni siquiera negocian los países, sino la Unión Europea. En 2012 el Gobierno vasco impulsó «un programa de buenas prácticas, que contempla la autorregulación y que evita la muerte de tiburones en la modalidad de banco libre». También se recogen y vuelven a España las mil toneladas de redes que se renuevan cada año. Ya no se abandonan en las playas de las Seychelles. La última baza es un sello sostenible que ofrecerá garantías al consumidor de que el atún que adquiere no proviene de pesca ilegal incontrolada. Confían en que pronto marque la diferencia en los lineales de los supermercados.
4,8 millones de toneladas se pescan anualmente en todo el mundo. Hay años en que se alcanzan los cinco millones, que es el máximo sostenible. No se puede pescar más.
Variedades en peligro El tradicional sistema de colores verde-amarillo-rojo para alertar sobre el estado de la biomasa marca ya varias especies en alerta en algunos océanos, como el rabil en el Índico o el patudo en el Atlántico. También el atún rojo sufrió restricciones en el Pacífico desde 2008 hasta 2018.
3,8 millones de toneladas de las capturas totales se logran en el Pacífico. Entre el Índico y el Atlántico suman 1,2 millones, aunque la cantidad exacta varía. En cada zona las normas las dicta la ORP, Organizaciones Regionales de Pesca, asesoradas por comités científicos. Azti participa en todos ellos y ha presidido varios. Con sus análisis se deciden las cuotas de pesca.
Según Azti «La demanda crece en Asia y Latinoamérica. Si llegan a nuestro nivel de consumo, haría falta pescar el doble»
En algunos océanos Se capturan 4,8 millones de toneladas, que es el máximo sostenible. Hay variedades en alerta
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