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pello zupiria
Viernes, 17 de abril 2020, 20:17
El uso de las mascarillas ha sido una de las medidas de prevención que han recomendado las instituciones para evitar contagios en aquellos lugares donde no se puede respetar la distancia de seguridad. Esta semana hemos visto a las puertas de varios transportes públicos ... voluntarios de DYA y de Protección Civil repartiéndolas a los usuarios. Sin duda, su uso puede evitar la propagación del virus, pero también supone una barrera a la hora de comunicarse para las personas sordas. «Es necesario por motivos de salud pública, pero está basada en la concepción de la comunicación oral y obvia nuestras necesidades», advierte Euskal Gorrak, asociación de personas sordas de Euskadi.
Su batalla desde el primer día está en el acceso a la información. Es decir, que las instituciones y medios de comunicación cuenten con intérprete y con subtitulado para poder hacer algo tan sencillo como estar informados y sentirse seguros. Según explica el director de Euskal Gorrak, Aitor Bedialauneta, es imprescindible contar con intérpretes de lengua de signos. «Se puede hacer a distancia mediante una tablet o teléfono, pero hasta donde sabemos, no se ha creado un protocolo para pacientes con discapacidad auditiva. Las mujeres sordas que están embarazadas no saben cuál va a ser la situación llegado el momento del parto. Entendemos la saturación, pero estas personas se merecen tener un mínimo de tranquilidad dentro de lo que cabe», incide.
Sin duda son momentos muy difíciles para todos, pero en especial para las aquellas personas que no pueden oír. Muchas personas sordas utilizan la lengua de signos, y según relatan, están sufriendo un doble aislamiento, sin poder contar con el apoyo de vecinos, familias... con las que muchas veces no pueden comunicarnos en nuestra lengua. «Para poner un ejemplo sencillo, los aplausos que a a las personas oyentes os animan y reconfortan, las canciones y conversaciones en las ventanas... son todo sonidos», relata Bedialauneta.
Desde Euskal Gorrak reivindican que se tenga en cuenta a las personas sordas cuando se activan sistemas de atención sanitaria vía telefónica: que todos los servicios y recursos sean accesibles. «Cada vez que se cambia el protocolo nos exige un trabajo de adaptación por nuestra parte, ya que desde las insituciones no están dotándolos de accesibilidad», denuncia el presidente. Ante esta situación, y para dar algún tipo de solución al aislamiento con el que se están encontrando estas personas, un grupo de voluntarios de Jerez ha confecionado mascarillas transparentes para individuos con discapacidad auditiva para que, al menos, puedan leer los labios de sus interlocutores.
Francisco Zuasti es uno de los precursores de esta idea. Su asociación, Costaleros por Nuestros Mayores, llevaba confeccionando mascarillas para policías, taxistas, centros médicos y residencias de ancianos de Jerez. Después de ver una noticia en internet sobre una adolescente americana que había fabricado estos objetos para sordos, no se lo pensó ni un segundo, y llevo la propuesta a la asociación. «Hicimos una tanda de 50 unidades para la asociación de personas sordas de la ciudad para que lo probasen. Al principio había algún fallo. Están hechas de tela y en medio tienen un plástico transparente, pero como todos son del mismo tamaño, a algunos no le cogía bien la boca», explica Zuasti. La iniciativa se extendió como la pólvora por todo el Estado y enseguida les llovieron peticiones desde Barcelona, Madrid... «Lo mejor es que los que produzcan las mascarillas se dn cuenta de la situación y las confeccionen ellos, nosotros no podemos atender a todos», detalla.
Para la asocicación Euskal Gorrak no es una mala idea y pueden ser un recurso puntual en los casos en los que la persona sorda o con discapacidad auditiva puede apoyarse en la lectura labial. Aún así, no supone la solución a su problema actual, porque en su opinión, «muchas veces se asume que todas las personas sordas tienen una buena habilidad labiolectora, cuando no es así, o que se puede comprender un mensaje solamente leyendo los labios». «Esto forma parte de las películas, pero en la vida real, es mucho más complicado. Se trata de un parche a un problema más profundo», zanja Bedialauneta.
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