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Iker, vecino de Irala de 33 años, es uno de los heridos en la batalla campal que se desató el jueves por la noche alrededor ... del gaztetxe de Rekalde. El parte facilitado por el Departamento de Seguridad del Gobierno vasco habla de que un total de 15 ertzainas y seis manifestantes habían necesitado asistencia sanitaria tras los altercados, en los que grupos radicales cruzaron contenedores en la calle, les prendieron fuego y arrojaron botellas de vidrio a los agentes desplegados, que tuvieron que realizar varias cargas. Cinco jóvenes fueron detenidos acusados de atentado contra agentes de la autoridad.
Iker es uno de los heridos en la trifulca. Atendió ayer por la tarde a este periódico en su habitación del hospital de Basurto. Asegura que recibió «un impacto» en una de las arremetidas de la Ertzaintza para disolver a los alborotadores. Según su relato se encontraba «junto a más vecinos, entre ellos personas mayores, como señal de apoyo, de forma pacífica y sin participar en los altercados, cuando un ertzaina me apuntó directamente». «Vivo justo al lado -prosigue-. Es cierto que conozco a chavales más pequeños que yo que iban al gaztetxe, pero yo no, de hecho, estaba junto a la madre de una amiga, haciendo bulto, nada más, cuando empezaron a disparar».
Iker está convencido de que fue «a propósito». «Me disparó uno de frente, a menos de 30 metros, a malas, me estaba mirando fijamente, le vi hacerlo, apuntándome a los huevos, pero no sé quién de todos, será imposible saberlo», lamenta.
Como resultado del impacto, relata,«me caí casi al suelo de rodillas, pude andar un poco y me alejé por miedo a que, encima de que no estaba haciendo nada, me detuvieran». Un amigo acompañó a Iker hasta su casa. «Me tomé un ibuprofeno y me puse hielo. Pero se fue hinchando cada vez más, hasta que a las tres de la madrugada no pude más con los dolores y tuve que venir a Urgencias», relata.
Cuatro horas después los médicos le intervinieron. «Me han quitado un testículo. El otro espero poder salvarlo», confiesa. Una vez abandone el centro hospitalario -todavía no sabe cuándo le darán el alta- denunciará a la Ertzaintza. «No sé qué tengo que hacer, pero claro que voy a ir a comisaría. Lo malo es que no valdrá para nada porque hay que denunciar al agente y se esconderá entre ellos», critica.
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