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En 2020 dieron a luz en Bizkaia más mujeres de 40 años que de 29. 307 frente a 283. El retraso de la maternidad, del que tanto se habla, no solo se consolida, sino que es un fenómeno que año tras año va a más. ... Tanto que, en apenas una década, las parturientas que superan los 45 años se han triplicado. Según los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística, entre 2001 y 2010 hubo 174 alumbramientos en nuestro territorio de mujeres por encima de esa edad; en los diez años siguientes, 503.
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Uno de los factores de mayor peso, precisa Begoña Dorado, coordinadora del grupo de trabajo de psicología perinatal en el Colegio de Psicología de Bizkaia, es el «retraso de la madurez» porque la emancipación «es más tardía». El Observatorio Vasco de la Juventud estima que la media para abandonar el hogar se sitúa en Euskadi en los 30 años. Su proyecto vital comienza con mayor edad. Y la reproducción se pospone además al «momento ideal», algo que «no existe», y menos en el contexto actual.
«La situación de precariedad en la que vive la mayor parte de la población joven es también un factor explicativo importante: acceso tardío al empleo, inestabilidad del empleo, precariedad de los salarios, dificultad de acceso a la vivienda…», apunta María Silvestre, catedrática de Sociología. Esa realidad, dice, dilata «la maternidad y la paternidad».
La afirmación de la también directora del Deustobarómetro la respaldan los datos del INE. La edad media de las vizcaínas al nacimiento de su primer hijo se situó en 2020 en 32,32 años (en 2001 era de 31,16). Es la provincia con la tasa más alta a nivel estatal. Tampoco hay ningún país de la Unión Europea –la media comunitaria está en 29,4– que supere esa marca. De acuerdo a las estadísticas del Eurostat, el que presenta la edad más alta es Italia, con 31,3 años. Aquí ya alcanzamos esa cifra en 2009.
Esta «tendencia», coinciden ambas expertas, va a ser «una constante». Los factores que hay detrás «no están variando», y algunos tienen de mucho peso. «La desigualdad entre hombres y mujeres en la crianza es clave», afirma Silvestre, que hace referencia a que ellas sufren más la reducción de ingresos y los problemas para conciliar, así como que asumen «más responsabilidades».
Dorado lamenta que es precisamente en las mujeres en las que «se centra» el juicio por el retraso de los nacimientos. «Hay un peso sobre nosotras como si tener un hijo fuera solo cosa de una. Es a nosotras a las que llaman madres añosas a partir de los 35», lanza la psicóloga, responsable de la firma bilbaína de acompañamiento perinatal MaPa. El cambio de vida, en cualquier caso, también ha afectado a la edad de la paternidad. 4.570 vizcaínos de más de 45 años tuvieron un bebé entre 2011 y 2020, 1.500 más que una década antes. Pero, si bajamos un poco el corte, el padre de uno de cada cuatro niños nacidos en los últimos diez años tenía en momento del alumbramiento más de 40.
En cuanto a la crianza, Dorado considera que «no es tan importante la edad para ser madre o padre» porque «hoy en día las personas de 45 no son las personas de 45 de hace décadas; la juventud dura mucho». Y precisamente ese factor, el de la juventud mental, hace que tengamos una «planificación poco realista», con la idea de que se puede «controlar» cuándo se puede ser madre o padre. «A veces ya es tarde», advierte.
Buena parte de quienes lo consiguen a partir de cierta edad –en la pasada década hubo incluso 24 madres mayores de 50, frente a las 3 del período anterior– cargan con una mochila de sufrimiento, porque son conscientes de que «se les acababa el tiempo». De ahí que los padres más mayores puedan ser «más sobreprotectores» con sus hijos. Son una generación, lamenta, a la que además se le va a solapar «el cuidado de los niños con el de sus propios padres», ya mayores.
Aunque hay algunos condicionantes positivos, como que estas personas tienen mayores «recursos socioeconómicos» y que, por su edad, gozan de mayor «madurez y experiencia», resalta la psicóloga. Eso, alerta, puede ser un arma de doble filo y añadirles «más presión», ya que «se supone que con esa edad tienen que hacerlo bien, y en realidad tienen los miedos normales de cualquiera». Y es que buena parte de esas mujeres de más de 45 son primerizas. En 2001, casi tres de cada diez madres que superaban esa edad se estrenaron en la maternidad. En 2020 lo hicieron seis de cada diez.
El nivel de «exigencia», puntualiza, es alto en todas las franjas etarias. Un estilo de vida que obliga a «hacer muchísimas cosas en 24 horas» ahuyenta «a los jóvenes». Al 67,6% de los menores de 30 les gustaría tener hijos en el futuro, según la última encuesta delObservatorio Vasco de la Juventud, de 2020. En 2015 querían el 84,7%.
Además, subraya María Silvestre, en las últimas décadas se ha producido «un cambio de valores provocado por un cambio en la educación y socialización» que ha supuesto que varíen las «prioridades». Ser madres «ha dejado de ser» la única meta y los proyectos vitales de las mujeres «son diversos». Por todo ello, cada vez nacen menos niños: 1,19 por cada vizcaína en 2020. En 2020 las vizcaínas tenían una media de 1,19 hijos, lejos de 2,1, la fecundidad de reemplazo. Pero eso no es nuevo. Esa tasa no se alcanza en Bizkaia desde 1979.
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