El dolor de la pérdida de un ser querido se ha visto agravado durante esta pandemia por la imposibilidad de celebrar funerales, esas despedidas que tanto reconfortan a las familias. El elevado número de muertes –solo por coronavirus han perdido la vida en Euskadi más ... de 1.500 personas– llevó a la Conferencia Episcopal a acordar que, cada diócesis, organizara un gran acto por todos los fallecidos. El obispo de Bilbao presidirá esa misa el 25 de julio, pero la entidad eclesial que dirige Mario Iceta ha abierto la mano a que las parroquias programen exequias por los difuntos de los últimos meses. Y ya lo están haciendo.
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El párroco de El Carmen de Indautxu, Mikel Martínez, avanza que han concertado fechas en estos últimos días para estas despedidas atrasadas. «Ayer mismo tuvimos dos funerales, uno en memoria de una persona que ha fallecido estos días y, el otro, uno de los que habían quedado pendientes», detalla. Los templos religiosos están abiertos, con un aforo reducido, desde el 11 de mayo. La ocupación de las iglesias no puede superar el 50% y los asistentes deben guardar dos metros de distancia, además de portar mascarilla y utilizar el gel de manos antes de entrar y al salir.
Esas medidas y la presencia del virus hacen que los funerales no sean multitudinarios. De hecho, en los dos de Indautxu, a la misma hora, «vinieron unas 65 personas», explica Martínez. En su opinión, esto también se debe a que, «todavía, las personas mayores se quedan en casa».
En el caso de Gernika, el responsable de la parroquia, Jesús Llarena, señala que «la mayoría de los funerales que no se pudieron celebrar en su día se han pospuesto a julio». Los allegados de las personas que han muerto en estos últimos días, por su parte, podrán organizar una misa de despedida a partir de la próxima semana.
En Zalla ya han celebrado los primeros funerales. «Hoy hemos comenzado a llamar a las familias para saber si prefieren celebrar estos días los funerales retrasados o dejarlos para cuando se pueda ocupar el aforo completo de las iglesias», indica el párroco, José Pinilla.
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La libertad de la que gozan las Unidades Pastorales para celebrar las exequias responde a que «las situaciones eclesiales son muy diversas». Las medidas de seguridad deben irse «adaptando a los diferentes contextos», de manera que los responsables de las parroquias decidan cuándo y cómo hacer las despedidas. En ese sentido, José Mari Kortazar, párroco del valle de Arratia ejemplifica que, en el caso de las iglesias a su cargo, las limitaciones para garantizar la ausencia de riesgos es importante «no sólo en el interior de los templos, sino también en los pórticos» característicos de los templos de localidades rurales, en los que «se concentra mucha gente en los funerales».
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