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Zabalgarbi se encuentra desde el 13 de abril en parada «técnica». La planta de valorización energética de residuos ubicada en las faldas del monte Arraiz, a la que llega la mayor parte de la basura que se genera en el territorio, ha detenido su actividad ... para realizar tareas de mantenimiento. Según explican portavoces de la empresa de titularidad público-privada, no volverá a ponerse en marcha hasta mediados de mayo y necesitará tres o cuatro días más para volver a funcionar a pleno rendimiento.
La situación va a obligar a redirigir unas 10.000 toneladas de residuos a otras instalaciones de reciclaje o basureros que gestiona el Departamento de Sostenibilidad y Medio Natural de la Diputación. Es, aproximadamente, la mitad de la basura que se debería tratar en Zabalgarbi en este mes en el que la planta va a permanecer parada. Fuentes forales han confirmado que el grueso de los desechos, en teoría no reciclables, serán derivados primero a la planta de tratamiento mecánico biológico (TMB) de Arraiz, donde va a ser necesario «reforzar» los tres turnos de trabajo (mañana, tarde y fin de semana) para asumir la nueva carga de trabajo. El resto de los residuos irán al vertedero de Artigas.
El excedente va a ser trasladado a la TMB de Arraiz, cuyos turnos van a ser «reforzados» debido al incremento de trabajo
Lo que no puede ser reciclado se somete a un proceso de secado y acaba en el vertedero de Artigas
Se sustituirá por primera vez en 18 años el filtro de manga, una estructura de entre 20 y 30 toneladas
¿Qué significa todo esto? Vayamos por partes. Desde que fuera inaugurada en 2005, la planta de Zabalgarbi recibe unas 225.000 toneladas de residuos al año. El 60% proviene de los 15.000 contenedores grises o verdes oscuro en los que la ciudadanía vizcaína deposita la llamada fracción resto; y lo demás, de los residuos que genera el pequeño comercio. Pañuelos, utensilios de cocina, pelos, polvo, pañales, colillas...
Todo lo que no es recuperable acaba en la planta de valorización... previo paso por una de las cinco plantas de transferencia que hay en Bizkaia. Los datos de reciclaje casero están mejorando considerablemente durante los últimos años, pero como la separación nunca va a ser total es necesario un filtro intermedio. Zabalgarbi incinera los desechos para transformarlos en energía y el resultado se traspasa desde Arraiz a la red eléctrica. Según las estimaciones de la Diputación y de la propia central, la basura que se quema durante un año serviría para abastecer al 40% de los hogares del territorio en ese periodo o garantizar el funcionamiento del metro durante «siete años».
La planta funciona 24 horas al día y anualmente requiere pulsar el botón de freno. No parece obligado explicar en profundidad la necesidad de limpiar periódicamente los conductos y contenedores por los que pasan ininterrumpidamente residuos orgánicos y no reciclables. Lo primero que se acomete en cada parada es el vaciado del foso en el que vierten la basura los camiones que llegan a la planta diariamente. Se trata de un inmenso cajón de 26,1 metros de profundidad con capacidad para 12.000 toneladas del que van trasladándose después a los conductos de incineración. Se copa en unas dos semanas.
Ahí está el quid de la cuestión. Durante los quince primeros días de la parada, en la que las labores de limpieza elevan la plantilla de la planta de los 70 trabajadores habituales a más de 600, el vaso debe permanecer vacío para ser revisado y adecentado, por lo que tiene que buscarse otro destino a la basura. Durante la segunda quincena de inactividad, Zabalgarbi sí que recibe residuos: va llenando el foso a la espera de reactivar el proceso de valorización. La basura a la que debe encontrarse destino pasa primero por la cercana TMB para ser revisada bolsa a bolsa por si hay posibilidad de reciclarla. Si no se puede el residuo se somete a un proceso de secado y acaba en el vertedero de Artigas, el único operativo en Bizkaia actualmente.
Las cifras
225.000 toneladas de residuos se tratan cada año en Zabalgarbi, el 60% proviene de la basura que se genera en los hogares.
600 personas trabajan estos días en las labores que se desarrollan en Zabalgarbi, cuya plantilla habitual es de 70 profesionales.
26,1 metros de profundidad tiene el foso al que llega la basura que posteriormente se transforma en energía eléctrica.
25 toneladas pesa el filtro de manga de acero inoxidable que va a ser sustituido por primera vez en 18 años.
La parada de Zabalgarbi tiene mayor relevancia este año porque, además del mantenimiento, este mes está siendo utilizado para sustituir por primera vez en 18 años el filtro de manga, una inmensa estructura de entre 20 y 30 toneladas que sirve para limitar la emisión a la atmósfera de los gases que provoca la valorización de los residuos. La obra se hace ahora «que es cuando toca» y para «limitar más aún unas emisiones que ya se sitúan por debajo de los límites que marca la Unión Europea», explican portavoces de la planta.
La sustitución del filtro de manga es un proceso milimétrico que arrancó hace dos meses con el ensamblaje de la gigantesca nueva pieza de acero inoxidable en una empresa especializada de Espiel (Córdoba). El 13 de mayo, con el inicio de la parada, el techo de Zabalgarbi fue desmantelado para poder sacar el filtro actual. El nuevo se está montando en la explanada situada junto a la planta y será incrustado después en el molde que la sujetará entre las tuberías a las que debe quedar enganchado. Una grúa de más de 70 metros lo elevará durante los próximos días para colocarlo a través del tejado antes de que la 'tapa' vuelva a ser reconstruida.
La inauguración en diciembre de 2020 de la planta de valorización de Zubieta, situada en las inmediaciones de San Sebastián, ha provocado que Zabalgarbi haya dejado de recibir basura procedente de Gipuzkoa. Según el acuerdo firmado por ambas diputaciones, el territorio vecino enviaba unas 20.000 toneladas de basura al año para ser incineradas hasta que contara con su propia infraestructura. La situación provocó en 2019 que parte de los desechos que se generaban en Bizkaia no pudieran ser quemados y fueran enviados al vertedero de Artigas -como ocurre ahora en la parada «técnica»- básicamente porque Zabalgarbi no daba más de sí al alcanzar el tope de 145.000 toneladas por año. El Gobierno guipuzcoano estuvo pagando 50 euros más por tonelada incinerada que los municipios vizcaínos.
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