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Tanto las instituciones como las comunidades de vecinos están pasando verdaderos apuros para afrontar el coste de la subida de la luz, del gas y del gasóil y recurriendo a medidas de ahorro. Desde renegociar contratos hasta reducir al mínimo los consumos y realizar «apagones» ... cuando el suministro no es indispensable.
Jabier Asurmendi, alcalde de Arakaldo, el municipio más pequeño de Bizkaia, explica que el Ayuntamiento es cooperativista de Narkoop y de Goiener, con el fin de autobastecerse de energía y consumir el resto de fuentes renovables. En septiembre instalaron placas solares para abastecer a los edificios municipales, aunque el alcalde denuncia que Iberdrola no ha procedido aún a modificar el contador. El Consistorio también prescinde del uso de gas y utiliza estufas de pellets para calentar el edificio municipal. Se trata de un combustible ecológico formado por «bolitas» de serrín. Además, ya se colocaron luces led en la mayor parte de las farolas de la localidad.
José Joaquín Noral, voluntario encargado del plan estratégico económico en la Diócesis de Bizkaia, relata que se han unificado los contratos de luz y gas para alcanzar precios más competitivos. La Iglesia cuenta con 850 puntos de suministro, entre los que están las casi 300 parroquias. Aunque tendrán una tarifa fija de la luz lo que queda del año, están pagando el precio real de cada metro cúbico de gas que gastan porque el contrato terminó en 2021 «y se está pagando el 50% más». Las parroquias funcionan de forma autónoma, asumiendo sus propias facturas, así que por ejemplo, «están apagando luces y la calefacción cuando no es estrictamente necesario», es decir, «solo la ponen si hay misa, reuniones, o catequesis».
El Puerto Deportivo de Getxo ha anunciado a los amarristas que ha cortado la luz en los pantalanes de domingo a jueves de 22 a 10 horas porque en «la actualidad el coste real es 13 veces superior a lo que se factura en concepto de luz». Si alguno quisiera mantener el suministro durante las 24 horas, podría optar por colocar un contador individual y se le facturaría en función de su consumo al precio de la compañía eléctrica, descontando la parte que ya estuviera pagando.
Los administradores de fincas de Bizkaia se están viendo obligados a renegociar contratos a la carrera con las compañías, explica el presidente de este colectivo, Pablo Abascal. El gas y el gasóil, explica, han triplicado su coste y la luz se ha duplicado. Ello está obligando a aprobar «derramas» extraordinarias que no todos pueden afrontar porque se están produciendo «situaciones muy delicadas», por lo que se teme un repunte de la morosidad. En las comunidades con calefacción central, están apostando por bajar uno o dos grados la temperatura: se sigue manteniendo el confort «pero el ahorro es significativo», además de bajar el número de grados a partir del cual empiezan a funcionar las calderas.
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