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Luciana Espina, de Santutxu, cumplió cien años en mayo. Llega en silla de ruedas, empujada por su hijo Jesús y por Marta Ortiz de Zarate, superiora de las Hermanitas de los Pobres de Bilbao, dedicadas desde hace 140 años en exclusiva a atender ancianos con ... pensiones mínimas. Cuentan que, para celebrarlo, las pastelerías Zuricalday les mandaron pasteles. Goyi Andrés, de Sestao, revela que las hermanas le han animado a caminar y que ya es capaz de hacerlo agarrada a las barras. También dice que gracias a ellas ha sacado su vena artística y que se ha aficionado a hacer manualidades en lugar de pasarse la tarde viendo 'Sálvame'. Miren Romero lleva tres «felices» años con la comunidad desde que decidió «hacer un retiro tranquilo» y Ángel Ausmendi, de Dima, apunta que las horas en la capilla son un regalo para él desde hace 19 años, los que lleva vinculado a este asilo.
Con 53 residentes en la actualidad (cada uno tiene su propia habitación y aseo), a esta comunidad formada por 10 religiosas -cuatro muy mayores- y 40 empleados que desde hace ya casi siglo y medio vive de la caridad de los bilbaínos y de lo que consigue traer a casa la hermana María Jesús Ayala, que se dedica desde hace dos décadas a recorrer las calles de la capital, Getxo, Amorebieta y Elorrio para visitar los domicilios de los benefactores suscritos, alrededor de 2.500, para pedirles ayuda «en especia o en dinero», ya no le salen las cuentas. «A los ancianos no les falta de nada, pero pagar nóminas y seguros, la calefacción... En eso se nos va el dinero de los bienhechores, de las colectas, de las pensiones y de la propia orden. Y todo esto nos ha pillado arreglando las tuberías, la red eléctrica y sustituyendo las ventanas de aluminio con los recursos que vamos recibiendo, porque en vez de calentar la casa nuestros radiadores se dedican a caldear Bilbao», confiesa Sor Marta, la superiora. El último arreglo en el edificio ubicado en la calle República de Begoña, en Atxuri, se acometió en 1983.
La comunidad tiene por norma rechazar las ayudas oficiales porque la fundadora de la Orden, Santa Juana Jugan, canonizada en 2009, estableció como principio que debía confiar en la providencia para sacar adelante su cometido. Pero la crisis del coronavirus ha suspendido muchas de las aportaciones fijas que hasta ahora recibían para sobrellevar el día a día y las religiosas echan en falta recibir más ayudas económicas periódicas y materiales.
una gran familia
«Los bilbaínos siempre se han portado muy bien con nosotras y estamos seguras de que la providencia de Dios nunca nos va a fallar, pero si se puede dar un empujoncito...», apunta Sor Marta. Y con ese mismo tono cariñoso con el que se explica sugiere que a la comunidad le vendrían bien «galletas María, cereales sin chocolate, avena, leche semidesnatada, café de cafetera, azúcar, bolsas de basura, papel secamanos industrial e higiénico, folios, colutorio, gel limpiador para el retrete y lavavajillas de mano».
Sor Begoña, la benjamina del grupo, comenta que «la semana pasada uno de nuestros bienhechores nos pidió por favor colaborar para la comida de Navidad de los residentes. Le dijimos que si quería podía aportar la merluza, y encima nos lo agradeció de corazón». Para hacer un donativo a las Hermanitas de los Pobres, ya sea mediante transferencia, giro postal, domiciliación bancaria o cheque nominativo, los datos necesarios para formalizar la operación están en su página web, www.hermanitasdelospobres.es/wp/.
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