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CIRILO DÁVILA
Lunes, 3 de agosto 2020, 01:29
La regeneración de Zorrozaurre también se ve afectada por la crisis provocada por la pandemia del Covid-19. Dos fondos de inversión que habían mostrado interés en participar en la operación que se desarrolla en la parte central de la isla han decidido congelar ... su colaboración hasta que la actual incertidumbre económica se clarifique. Las grandes operaciones urbanísticas requieren tiempo y certidumbre.
La Torre Iberdrola se suele poner como ejemplo de cómo el tránsito del diseño a la realidad suele medirse, muchas veces, en décadas. Se inauguró en 2012, veinte años después de que el exdiputado general Josu Bergara le encargara a César Pelli el proyecto, que ya es un icono de la capital vizcaína.
La última gran operación de regeneración urbana puesta en marcha en Bilbao, el proyecto de Zorrozaurre, hace tiempo que pasó del plano a la ejecución de obras, pero no está exento de avatares. La Comisión Gestora para el Desarrollo Urbanístico de este ámbito cumplirá el próximo año dos décadas desde su constitución, en un marco de colaboración pública y privada.
doble velocidad
Este organismo debe gestionar las dos unidades de ejecución (UE) en las que se ha dividido una superficie de 800.000 metros cuadrados, con capacidad para meter veinte estadios como el de San Mamés. En estas dos décadas, Zorrozaurre avanza con doble velocidad. Si bien la UE-1 quedará urbanizada en 2024, la UE-2 va a un ritmo muy lento.
La diferencia estriba en los títulos de propiedad. En la UE-1 el sector público, integrado por Gobierno vasco, Visesa y Ayuntamiento de Bilbao, sumaron de origen una mayoría que permitió constituir la Junta de Concertación, órgano esencial para acometer su desarrollo. De los 152 millones de euros previstos para inversiones ya ha ejecutado 80 millones. Buena parte de ellos para facilitar el traslado de actividades industriales que antes se localizaban en esta zona. «Somos motor diesel, no gasolina, pero vamos cumpliendo con los hitos de este proceso», resume su gerente, Juan Carlos Sinde.
El relleno de la franja derecha de la ribera para ganar una superficie de 51.700 metros, con 750 paneles de hasta ocho metros de altura que actuarán como muro de contención, es la obra impulsada en este caso por la Autoridad Portuaria que centra estos días la atención en la zona.
fragmentación
Bien diferente es el diagnóstico sobre la UE-2, la parte central de la isla. La fragmentación en el número de dueños impide que las administraciones alcancen ese 50% de la propiedad para constituir la Junta de esta unidad y, en consecuencia, se paga una factura en términos de retraso. Actualmente, en el día a día, son doce los titulares que decidirán el destino de esta unidad.
Dos fondos de inversión habían mostrado «gran interés» para entrar en esta operación, pero la pandemia ha echado un jarro de agua fría sobre ello. «Nos han comentado que entran en modo 'stand by', a la espera de cómo evolucionen las cosas. Es lógico porque la incertidumbre lo inunda todo», lamenta Sinde.
reparcelación
Es el mismo proceso en el que está embarcada otra piedra angular de ese proyecto, el Parque Tecnológico Urbano, con 123.000 metros cuadrados. El Ayuntamiento de Bilbao está trabajando para colocarlo en el escaparate internacional y atraer así inversores.
«Por su complejidad, este proyecto necesitará veinte o treinta años para completarse», valora Pedro Jáuregui, viceconsejero en funciones de Vivienda. El tranvía que recorrerá la espina dorsal de la isla llegará cuando haya una masa crítica que lo justifique. Cada obra genera un efecto dominó para que empiece la siguiente. Jáuregui pone el acento en el ciclo económico para explicar que «no se puede poner en el mercado tanta vivienda a la vez». Se levantarán más de 5.000 viviendas. El 50% será de protección y tasada. El resto, de mercado libre.
Los alojamientos dotacionales, pensados como un uso temporal de cinco años como máximo, se han elevado a 160 unidades, casi el triple de las inicialmente propuestas. De las 21.629 solicitudes actuales de demanda de vivienda protegida en Bilbao, 16.642 personas piden vivienda en alquiler.
La recepción del Ayuntamiento de Bilbao del puente de San Ignacio, que se llevará a cabo en septiembre, es la última previsión a corto plazo anotada en el cuaderno de bitácora del proyecto Zorrozaurre. Juan Carlos Sinde suele hablar de que es como un «buque mercante» en el que ha pasado de estar en la sala de máquinas a subir al puente de mando para coger el testigo de Pablo Otaola.
80 millones es la cantidad destinada a inversiones por la Junta de Concertación.
160 alojamientos dotacionales ampliarán el parque de viviendas para uso en alquiler.
«Somos promotores públicos y, en consecuencia, no damos pelotazos urbanísticos». Pedro Jáuregui aclara el rol de la Administración en el desarrollo de Zorrozaurre. Se busca generar beneficios con la venta de suelo propio a promotores de vivienda libre y aprovechar esos recursos para «hacer viviendas de protección de alquiler, deficitarias en Bilbao».
Otro planteamiento es el de los propietarios privados, que tienen que adelantar importantes cantidades de dinero (cargas) para la urbanización, según las cuotas establecidas, y que buscan una rentabilidad final. «¿Qué es especulación? Son las reglas del urbanismo. Aquí nadie ha comprado barato para vender muy caro. Solo las cargas de descontaminación son brutales. Pese a todo, si algo prima en el proyecto de Zorrozaurre es la sostenibilidad».
Está lejos de ser, a juicio de Jáuregui, una réplica local de Manhattan. «La densidad edificatoria de la isla neoyorkina no tiene nada que ver con lo que veremos en Zorrozaurre», adelanta el viceconsejero en funciones.
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