«Mi padre quería un hijo médico o abogado pero le salió el payaso tonto»

- ¿Fofito todavía?

- Desde que nací hasta ahora, sigo siendo Fofito.

- ¿Los payasos no envejecen?

- Envejecemos, enfermamos y morimos como todo el mundo. ¡Somos personas!

- ¿Nació en el circo?

- Nací en la televisión La Habana de Cuba y después me agregué al circo.

- Aunque su padre quería que fuese médico o abogado...

- Sí. Me dijo 'estudia que lo nuestro es muy duro y yo tengo una carrera', pero yo le contesté 'no, papá, yo quiero seguir tus pasos y los de tus hermanos'. Él quería una cosa, pero le salió el payaso tonto.

- ¿Cuántos años lleva así?

- ¡Bufff! Yo empecé en Chicago, con 11 añitos. Me escapaba del colegio a hacer mis pinitos con los compañeros. ¿Sabe? Sigo saliendo al grito de...

- Permítame. '¿Cómo están ustedeees?'

- Es lo primero que espera el público.

- ¿Cuántos años lleva saludando así?

- Fíjese. Tengo 74, así que sesenta y tantos.

- ¿Y no se cansa?

- Qué va.

- ¿Por qué nunca ha llevado la cara pintada?

- Me quitaron los maquillajes en la televisión cubana. Decían que chocaba mucho la cara blanca de Fofó (su padre) con el maquillaje de Gaby y Miliki.

- Tampoco lleva la nariz roja. ¿De verdad que es un payaso?

- La familia Aragón siempre ha llevado la nariz normal. Nunca la roja.

- ¿Por qué?

- Porque nos molestaba llevarla de rojo y que al día siguiente saliera de otro color. Eran tiempos de la televisión en blanco y negro. Así que dijimos 'venga, una de color carne y se acabó'.

- ¿Siempre fue el payaso tonto?

- Noooo. Cada uno teníamos nuestro papel.

- A saber.

- Gaby era el payaso serio, el maestro, lo que está haciendo ahora mi hija Mónica, corrigiéndome a mí. Fofó era el payaso dicharachín, que soltaba todo lo que oía en la calle; y Miliki era muy joven y enamoraba a las niñas a través del acordeón.

- ¡Qué bonito!

- A mí me tocaron todos los golpes y tartazos. Y todos los cubos de agua. Estaban bien repartidos los papeles.

- ¿Cómo llevaba ser el saco de las tortas?

- Bien, porque en la televisión, y en el circo también, son trucados.

- ¿Nunca les hacen daño?

- Jamás.

- ¿Fofó fue el más grande?

- Cuando me han faltado los tres, he tenido un poquito de Miliki, un poquito de Fofó y un poquito de Gaby. Y de los tres tengo que hacer ahora un solo personaje.

- ¿Es dificultoso?

- Sí, porque los niños antes venían, se callaban y veían el espectáculo. Hoy se implican y te gritan en cualquier momento 'ten cuidado, que te vas a caer'.

- Pasan los años, pero ¿nos acabamos riendo de lo mismo que entonces?

- No, al niño hay que esconderle hoy un poquito más el chiste y todo lo que va a ocurrir, porque en seguida lo averigua y te lo dice.

- ¿De qué se ríen hoy los niños?

- De todo lo que se reían nuestros padres y abuelos. Hay que cambiárselo un poquito y ponérselo más difícil para que no averigüen el final.

- ¿De qué se ríe un payaso como Fofito?

- De otro payaso.

- Tras la pandemia empezó a pintar.

- Y comencé a escribir un libro dedicado a mi padre. Pero no le avanzaré ninguna de sus anécdotas. Si quiere, lea el libro.

- También cambió el traje de payaso por el hábito de malvado cardenal en la serie '30 monedas' de Álex de la Iglesia.

- Es una forma de abrir el abanico de trabajo. A mí me tienen encajado como el payaso, pero ahora me ven de cura y hasta de asesino.

- ¿De asesino resulta creíble?

- No. Yo no me lo sentía.

- Una duda: ¿gallina turuleca o turuleta?

- Depende del país donde se cante. La original era la gallina papanatas.

- Si nadie se riese con usted, ¿qué haría?

- A mí no me ha pasado en tantos años, pero nunca me metería dentro del camerino.

- ¿Hasta cuándo seguirá Fofito?

- Llenamos muchas funciones. Mi cuerpo aguanta hasta cuatro sesiones diarias.