Orcas en Matxitxako: «Vinieron como un tiro y se colocaron debajo nuestro. Estábamos flipando»

Aunque la presencia de esta especie protegida de cetáceos se circunscribe principalmente a la zona del Estrecho de Gibraltar, se las ha visto también en aguas de Portugal, Galicia, Gran Bretaña o Francia siguiendo a los bancos de atún rojo, su alimento favorito. Y aunque no es habitual, en las últimas semanas se han visto algunos ejemplares en el Cantábrico. Los últimos el pasado domingo a diez millas mar adentro frente a Matxitxako.

«Localizamos tres orcas gracias a sus potentes soplos y al virar el barco para acercarnos dos de ellas vinieron como un tiro y se colocaron debajo nuestro, donde están las hélices y los timones. Estábamos flipando», detalla Gorka Ocio, responsable de Verballenas, una empresa dedicada a organizar salidas para avistar a los grandes mamíferos marinos.

Las imágenes que tomaron de estos ejemplares han permitido identificar a dos de ellos. Una de ellas es Isa. Se trata de una orca de 4 años catalogada como 'Gladis', el grupo que «está dando problemas a los veleros», señala Ocio. Junto a ella se encontraba su hermano Gael, de 7 años, y otra hembra que aún no ha sido reconocida. «Paramos los motores y les hicimos perder el interés por nosotros. Nos observaron y estudiaron el barco pero se fueron al de pocos minutos y ya nos las volvimos a ver», repasa.

De identificar a estos ejemplares se ha encargado el grupo de trabajo Orca Atlántica, encabezado por el biólogo Alfredo López. Su equipo se encarga de monitorizar las orcas que aparecen en las costas españolas. Gracias a ello tienen controlada su evolución y marcan las zonas donde se encuentran para que lo tengan en cuenta las embarcaciones que se pueden encontrar con ellas. López explica que la orca ibérica es una subespecie de la que quedan menos de 50 ejemplares. 16 de ellos son los que interactúan con embarcaciones, principalmente veleros.

«Son un grupo de orcas que tocan barcos y que tienen un comportamiento único en el mundo por su continuidad», explica. Aunque la actitud de estos cetáceos «no es agresiva» y no han atacado directamente a seres humanos, sí han causado algunos daños en los barcos con los que han interactuado. «Son animales grandes y al tocar y romper los timones pueden causar vías de agua», cuenta. Las orcas ibéricas suelen medir entre 5 y 6 metros, pesan de 3 a 4 toneladas y no precisamente hábiles, por lo que les cuesta controlar su fuerza cuando rozan o empujan las embarcaciones.

¿Y por qué lo hacen? Existen varias hipótesis al respecto. Un informe de la Comisión Ballenera Internacional concluye que este tipo de agresiones a pequeños barcos se debe a que los ejemplares jóvenes se aburren. Al existir abundancia de atunes, no tienen que esforzarse mucho para alimentarse, por lo que para matar los ratos muertos se entretienen persiguiendo y tocando embarcaciones.

López es de otra opinión. Sostiene que la primera vez que se dio este comportamiento fue como consecuencia de «una situación desagradable» que vivió una orca con una embarcación y para que esto no se repitiese. Otros ejemplares observaron aquel comportamiento y lo replican desde entonces. Ocio subraya que Isa, una de las tres orcas que vio el pasado domingo frente a Matxitxako, sufrió dos experiencias traumáticas años atrás. Primero el fallecimiento de su padre y un tiempo después el de su madre, que murió ahogada tras quedar enganchada en una red de arrastre. Dos hechos que la dejaron huérfana y, en opinión del experto, han podido influir en su comportamiento.