El cinemómetro instalado en la calle Sabino Arana de Berango sanciona a los vehículos que circulen a más de 20 kilómetros por hora. manu cecilio

El radar de las 5.000 multas en Bizkaia

Un cinemómetro instalado en el centro de Berango ha impuesto más de 5.000 multas desde que entró en funcionamiento en febrero de 2020

Domingo, 14 de noviembre 2021, 01:55

Hace 150 años que se inventó el semáforo y 70 que se instaló el primer paso de cebra, pero no fue hasta finales del siglo XX cuando se empezaron a tomar en serio medidas, cada vez más drásticas, para proteger al viandante frente al avance ... imparable del parque automovilístico. Desde la elevación de estos pasos para las personas a la peatonalización total o parcial de calles y la generalización de los radares que, sobre todo en los últimos tiempos, han saltado de las vías rápidas y las carreteras generales a muchas travesías locales. Empezó Bilbao hace más de una década y tiene ya cinco cabinas fijas y dos equipos móviles. La gran reducción de la siniestralidad que ha habido en su núcleo urbano, cerca del 20%, animó a ocho municipios vizcaínos a seguir su ejemplo: Amorebieta, Balmaseda, Basauri, Galdakao, Getxo, Gorliz, Leioa y Berango. Entre todos destaca la máquina fija instalada en la calle Sabino Arana del último municipio, que en 21 meses en servicio ha puesto más de 5.000 infracciones. Una cifra llamativa si se compara, por ejemplo, con el de toda la capital vizcaína, cuya media anual de multas ronda las 6.000 anuales.

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La alcaldesa de Berango, Anabel Landa, remarca que, al margen del volumen de sanciones, con un coste medio de 100 euros (la mitad por pronto pago), el radar no tiene afán recaudatorio, sino que busca disuadir «definitivamente» al conductor de correr por esta calle, «que antes era la carretera general que cruzaba el pueblo, pero ahora es muy local y quiere ser punto de unión de los vecinos». Por eso ya hace tres años que se semipeatonalizó y se limitó la velocidad a 20 kilómetros por hora. «Acabamos poniendo el radar porque nos lo pedían los vecinos al no hacer caso los coches».

Por eso, a su juicio, lo importante es la evolución de los resultados. Por ejemplo, entre las 1.964 infracciones de su puesta en marcha en febrero de 2020, a las 282 registradas en el mismo mes de este año. O que el pasado ejercicio dos vehículos sumasen 15 denuncias cada uno, mientras que desde enero hay tres «muy» reincidentes, pero de siete multas. Con dos hay muchos, 230, «pero también son la mitad que en 2020».

El máximo de velocidad sancionada, por otra parte, ha bajado de 54 a 51 kilómetros por hora, «lo que demuestra que los infractores corren cada vez menos». Y, por último, la regidora remarca la concienciación de los propios vecinos, como lo revela que «solo un 5,3% de las multas sean de empadronados, además, dos puntos menos que un año antes».

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«Ha sido la idea menos grata, pero algunas medidas solo son efectivas si la multa llega a casa»

gorliz

Ataques a dos cabinas

En Gorliz también han estrenado tres radares fijos a 30 que, entre su entrada efectiva en servicio el 4 de agosto y el 24 de octubre, han registrado 1.779 infracciones. Su instalación desató el malestar vecinal e incluso vándalos rompieron dos máquinas -la Ertzaintza todavía investiga su autoría-, aunque la jefatura de la Policía local remarca su efectividad: «Se ha reducido mucho la velocidad», sobre todo cerca de las escuelas en la calle Tribiñu, donde se concentran dos de cada tres multas. «Ha sido la idea menos grata de las barajadas, pero en definitiva la mejor porque algunas medidas solo son efectivas si la multa llega a casa», admiten sus responsables.

En Getxo el Ayuntamiento prevé poner en marcha a principios de año tres radares fijos a 30 por hora en tres zonas concurridas como Fadura en Algorta, la Avenida Zugazarte en Las Arenas y la Carretera de Asua. La policía getxotarra, en cualquier caso, tiene desde hace años un radar móvil que utiliza «para calmar el tráfico» en carreteras donde se percibe mayor conflictividad, riesgo de accidentes o atropellos. Según fuentes municipales, este año ha puesto 995 multas, cifra similar a otros ejercicios ya que, salvo las 277 registradas en un 2020 marcado por restricciones de movilidad, en 2019 contabilizó 1.476 y 1.002 en 2018.

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Este cinemómetro portátil se usa de diversas formas. A veces en coches de paisano para conocer la realidad circulatoria de un vial, o con efecto disuasorio. Entonces se pone en el arcén sobre un trípode, o bien visible en un coche patrulla. Es lo que suele hacer la guardia urbana en Balmaseda, según reconoce su alcalde, Aitor Larrinaga. Bajo este criterio, desde principios de año se han hecho 10 controles aleatorios que se han saldado con 106 multas.

A principios de año Getxo instalará tres cabinas fijas y Sopela dos en el vial hacia el hospital de Urduliz

nuevos dispositivos

En el puerto y en el aeropuerto

Leioa también dispone desde principios de año de un radar móvil que ha puesto más de 200 sanciones, ocho de cada diez a conductores de otros municipios. Aunque fuentes municipales puntualizan que en los últimos meses su actividad sancionadora está casi en suspenso, «ya que este equipo lo usamos ahora en un estudio para redefinir la circulación en Leioa, lo que obliga a analizar la velocidad media en cada calle».

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El jefe de la Policía local de Galdakao, Estepan Goioaga, remarca la aportación de estos radares para calmar el tráfico, «más ahora que se ha generalizado el 30 por hora». Esta localidad fue una de las primeras en seguir el ejemplo bilbaíno, y registra menos de 500 multas al año, lo que revela que «el conductor va asimilando las nuevas limitaciones».

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Sopela también recurrirá a los radares, en este caso fijos. Según avanza su alcalde, Josu Landaluze, se instalarán dos cabinas en la calle Olabide, donde la circulación se ha multiplicado al ser una de las vías de acceso al hospital de Urduliz. «Costarán 80.000 euros y esperamos tenerlos en marcha en marzo», concluye.

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Por su parte, el Puerto también cuenta con dos radares móviles para controlar la velocidad en el interior de sus instalaciones en las localidades de Santurtzi y Zierbena. Incluso el Aeropuerto de Loiu ha comprado un cinemómetro para garantizar que su flota de 990 vehículos cumple la velocidad exigida en el velódromo.

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