Los sucesivos escándalos sobre los abusos sexuales a menores en el seno de la Iglesia han hecho que se ponga sobre la mesa una realidad escondida durante décadas. El foco se ha situado, sobre todo, en la incidencia de la pederastia, en las cifras, y ... en el silencio cómplice de muchas personas. También los afectados han ofrecido sus testimonios y han planteado sus reivindicaciones. Y, si bien la Conferencia Episcopal trabaja en un plan que contempla indemnizaciones económicas, hay una atención, la terapéutica, que diócesis como la vizcaína prestan desde hace años. En 2023, por ejemplo, cuatro afectados recibieron atención continua en la Fundación Lagungo.
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El centro de orientación familiar de la Diócesis, una entidad sin ánimo de lucro surgida desde Cáritas hace más de tres décadas, asiste a quienes necesitan este tipo de ayuda. «Se ofrece a todas las víctimas, en función de lo que demande cada una», precisan desde la Comisión para la Protección de Menores y Prevención de Abusos Sexuales del Obispado de Bilbao. Las mismas fuentes señalan que se trata de una «terapia psicológica personalizada», un lugar de escucha y apoyo. Es un servicio gratuito -la Diócesis asume el gasto- y continuo, que se presta por un tiempo indefinido.
Además de las cuatro personas que aceptaron el ofrecimiento de acudir a este centro, otras tres estaban al cierre de 2023 en valoración. Los datos los recoge la memoria del pasado año de la oficina 'antiabusos', publicada por Iglesia vizcaína. El documento apunta, de forma sucinta, la actividad desarrollada por el equipo encargado de indagar en las denuncias de pederastia y de acompañar a las víctimas.
A lo largo del pasado año se abrieron siete expedientes con otros tantos acusados, como ya avanzaron desde la comisión hace dos semanas en el acto de plantación de un olivo en recuerdo de los afectados en el Bosque de la Concordia del Seminario de Derio. Dos de los victimarios -un sacerdote diocesano y otro vinculado a otro obispado- están ya fallecidos.
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Respecto a los otros cinco, en la comisión lo desconocen porque, «con los datos que han ofrecido las víctimas, no se les ha podido identificar aún», aunque «se sigue trabajando en ellos». Sí que saben que tres son laicos y otro pertenece a una orden religiosa, si bien no conocen sus filiaciones. Sobre el séptimo carecen de cualquier tipo de dato. De esta manera, ascienden a 39 los expedientes analizados entre 2022 y 2023, que afectan a más de medio centenar de víctimas y que, en su mayoría, fueron agredidas en los años sesenta y setenta.
En los pasados doce meses, además, desde la oficina ofrecieron formación a representantes de las diferentes vicarías. 184 personas participaron en las charlas, en las que habitualmente se explica cómo funciona la comisión, en qué indicadores hay que fijarse para detectar posibles situaciones de riesgo o abusos, qué procedimientos se deben seguir... De forma paralela, se trabajó con catequistas, grupos de tiempo libre y colegios, entre otros, en aspectos como la creación de entornos seguros y la guía editada por la Diócesis.
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Carlos Olabarri, que ha timoneado la comisión de protección de menores y prevención de abusos sexuales en la de la Diócesis de Bilbao desde su creación en septiembre de 2019, dio el viernes un paso a un lado. Con su salida de esta oficina se culmina el proceso de renovación iniciado a finales del pasado año, cuando tres integrantes del grupo cedieron espacio a otras personas.
La salida del presbítero era esperada, ya que ha ido sumando nuevas responsabilidades en los últimos meses. Desde este curso es director del Secretariado para el Ministerio Ordenado. Al frente de la comisión estará el también sacerdote José Enrique Varas. El bilbaíno, nacido en 1964, es sociólogo y teólogo. Se ordenó en Valdivia (Chile) y estuvo acompañando a comunidades en este país y en Argentina durante cerca de dos décadas.
Regresó a Bizkaia hace nueve años y le destinaron a la parroquia de San Francisquito (Santutxu). Hace año y medio se incorporó a la parte baja de las Encartaciones. En la reunión en la que Olabarri le cedió el testigo subrayó que asume este cargo con «ganas e ilusión», y que se trata de una comisión que realiza «una tarea digna y necesaria».
Asimismo, valoró que el servicio de «escucha, acogida e identificación con las víctimas no es fácil» y que, «el trabajo en equipo es fundamental».
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