Ertzainas desplegados en el centro de Gernika durante la 'visperada', uno de los días grandes de las fiestas de la villa foral. maika salguero
Botellón

Una noche sin control en las 'no fiestas' de Gernika

Las 'visperada' en la villa foral, que el año pasado engendró un brote de covid, reunió a 2.000 personas y se prolongó hasta altas horas de la madrugada

Lunes, 16 de agosto 2021, 02:01

«Ni siquiera antes de la pandemia se veía a tanta gente de fiesta en la calle». Este fue uno de los comentarios que más se repitieron durante la noche del sábado en Gernika. Unas dos mil personas se juntaron sin respetar las medidas de ... seguridad con motivo de la 'visperada', uno de los días grandes las fiestas de la villa foral. Las aglomeraciones se sucedieron hasta altas horas de la madrugada a pesar de que este año las celebraciones están suspendidas por la pandemia del Covid-19.

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Nada pudieron hacer por evitarlas la docena de agentes de la Ertzaintza y la policía local que se desplegaron de cara a un operativo especial. Los policías se vieron por momentos desbordados ante la marea humana que inundó el centro de la localidad vizcaína y sólo pudieron ir poniendo 'parches' para tratar de que las 'no fiestas' no acabasen en graves incidentes.

Se da la circunstancia de que la villa foral sufrió un importante brote el pasado año vinculado precisamente a las 'no fiestas'. Entonces se contabilizaron más de un centenar de casos con una transmisión comunitaria masiva. Pese a la suspensión oficial de las fiestas de Andra Mari y San Roque, cientos de personas, tanto del pueblo como del resto de la comarca de Busturialdea, se dieron cita en la zona de bares. El avance del patógeno fue entonces de tal calibre en la villa foral que Osakidetza realizó cribados masivos y el alcalde, José María Gorroño, reconoció su temor a que el municipio tuviese que ser confinado.

LAS CLAVES

  • Dispositivo La docena de agentes se vio por momentos desbordada ante la marea humana

  • Ambiente Los botellones se sucedían por todas las esquinas, incluso a pocos metros de los policías

  • Parches Ante la imposibilidad de disolver a la multitud, los agentes se dedicaron a ir apagando 'incendios'

.Pues bien, la noche del sábado hubo «bastante más gente» que el año pasado, según explicaron varios vecinos. Los bares y las terrazas estaban llenos hasta la bandera. Los jóvenes consumían de pie dentro de los bares o en corros sentados en las calles. Muy pocos llevaban mascarillas. Como si fuesen unas fiestas de pueblo corrientes, como si no hubiese una pandemia mundial.

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La Ertzaintza y la Policía local desplegaron varias patrullas en un operativo especial. Dos agentes se colocaron en la entrada del auditorio para evitar las aglomeraciones en este punto, uno de los lugares favoritos de los jóvenes para hacer botellón. El resultado fue que los grupos de chavales bebiendo se repartieron por otros puntos, incluso delante de los propios policías. Había tanta gente que la situación era «muy difícil de gestionar», explican las fuentes consultadas por este diario. Desalojar a esa marea humana con una docena de agentes se antojaba «practicamente imposible». Y también se querían evitar intervenciones que pudiesen derivar en graves incidentes, como ocurrió en la previa de la final de Copa entre el Athletic y la Real.

Peleas y un navajazo

En estas circunstancias, los policías se limitaron a ir apagando pequeños 'incendios'. De vez en cuando se acercaban a algún grupo, les requisaban las bolsas de plástico con bebidas y las tiraban a la basura. Tuvieron que intervenir en alguna pelea entre chicos muy jóvenes. Un ertzaina no paraba de repetir que disfrutasen, «pero con cabeza». También les llamaron de un bar del centro, en el que un chaval pegó a un camarero por recriminarle su actitud. Y horas más tarde se produjo un navajazo. Poco cambió cuando cerraron los bares, sobre la una de la madrugada. Cientos de jóvenes seguían bebiendo en la zona del Pasileku. Ertzainas y policías locales hicieron un breve intento de que la gente se fuese marchando. Sacaron los escudos y los cascos por si acaso. Pero apenas avanzaron 15 metros. Era imposible. La situación era «incontrolable y muy difícil de gestionar». Llamaron a la Brigada Móvil, pero las furgonetas de los antidisturbios se quedaron a las afueras de la localidad y no llegaron a intervenir. Una noche sin control en Gernika.

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