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ASIER ANDUEZA
ARRIGORRIAGA.
Miércoles, 14 de noviembre 2018, 01:00
Hace una década el restaurante 'Txomin' prestaba sus servicios en el polígono de Atxukarro, ubicado justo encima del barrio Lonbo de Arrigorriaga. Por distintas razones, sus responsables decidieron bajar la persiana. Hace tres años, tomó el relevo un 'after' que adoptó su nombre del ... propio espacio industrial. En lo que va de año el establecimiento ha sido noticia por distintos motivos. La más reciente, el pasado sábado cuando la Ertzaintza identificó a una veintena de jóvenes después de que apareciese un chico de 25 años ensangrentado. Lo que en un primer momento parecía un apuñalamiento acabaron siendo heridas fortuitas por cristales. Fue la gota que colmó el vaso de la paciencia de los vecinos que a principios de año, ya habían denunciado ruidos y altercados.
A pesar de ubicarse la actividad en un polígono, el volumen de la música a primera hora de la mañana era de tal envergadura que «retumbaba el pueblo y sobre todo el barrio», denunciaban. El pasado mes de abril, la Ertzaintza realizó una macrorredada que terminó con la clausura del local, que además fue sancionado por parte del Ayuntamiento por incumplir horarios. El negocio tiene licencia de bar y por tanto su horario de apertura es de 9.00 a 00.00 horas. «En Arrigorriago no hay concedida ningún permiso de 'after'», confirmaron ayer fuentes municipales.
Tras permanecer clausurado, volvió a abrir sus puertas a principios de este mes. Desde entonces, los residentes reconocen que «la música ya no se escucha tan alto», pero «todos vemos que hay bastantes problemas de drogas y convivencia», advierte Luismari Martínez, que suele pasea a su perro por la zona.
El hecho de que en el registro de abril se encontrasen diversas cantidades de estupefacientes, así como una pistola de descargas eléctricas -táser-, armas blancas y una porra extensible, no sorprende a los residentes. «Los actuales inquilinos llevaban un año y medio allí y por lo que yo veo a diario, podía haber de todo», reconoce Luis Domínguez, un trabajador del enclave industrial, que, con más de 60 años de antigüedad, no dispone de control de entrada. El hecho de que muchas empresas lo hayan abandonado, debido a la crisis, lo ha convertido en «un lugar perfecto para instalar un 'after'», dice Xabier Aguirre, otro vecino que suele pasar por los alrededores.
Fuentes municipales confirmaban ayer que en el Ayuntamiento están «especialmente vigilantes y atentos ante todo lo que pasa en la zona para actuar si hay infracciones de cualquier tipo». El propio alcalde, Asier Albizua, aseguró que el 'after' «ya ha sido multado anteriormente por incumplir los horarios» y que «la policía ya está en alerta».
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