LEIRE PÉREZ
BASAURI.
Martes, 6 de noviembre 2018
Transitar en silla de ruedas por la mayoría de municipios vizcaínos se antoja complicado. Basauri tampoco se libra y encima suma su difícil orografía y decenas de calles con caprichosas pendientes. Uno de los viales que es mejor evitar si se circula sobre ruedas ... o se tiene que empujar un carrito infantil es la populosa calle de San Fausto. El Ayuntamiento ha recibido quejas que alertan de «falta de accesibilidad» al final del tramo, a la altura del txoko gastronómico que lleva el nombre de la calle.
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La única forma de llegar al final del tramo es sortear las escaleras, invadiendo la calzada, o cruzar a la acera contraria. En ese lado los peatones descienden por una rampa y cruzan un paso de cebra. La solución parece fácil, pero no lo es porque al no existir ningún tipo de rebaje la operación se hace complicada o imposible. Este hecho ha movilizado a los integrantes del txoko San Fausto, que se han reunido con el alcalde, Andoni Busquet, para pedir al Consistorio que actúe sobre la acera. De momento han logrado la promesa de una barandilla y de que se elabore un estudio para conocer las necesidades. No obstante, desde el área de Urbanismo se recuerda que «la zona está inmersa en un plan especial de renovación urbana».
A algunos, sin embargo, la espera se les antoja demasiado largo. «Si se reduce la altura de la acera se beneficiarán las personas con discapacidad, pero también los mayores, personas con movilidad reducida y que lleven carricoches. Es un avance para toda la ciudadanía en general», explica Tony Guillén, un basauritarra que circula habitualmente en silla de ruedas eléctrica.
Él lo tiene difícil para llegar a la sociedad gastronómica de la que forma parte desde hace seis meses. Por sí sólo no puede subirse a la acera. «Tengo que mirar si hay alguien dentro y avisar a la gente del txoko para que me pongan una rampa de metal en el suelo por la que puedo subir», explica. Su enojo es comprensible. «El urbanismo debería ser más fácil y reducir las diferencias», advierte.
Lo cierto es que en la calle San Fausto, Guillén y el resto de personas con movilidad reducida se encuentra con una limitación que se suma a otras muchas. «Podríamos escribir un libro. Todos los días tengo problemas recorriendo Basauri», lamenta. Algunos de ellos en sitios sensibles como las inmediaciones del ambulatorio de Ariz o la estación de tren de San Miguel donde la acera, una vez más, no tiene rebaje. Tampoco el paseo que bordea el río al otro lado de Soloarte se libra. «Hay baches y puedes volcar», añade. Y mejor no hablar de la estación de Bidebieta que jamás ha podido utilizar.
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Los transportes de Bizkaibus tampoco se libran de las críticas. «Me he quedado tirado un montón de veces», lamenta. La lanzadera de San Miguel ha sido otro caballo de batalla. «Si es una lanzadera al metro, debería llevarnos al metro, ¿no?». La pregunta no es retórica. Este vecino de San Miguel alerta de algo que pasa desapercibido para muchos. La parada del suburbano con salida junto al Ayuntamiento no dispone de un ascensor. «Yo ni tan mal, puedo ir hasta Los Burros, pero una persona mayor o con muletas no llega», recuerda.
En varias ocasiones se ha quejado al Ayuntamiento de que la rampa de autobús local no funcionaba. La avería no era cuestión baladí. Le obligaba a quedarse sin viajar al centro de Basauri. Desde que el Consistorio ha optado por colocar una rampa manual que el propio conductor sube y baja, es más fácil. A veces, las cosas mejoran con simples medidas. « La otra siempre estaba rota, chocaba con la acera y se volvía para atrás», comenta.
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