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Jose Mari Anza, vecino de Usansolo, descubrió este domingo que su piso, situado en el número 5 de la calle Ander Deuna, había sido ocupado. Cuando intentó entrar se percató de que la cerradura había sido cambiada y que una de las ventanas, la que daba al patio, estaba tapiada con cartones, dos señales inequívocas de lo sucedido. La vivienda, heredada de sus padres, fue utilizada por Jose Mari durante años como almacén de su negocio de tejidos.
La Ertzaintza se personó en el edificio pero no recibió respuesta alguna de los okupas, aunque sí escucharon ruidos en el interior. Los vecinos, liderados por dos mujeres, Susana e Idoia, decidieron entonces tomar cartas en el asunto y se concentraron frente al inmueble, para expresar su rechazo y meter presión a los ocupantes para que abandonasen la vivienda. Sus esfuerzos tuvieron éxito y este lunes por la noche informaron a Jose Mari de que la puerta estaba abierta y había luz en el interior. Cuando llegaron los agentes comprobaron que la casa estaba vacía, aunque con evidentes signos de haber sido allanada.
No es el primer caso sucedido en Usansolo pues otro caserío vacío del pueblo también sufrió una ocupación recientemente. Tanto su dueña como Jose Mari han reforzado la seguridad para evitar que vuelva a suceder.
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