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ASIER ANDUEZA
ORDUÑA.
Viernes, 16 de febrero 2018, 01:00
El Cinturón de Hierro que protegió el Gran Bilbao durante la Guerra Civil ha sido objeto de numerosas investigaciones. Pero, hasta la fecha, no se había testado el estado de la «primera línea» de trincheras, las fortificaciones que atravesaban el sur de Bizkaia y ... Álava, desde la localidad de Artziniega hasta Ubide, y que también vivieron sus propias batallas. Hace cinco años, Luiso López, de la asociación etnográfica Aztarna, y Ramón Zurimendi, presidente de la agrupación, comenzaron a recopilar, empezando por la Sierra Salvada, los restos de la arquitectura defensiva. Ahora, han alumbrado un mapa que recoge 119 trincheras.
López recalca que «para realizar esta lista de puntos de la contienda hemos hecho más de 200 salidas a los diferentes montes y hemos hablado también con los vecinos de los alrededores». «Gracias a pastores, ganaderos, cazadores y seteros fuimos descubriendo numerosas trincheras y nidos de hormigón armado realizados en esa época, ya que muchos de ellos estaban ocultos y ni siquiera se sabía de su existencia», añade Zurimendi. Creían, de hecho, que no iban a encontrar muchas fortificaciones porque, en la zona de su investigación, las batallas terminaron en junio de 1937.
El Gobierno vasco fortificó casi todo el frente, pero en muchos casos no acabó el trabajo, como en las trincheras de Mendizorrotz y Amarrogin, en Baranbio. «Al final, lo que sacamos en claro es que en la Guerra Civil lo que se hizo fue una chapuza debido a una mala planificación, falta de materiales, mano de obra especializada y falta de tiempo, lo que llevó a perderla», sentencian. Por otro lado, el planteamiento defensivo adolecía en la mayoría de los casos de una segunda línea de trinchera, con lo que, si el enemigo rebasaba la primera, los afines a la República no disponían de unas defensas efectivas hasta Bilbao, y por eso les fue más fácil a las tropas franquistas rebasar el Cinturón de Hierro.
En todo caso, comenzaron a tomar conciencia de la necesidad de poblar todo el territorio de trincheras ante el fracaso de la ofensiva sobre Vitoria-Gasteiz, donde vieron que su capacidad de conquista era escasa.
«La tarea fue ingente y se realizó gracias a los soldados y zapadores del Ejército y a los numerosos civiles de las poblaciones adyacentes, que fueron reclutados para cavar sin cesar durante varios meses kilómetros y kilómetros de trincheras», explica Zurimendi.
En este trabajo inédito, detallan el estado en el que se encuentran actualmente estos espacios de defensa. «Los restos de la guerra se pueden considerar aceptables en general, aunque la utilización de los terrenos para pastos ha hecho que algunas trincheras se tapasen. En cambio, por lo general, en el Gorbea, donde la actividad humana ha sido menos agresiva, perduran en buen estado los restos de la contienda», aseguran.
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