Semana Santa en Bizkaia

La magia de la Pasión de Arkotxa inunda de nuevo las calles de Zaratamo

Después de tres años sin salir, la asociación Gaztek Abi vuelve a sentir el calor de cientos de personas en un Vía Crucis que alcanza su 54 edición

marina león

Viernes, 15 de abril 2022, 13:53

La Pasión de Arkotza no se vive en un día. En este barrio de Zaratamo, sus vecinos representan con la mayor fidelidad posible los últimos dos días de vida de Jesucristo. Jueves y Viernes Santo en los que la población retrocede más de dos mil ... años y se entrega a una de las citas ineludibles de la Semana Santa vizcaína. La celebración se inicó ayer por la tarde con una emotiva Última Cena, que se celebró en la iglesia de San Vicente Mártir. No faltó detalle. Aitor Sainz, director artístico de la representación, encarnaba el papel de Cristo por cuarta vez. Con él, un elenco de intérpretes que hicieron magia. Y van 54 años.

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Hoy cientos de personas se han echado a las calles y han acompañado a Jesús con la cruz al hombro en su tortuoso camino. Minutos antes de empezar ya se notaba que los nervios estaban a flor de piel. Las últimas fotos a todo correr entre familiares y actores, retoques de vestuario, besos, abrazos de ánimo y cada uno a su sitio. «Ya empieza», se escucha. El redoble suave de los tambores anunciaba que arranca el espectáculo.

El Vía Crucis, del que forman parte 120 personas, ha comenzado como siempre en el parque de Olagane. Después, frente a la iglesia, ha tenido lugar los pasajes de Anás y Califás, la traición de Judas y las negaciones de Pedro. Pilato, Herodes, Mª Magdalena… La historia ha seguido su curso por las calles, plazas y parques de Arkotxa que se han transformado, para la ocasión, en el escenario perfecto para narrar las últimas horas de Jesús de Nazaret.

Marina Leal es colombiana y vive en Bilbao desde hace 22 años. Aprovecha para hacerse un par de selfies con algunos actores a los que ha interceptado durante los ensayos. «Estoy muy emocionada, lo vivo mucho», reconoce. Ha disfrutado de esta tradición en Castro y Balmaseda, «pero aquí nunca había estado, y creo que va a merecer mucho la pena». En la cancha de baloncesto, antes de iniciar el camino hacia la zona alta, se han visto algunos episodios más con Herodes y Judas. Para Paco Nogales, más que el espíritu religioso, lo que le remueve es que participan su hija, sus nietas y su yerno. «Esto es algo muy especial para el pueblo, seas creyente o no. Yo hace tiempo hice de soldado», dice este andaluz afincado en Zaratamo desde hace 50 años.

Entre las que tampoco se han querido perder la cita está María Eugenia Larizgoitia. Lo hace con algo de nostalgia. «Esto no es nada comparado con lo de antes. La gente se implicaba mucho más. Yo misma hace 30 años que dejé de participar», cuenta. Pasadas las 12.30 horas ha comenzado el camino hacia el Calvario, que se ha desarrollado en lo alto del barrio, en Santa Bárbara. Las continuas caídas ha dejado a más de uno con el corazón en un puño . «Madre mía, impresiona un montón. Es duro verlo porque te hace sentir muchas cosas», señalaba la bilbaína Aida Gómez con las lágimas a punto de desbordarse. Ahí, bajo la atenta mirada del público, tiene lugar el momento más triste de la historia con la crucifixión del hijo de Dios.

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María Eugenia Larizgoitia no se ha querido perder la jornada, pero reconoce que «esto no es nada comparado con lo de antes. La gente se implicaba mucho más. Yo misma hace 30 años que dejé de participar», cuenta. Asimismo, explica que «todo va mucho más allá de la representación. Detrás de lo que se ve hoy hay muchísimo trabajo y es para quitarse el sombrero», añade.

Un regusto de amargura que pasa mejor gracias al puesto de rosquillas de Nerea Fernández, situado frente a la iglesia. «Lo echábamos mucho de menos», apuntaba feliz de que, al igual que el restolas tradiciones de Semana Santa, su negocio también vuelva a despegar. «Al final dependemos de romerías y actos de este tipo que atraen a mucha gente».

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