Al centro de educación para personas adultas de Galdakao (CEPA) llegan cada año alumnos con circunstancias muy distintas. Desde los que buscan sacarse la ESO para encontrar un trabajo mejor, hasta extranjeros que quieren hacer el examen de nacionalidad o los que por problemas en ... sus países de origen no les han convalidado sus estudios. También quien no sabe leer o escribir. «Tienes que adaptarte a cada circunstancia, pero simpre aprendes de ellos», explica Mikel Lan da, jefe de estudios. El CEPA de Galdakao –también hay en Igorre y Lemoa en la zona de Arratia, y Basauri– ofrece estudios reglados y no reglados, y va a incorporar ahora cursos para que los mayores realicen gestiones de la administración de forma online. Cada estudiante tiene detrás una historia pero todas ellas hablan del esfuerzo y la superación. Tres alumnos cuentan a ELCORREO las suyas y animan a otros a que sigan sus pasos, sin importar la edad.
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A sus 63 años, Nieves Varillo se ha apuntado al primer curso para sacarse la ESO. Una opción que le fue vetada de niña. «En casa mis hermanos sí pudieron ir a clase, pero yo tuve que encargarme desde muy pequeña de llevar la casa, no podía ni ir a jugar», recuerda. La imposibilidad de cursar estudios fue una espinita que se le quedó clavada y por eso luchó para que sus hijas «pudieran ir a la universidad». Lejos de dar por perdidos los estudios los ha retomado ahora y aunque admite que «de mayor cuesta más», la experiencia le está resultando «muy bonita. Me gusta muchoaprender cada día. Mi familia me está apoyando un montón en todo». Su plan es continuar esta senda «hasta que el cuerpo me deje, y seguir estudiando para mantenerme ocupada».
A Sonia Carolina Martínez, la historia de Nieves le resultaba familia, «me reconozco en lo que dices», le comenta. «Yo soy de Paraguay y allí la sociedad de entonces era mucho más machista que ahora». Tiene 32 años y con nueve «ya estaba trabajando y ayudando en casa». Planteó a su madre la posibilidad de «ponerme a estudiar, pero en un primer momento no me tomó en serio. Al ver mi insistencia sí pude estudiar. Al principio mis compañeros se burlaban porque sabía menos que ellos, pero saqué las mejores notas al final de curso». Tuvo que abandonar los estudios con la llegada de su segundo hijo y al venir a España ha encontrado «la oportunidad que creí perdida». Ha logrado el título de la ESO compaginando las clases con el trabajo. «Al principio me sonaba todo a chino, pero con ganas puedes conseguir lo que quieras». ¿El siguiente reto? «Sacarme una FP de mecanizado porque siempre me ha interesado la mecánica».
La historia de Mikel Cruz Gavilán es la de muchos estudiantes que no terminan de encontrar la motivación o la concentración para terminar el instituto. «Fui dando tumbos de un centro a otro y llegó un punto que me decían 'lo de que nunca es tarde ya no vale', pero yo estaba empeñado en conseguir el título». Ha terminado la ESO con 22 años y asume que lo que ha marcado la diferencia han sido «las ganas y la confianza en mí mismo. Ahora puedo acceder a un grado medio u opositar. Se me han abierto mil puertas con el título. Es un alivio y una recompensa».
El CEPA admite alumnos a partir de 18 años, excepcionalmente a los de un año menos, para estudiar la ESO. Cada curso se imparte en cuatro meses y la matrícula se puede formalizar hasta hoy o en la primera quincena de septiembre.
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