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Francisco Pabo, para los amigos 'Paco', celebra ya su cumpleaños en dos fechas distintas. Una es la de su nacimiento, el 15 de enero, y la segunda la que le recuerda el día en el que el azar le ofreció una segunda oportunidad de vida. ... Vecino del barrio de San Miguel de Basauri, 62 años, sufrió hace un mes y medio un paro cardíaco mientras hacía deporte en el polideportivo de Artunduaga. «Solía ir los martes y jueves a jugar a pádel. Estaba echando un partido y después de calentar lo siguiente que recuerdo fue levantarme en la UCI», relata.
La suerte quiso que en ese momento Leire Goñi, enfermera de Osakidetza en el hospital de Galdakao, estuviera en el mismo recinto a la misma hora. «Traigo a mi hija a natación y mientras la veía nadar alguien bajó a avisar de que se había mareado un hombre», explica. No había sido un simple desmayo: «Subieron dos monitores y luego volvió otra persona nerviosa pidiendo una ambulancia. El hombre había perdido el conocimiento».
Goñi reaccionó con rapidez y se dirigió corriendo al lugar donde estaba Francisco. «Estaban practicándole los primeros auxilios y cuando llegó un monitor con el desfibrilador me puse con ello», narra como quien cuenta una escena rutinaria. «He trabajado muchos años en urgencias», apostilla. A la cuarta descarga, Francisco recuperó el pulso.
Después «pasaron 15 minutos hasta que llegó la ambulancia. Le intubaron y dejé a los compañeros trabajar», apunta Goñi, una de las pocas personas que ha ayudado a Francisco a recomponer las lagunas de su memoria. Pasada la tensión, incluso las horas, la sanitaria comenzó a preguntarse cómo estaría Paco. Preguntó a sus compañeras «pero nada». Nadie sabía nada.
Fue en el parque con su hija donde dio con la primera pista sobre Francisco. «Una amiga me contó que Maite, monitora del polideportivo, sabía que estaba bien». Le dio tres datos más: «Tenía 62 años, era del mismo barrio que yo y regentaba un bar, el Alzaga». Hasta allí se fue. Como el local estaba cerrado, tardó unos días en dar con su esposa, Soraya Núñez, pero finalmente contactaron. «La llamé para darle las gracias y decirle que mi marido estaba bien», cuenta Núñez aún emocionada. «Leire es nuestra ídolo, le debemos mucho», añade.
Francisco ha salido ya del hospital y comienza poco a poco a hacer vida normal. «No tengo prisa por recuperarme», asegura. «Hace un mes que me han rescatado y estas cosas van lentas», comenta. Leire, su rescatadora, se ha convertido en la heroína del barrio: «Mi hija ya lo ha contado en el cole y he recibido algún mensaje de gente del trabajo y conocidos que se han enterado».
El tiempo fue determinante. «Hice lo que sé, pero la ciudadanía en general debería conocer principios básicos para actuar en estas situaciones. No todo el mundo sabe usar el desfibrilador».
Francisco no deja de agradecer a Leire que le mantuviera con vida. Ahora que saben que comparten barrio, han prometido ambos mantener el contacto. «Todo esto ha sido un cúmulo de coincidencias y mucha suerte», dice el hombre. No es de juegos de azar, ni le interesan: «A mí ya me ha tocado la lotería», reconoce.
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