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LEIRE PÉREZ
OROZKO.
Viernes, 23 de febrero 2018, 01:00
El Parque Natural del Gorbea esconde tesoros en cada rincón, sea grande o pequeño. Aunque sin lugar a duda es Itxina, una meseta rocosa en forma de cresta y un excelente ejemplo de formación kárstica, uno de los lugares que llama más la atención ... de los turistas al tiempo que es motivo de orgullo de los locales. Pero pocos saben que uno de los dos biotopos de Bizkaia, que alberga en su interior la caverna de Supelegor, donde dicen las ábulas que la diosa Mari reside parte del año, está formada por gruesas capas de rocas calizas en las que se ubicaban hace más de 100 millones de años arrecifes coralinos. Todo un atolón fósil incluido en un Archipiélago Vasco del Cretácico, que además, a diferencia de otros parecidos, ha llegado hasta nuestros días en correcto estado.
«Su posición casi horizontal nos da la oportunidad de reconocerlo hoy, como si fuese un arca de Noé pétrea, con su fauna extinta a bordo, tal cual era hace millones de años», señala Iñaki García Pascual, geólogo y encargado de elaborar el mapa geológico del EVE en el Gorbea. Este experto será el encargado el próximo viernes, a partir de las 19.30 horas en el museo de Orozko, de destapar los misterios de unos antiguos mares a los que no se les ha dado popularidad. «Posiblemente no se ha ofrecido nunca una conferencia de este calado y merece la pena su divulgación», precisa Iñaki García Uribe, promotor de la conferencia.
Además de la colaboración del departamento de etnografía de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, la charla, organizada por el Ayuntamiento, cuenta con el apoyo del grupo de montaña Itxinape, la Federación Vizcaína de Montaña y Destino Turístico Gorbea.
«No hace falta desplazarse hasta ningún parque jurásico para caminar y trepar por un arrecife fósil. Basta con acercarse al barrio Urigoiti, en Orozko», apunta García Pascual. Y, aunque guarda secretos para el día de la conferencia, adelanta que «esta gran muralla a 1.309 metros de altura, que parece proteger la cima del Gorbea, no es una casualidad geológica o un capricho del paisaje». «A medida que nos acercamos, ante nosotros aparecerán registros como los atolones que podemos visitar hoy en día en las isla Bahamas, aunque este entorno privilegiado fue asfixiado por un delta arenoso», avanza el experto.
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