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Dos de las asociaciones más importantes de Galdakao están de aniversario: el club de danza Andra Mari, que cumple 70 años y el grupo de montaña Ganguren, diez años mayor. Para conmemorar esta fecha tan especial, el actual presidente Eduardo Olea se reunió con EL CORREO junto a antiguos dirigentes de la asociación para hablar sobre el pasado, presente y futuro del club y de la pasión que los ha unido todos estos años: la montaña.
El 21 de febrero de 1945, Víctor Legorburu fundó el Ganguren junto a Jesús Altuna y Kepa Yurrebaso. Eduardo Olea señala que ya en los años 20 se crearon muchos grupos de alpinismo en Bizkaia, aunque la guerra lo paró todo. «Durante el franquismo resultaba complicado formar una asociación de este tipo, pero Víctor Legorburu era un hombre del régimen y gracias a su intervención se pudo crear». En los inicios hubo que hacer frente a otra dificultad, y es que los desplazamientos al Gorbea llevaban tanto tiempo que muchas familias no dejaban acudir a sus hijos. «Salías a las 7 de la mañana y no llegabas hasta las 11», recuerda Pedro María Aizarna. «Por eso se decidió construir un refugio en Arraba, para el que se utilizaron piedras de un antiguo hospital de tuberculosos que había cerca, que se inauguró en 1952».
Además de un refugio, todo grupo de montaña que se precie necesita de un club social. «Los socios se reunían en el bar de Totorika, en Plazakoetxe, o en los comedores de la Dinamita en Zuazo, hasta que en 1982 un nutrido grupo decidió poner dinero para comprar el local actual, que acoge el primer rocódromo que hubo en Bizkaia», dice Olea.
El gran despegue del Ganguren llegaría en los años setenta. «Del 73 al 77 pasamos de 400 a 2.000 socios», recuerda Jose Luis Espilla, que fue presidente en esa época. «La efervescencia política de aquellos años influyó en que mucha gente se apuntara», destaca Olea. Pero fue en la siguiente década cuando el grupo alumbró muchas actividades que todavía se mantienen a día de hoy, como las salidas internacionales o los viajes para hacer esquí. «En1976 se fue por primera vez como grupo fuera de España, nada menos que al Montblanc», comenta Espilla. Miren Hernando, que presidió el Ganguren desde 2000 a 2019, recuerda el éxito de aquellas salidas, especialmente con los más jóvenes. «Para ir a esquiar llenábamos hasta tres autobuses».
Todos coinciden, sin embargo, en que la montaña es una pasión que ha entrado en decadencia. «En Galdakao es casi una tradición apuntar a tus hijos al Ganguren o al Andra Mari desde muy pequeños –comenta Pedro María–. Por eso tenemos 2.700 socios, y nosotros estamos encantados, pero la realidad es que en las actividades a lo largo del año participamos unos 200».
Entre los motivos que han llevado a la progresiva pérdida de afición, destaca el deporte escolar. «Los niños entrenan toda la semana a fútbol o baloncesto; y cuando llega el sábado o el domingo, que es cuando se va a la montaña, tienen partido», se lamentan. También destacan el efecto que han tenido las nuevas tecnologías. «Antes para ir al monte lo hacías con un club porque necesitabas mapas y otras cosas, pero ahora con el GPS cada uno va por su cuenta».
De ahí que en el Ganguren intenten hacer actividades que solo se puedan hacer con una asociación, como travesías o rutas que resultan más desconocidas para el gran público», cuenta Olea. «También buscamos adaptar el programa a los niños, para que no se cansen y se animen a volver», señala Jose Collado. Al fin y al cabo, «ellos son el futuro del Ganguren».
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