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A pesar de los casi 8.000 kilómetros que separan Galdakao de Nepal, la unión entre ambos lugares es muy poderosa. Y nuevamente se ha demostrado con el envío de material informático adaptado a las necesidades de niños con discapacidad visual. La ONG Samsara Nepal ... ha enviado una decena de ordenadores a la escuela para niños ciegos que se ha puesto en marcha en un orfanato del distrito de Bungamati. «El último equipo es para un chaval que está estudiando Informática y que ayuda a la profesora con el resto de niños. También hemos comprado punzones, plantillas, juegos de ábaco, y libros de textura, entre otras cosas», explica Beatriz de Francisco, fundadora de la ONGgaldakoztarra.
La entidad está volcada con 'Ananda', así se denomina el proyecto con el que colabora económicamente el Ayuntamiento de la localidad. «Estamos muy centrados, aunque es solo una de las tantas iniciativas que tenemos en marcha, sin embargo, es verdad que con la pandemia los niños nepalís quedaron totalmente desvalidos, no pudieron estudiar, no tenían acceso a material informático ni nada parecido. Entonces lo que hicimos es hablar con una empresa de aquí, Elkartenet, que se encarga de llevar a cabo proyectos educativos y nos ha ayudado con ordenadores de segunda mano, los ha preparado, los ha puesto en nepalí e inglés y les ha dotado de programas de Linux y de aplicaciones sonoras para que los niños puedan aprender», comentan.
El mayor problema al que se enfrenta el colectivo vizcaíno es el envío. «No hay instalaciones, tampoco tiene mar, todo son trabas. No hay calles como aquí, todo es muy complicado y los costes de aduanas son tremendos, por eso, todo lo que podemos, medicamentos, juguetes, lo que nos da Galdakao, que hay que decir que es un municipio muy solidario, viaja en la maleta de los voluntarios que cada poco tiempo van allí», recuerdan.
Con la ONG ha viajado una profesora vizcaína que ha enseñado a la maestra del orfanato a utilizar los equipos con el lenguaje audiovisual y braille. «Aprenden ingles y todas las necesidades están cubiertas para que puedan estudiar. Hemos logrado que varios niños hayan podido volver al sistema. Algunos vienen con 3 años y otros con 10, es complicado porque cuando llegan no han ido a clase y hay que enseñarles desde cero para que puedan volver a la rutina y estudiar», reconocen desde la ONG.
La vinculación de Beatriz de Francisco con Nepal viene de largo. En 2008 apadrinó un niño. «Era un tibetano exiliado en Nepal, estaba en un monasterio budista porque allí les dan cobijo para evitar que les lleven a la guerra», explica a EL CORREO. Dos años después le pudo conocer porque su pareja le regaló un viaje al país asiático. Durante quince días recorrió el país y se encontró con el pequeño que no oía.
«Tengo un bar, al volver del viaje, después de las fiestas de Galdakao, decidimos buscar un médico en Nepal que le hiciera una revisión, encontré una doctora que trabajaba en un hospital de allí. Al principio pensó que era una broma y le dijo a su marido que si era verdad, era una señal y dejaría su trabajo, Montó una ONG y ahora colaboramos con ella también», relata Beatriz.
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