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cristina raposo
Galdakao
Miércoles, 28 de octubre 2020, 17:45
Durante la primera ola de la pandemia las residencias de personas mayores estuvieron en el ojo del huracán. Incluso se prohibieron las visitas de los familiares. Evitar que se repita la situación que se vivió la pasada primavera es el objetivo que persigue la Diputación ... de Bizkaia, y el motivo por el que programó para la tarde del miércoles en el frontón Kurtzea de Galdakao un «cribado preventivo» para 239 familiares con residentes en quince centros sociosanitarios de la comarca del Nervión-Ibaizabal -el día anterior también pasaron por el citado equipamiento deportivo casi 400 profesionales de esos mismos centros, asentados en Galdakao, Arrigorriaga, Ugao-Miraballes y Orduña-.
A las tres de la tarde han comenzado las pruebas y uno de los primeros en pasar era Carlos Etxebarrena. «Tengo a mi padre en una residencia. No me siento con derecho de criticar la voz de los profesionales, pero el restringir las visitas te rompe la convivencia», aseguraba. Y reconocía que las pruebas PCR son solo algo «instantáneo». Aunque por el momento los mayores en situación de dependencia y personas con discapacidad que viven en los centros podrán recibir a sus familiares como hasta ahora, incluso si viven en otro municipio, muchos asistentes se mostraban temerosos. Como Begoña Florido, que tiene a uno de sus hermanos en una de las residencias de la localidad. «Han reducido las visitas a un solo día y ya no se puede salir del centro, espero que no se repita la situación de marzo porque no había hecho más que entrar y tuvimos que dejar de visitarlo. Está claro que todo esto solo depende de nosotros mismos y nuestros actos», ha valorado.
Fatima Veloso ha acudido triste y enfadada a la prueba porque en la primera ola del coronavirus su padre falleció y ni tan siquiera pudo despedirse. Ahora solo espera dar negativo para poder seguir visitando a su madre, que se encuentra en la residencia de Usansolo. «Con mi padre me prometieron que podría verle si empeoraba, pero la siguiente llamada que recibí era para notificarme su muerte. No volvería a aplaudir. Ya era hora de que hicieran algo así. Estas medidas vuelven a llegar tarde una vez más», sentenciaba emocionada.
Pese a que cada familiar ha tenido una hora establecida para la prueba -el cribado se extendía hasta las 18.00 horas-, algunos optaron por acercarse antes. «He salido de trabajar y he venido derecho porque sino no me da tiempo a ir a buscar después al pequeño», contaba Joseba. Aunque la mayoría de asistentes valoró positivamente la medida foral, otros se mostraban recelosos, como Irene y Marisa. «No sé hasta qué punto puede ser útil porque mañana mismo me puedo contagiar. De hecho, creo que la gente con estas pruebas se relaja y eso puede ser peligroso y no para nosotros, sino para los familiares que esperan nuestra visita y no entienden la situación», han opinado.
Desde el municipio vecino de Basauri llegaba Antonio Anaya. Él tiene su madre en la residencia de Aperribai y consideraba «escasas» las medidas implantadas hasta la fecha. «Tendrían que haber establecido más y muchísimo antes. No vale de nada actuar cuando las cifras de contagios ya han aumentado y nos enfrentamos a una segunda ola», ha criticado.
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