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leire pérez
Lunes, 21 de octubre 2019
Como muchos otros días José Antonio Hierro, de 50 años y vecino de Basauri, salió el lunes a disfrutar de uno de sus deportes favoritos: el ciclismo. Con sus compañeros del club ciclista Galdakao Txirrindulari Elkartea se dirigió a la zona del Valle de Mena. ... Sin contratiempos, el grupo compuesto por media docena de deportistas inició el descenso del puerto de Ro. Eran las 12.00 horas. El pequeño pelotón circulaba por el kilómetro 5 de la BU-554, a la altura de la localidad de Montiano, cuando un fuerte estruendo anticipó la tragedia. José Antonio había chocado contra un vehículo que circulaba por el carril contrario y yacía inmóvil sobre la calzada.
«No sabemos qué ocurrió. Al girarnos le vimos tendido en el suelo», relataba uno de los testigos del siniestro. Mientras unos avisaban a los servicios de emergencias, otros se afanaron en intentar reanimarle durante «los doce minutos que tardaron en llegar». Al lugar se trasladaron un helicóptero y una ambulancia medicalizados, así como una UVI móvil. Con ellos, dos dotaciones de la Guardia Civil y de la Policía Local del Valle de Mena. Los sanitarios «intentaron por todos los medios salvar su vida, pero fue imposible», asumía otro de los ciclistas con la voz entrecortada.
La noticia pronto llegó a su localidad natal, y a su barrio, Ariz. Nadie daba crédito. Son pocos en Basauri los que no conocían al fallecido, casado y padre de dos hijos -una chica, de 19 años, y un chico, de 14, que juega en el Cadete B del Athletic-. Decir que estaba muy ligado al mundo del deporte es quedarse corto. Durante casi 30 años fue jugador de balonmano y hasta recibió un homenaje al cumplir 25 años con los colores basauritarras. Militó en todas las categorías del Atlético Basauri, del que llegó a ser capitán y del que formó parte desde su misma fundación. «Estuvo toda su vida deportiva ligado a nuestro club y los que tuvimos la suerte de conocerle y tratarle como compañero solo podemos decir cosas buenas de él», recordaron desde la entidad deportiva en un comunicado de prensa en que, además, expresaron sus «más sentidas condolencias y un fuerte abrazo» a su familia.
En un emotivo texto, el club le califica como «referencia». No es para menos, ya que incluso fue entrenador de alguno de sus equipos. «Se va uno de los grandes del balonmano basauitarra», lamentaron. El vicepresidente del Atlético Basauri, Juan Reyes, intentaba asumir lo ocurrido. «Estoy hecho polvo, era mi amigo de toda la vida. Crecimos juntos... fui su entrenador», rememoraba con un hilo de voz.
La otra pasión de Juan Antonio era el ciclismo. Prueba de ello es que formaba parte de dos entidades relacionadas con este deporte. La primera, Ariz Txirrindulari Elkartea, que suma 150 socios. Jontxu, su presidente, apenas podía articular palabra. «Me he enterado hace un rato y la verdad es que no sé ni qué decir». También se había inscrito en las filas del Galdakao Txirrindulari Elkartea, con quienes acostumbraba a salir a la carretera y con quienes sufrió el fatídico accidente. «Somos todos una gran familia», contaba un miembro del colectivo galakoztarra, cuyos socios «están en shock... muy impactados». «No llegamos a creerlo, hace muy poco se había comprado esta bicicleta», comentaban incrédulos.
El dolor golpeó de igual manera en el cercano municipio de Etxebarri. La familia del fallecido estaba muy relacionada con la localidad. Su mujer jugó en las filas del Balonmano Kukullaga, el mismo en el que milita en la actualidad su hija pequeña.
Entre sus allegados había espacio para recordarle como «un gran compañero de trabajo». Durante muchos años, José Antonio Hierro formó parte de la plantilla de la extinta Edesa como técnico en el servicio de reparación. El cierre de una de las joyas de la corona del grupo Mondragón supuso «un fuerte varapalo para él». Tras el anuncio del cese de la actividad empresarial, estuvo unos meses en la tienda que se mantuvo tras el cierre de la fábrica, ubicada en la Avenida Cervantes de Basauri. Actualmente había sido recolocado en una empresa de Gipuzkoa.
Sus amigos se deshacían en elogios hacia Hierro. Algunos recordaban con dolor que «la semana pasada, con motivo de las fiestas de San Fausto, estuvo comiendo con su cuadrilla de toda la vida». «Era un gran tipo. Siempre positivo y alegre», definía sin consuelo uno de ellos. Algunos, los más cercanos, se desplazaron nada más conocer la noticia a la casa familiar, en el populoso barrio de Ariz, para intentar dar consuelo de la viuda.
La zona del alto de Ro, donde José Antonio Hierro perdió ayer la vida, pertenece a Burgos pero es un enclave ubicado a caballo entre las provincias de Bizkaia, Álava y del propio territorio castellano. «Vamos de vez en cuando por allí, sobre todo cuando no es invierno, aunque el entorno es mucho más frecuentado por los ciclistas de Las Encartaciones o de la Margen Izquierda», comenta uno de los miembros de Galdakao Txirrindulari Elkartea. Normalmente las grupetas (grupos de ciclistas aficionados) de la zona de Basauri suelen llegar hasta el Valle de Mena tras pasar por Artziniega para regresar después por Balmaseda y Zalla. «El tráfico en el vial que enlaza el alto de Ro con el Valle de Mena no es para nada intenso pero sí es cierto que los vehículos van rápido porque los pocos conductores que se mueven por allí conocen perfectamente la carretera», confiesa.
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