Grupo de voluntarios del programa Bizi-Bete. CÁRITAS

Cáritas busca voluntarios para ampliar su programa antisoledad

Una veintena de mayores y ocho personas de la entidad religiosa se reúnen los martes por la tarde en la parroquia de las Nieves de Ariz

LEIRE PÉREZ

BASAURI.

Jueves, 21 de noviembre 2019

Ha pasado año y medio desde que Cáritas pusiera en marcha en Basauri el programa Bizi-Bete que acompaña a personas en riesgo de exclusión y soledad. Está siendo todo un éxito. Una veintena de mayores y ocho voluntarios ya participan. Pero en un mundo ... cada vez con más ocupaciones y, sin embargo, con menor tiempo dedicado a las relaciones personales, son muchos los basauritarras que tocan la puerta de la organización no gubernamental para poder participar. De momento, hay lista de espera porque los responsables del programa defienden que «no se quiere masificar». Por eso, lanzan una llamada en busca de personas que quieran convertirse en voluntarios. «Si tuviésemos más colaboradores podríamos abarcar a más gente», explica Luis Mari Vega, acompañante de Cáritas para este proyecto.

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La fórmula del programa que se desarrolla los martes de 16.45 a 18.45 horas en la iglesia de las Nieves de Basauri es muy personalizada. Un máximo de tres personas se sientan en torno a una mesa acompañados del integrante de la entidad social. «Elegimos el barrio de Ariz porque después de hacer un análisis nos percatamos de que en esta zona no había tantos recursos como en otros y que había mayores que optaban por no ir a otros barrios por lo que podían estar en riesgo de aislarse», recuerda Vega.

Relación

En los locales de la parroquia de Ariz realizan distintas actividades, desde gimnasia y juegos para mantener la cabeza en buen estado como mandalas, ejercicios con plastilina y de lectura en un primer tiempo, hasta momentos para charlar acompañados de un café en una segunda parte y por último, juegos lúdicos como el parchís y las cartas. El objetivo no es otro que crear relaciones duraderas, que se mantengan en el tiempo.

«Estas personas luego se ven por la calle, pueden quedar a tomar algo y tener un vínculo», afirma el responsable. Lo más importante es que esa relación permita cuando uno de ellos esté enfermo y no pueda salir de casa que tenga confianza para abrir la puerta al resto y que no se encuentren solos. «Ahora se ha dado el caso de una mujer que se ha caído y el voluntario ya ha ido en dos ocasiones estos últimos quince días para saber cómo está», comenta.

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