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leire pérez
Martes, 1 de octubre 2019
El incendio de un pabellón industrial de Etxebarri comenzó el lunes en torno a las dos de la tarde, pero durante 15 horas mantuvo en jaque a los bomberos de seis parques de toda Bizkaia. Este martes, quedó prácticamente extinguido tras una lucha titánica. Propietarios ... y empleados del medio centenar de empresas allí ubicadas pudieron acceder a sus espacios de trabajo y comprobar los daños, que son elevados.
A media tarde, todavía quedaban algunos rescoldos y brasas en la planta -1, donde se originaron las llamas que devoraron 500 bicis y motos eléctricas, así como una decena de coches de pequeñas dimensiones almacenados en una lonja de la empresa Nuuk. En el lugar trabajaban cuatro retenes y más de diez efectivos. Una situación de relativa calma si se compara con la jornada del lunes y la madrugada de ayer. Horas en las que casi una treintena de profesionales de cinco parques de la Diputación y el de Bilbao se enfrentaron a un incendio en el que por momentos se alcanzaron temperaturas de 700 grados procedentes de la combustión de los gases que desprendían las baterías, compuesta de litio y plomo. Tres bomberos fueron atendidos, superados por el cansancio, la inhalación de humo y el calor extremo.
Una situación por momentos descontrolada, con impactantes llamaradas y un humo especialmente denso. Tanto que llegó a temerse por la estructura del edificio. Incluso se llegó a advertir a los allí presentes de que podía «venirse abajo», comentaba una de las afectadas, dueña de un coche de carreras, que guarda en el pabellón. La visita e inspección del arquitecto del Ayuntamiento de Etxebarri, acompañado por el concejal de Urbanismo, Miguel Ángel Herrero, disipó a mediodía las dudas sobre el estado del inmueble. «No hay problemas estructurales que impidan a corto plazo desempeñar el trabajo, aunque habrá que reparar un pilar y una viga», explicó el técnico a los afectados, que estuvieron durante buena parte de la jornada esperando a recibir noticias.
Durante la mañana, los bomberos se dedicaron a refrigerar la planta afectada por las llamas y a sacar al exterior las bicis y motos para así terminar de sofocar los rescoldos. Acompañados de la Policía Local, y después de que se evaluase la cantidad de CO2, los propietarios pudieron acceder a sus dependencias y comprobar los daños. Los primeros fueron los de la planta inmediatamente inferior a donde se desató el fuego.
«He cogido un buzo y unas llaves, poco más. Solo cosas personales, no se puede tocar nada hasta que vengan los peritos. Tampoco bajar a por material, facturar, ni trabajar. A la oficina no hemos podido entrar. Hacía un calor horrible», explicaba Josu Martínez de Saracho, propietario de una empresa de fontanería.
Quienes tendrán que esperar son los responsables de Nuuk y los de Elkar (estos últimos tienen en la lonja contigua su almacén en Bizkaia). Una de las trabajadoras lamentaba al borde de las lágrimas lo sucedido. «Está lleno de material, teníamos devoluciones, novedades... Ahora comenzamos con la campaña de Navidad. No va a servir nada». Ella, como el resto de afectados y todos los que trabajaron en la extinción del incendio recibieron el apoyo del diputado general, Unai Rementería, la diputada de Administración Pública y Relaciones institucionales, Ibone Bengoetxea y el director foral de Emergencias, Pedro Izaga.
El incendio del pabellón de Etxebarri ha sido uno de los más difíciles a los que se han tenido que enfrentar los Bomberos en los últimos meses. ¿Por qué? Porque las llamas comenzaron en el interior de un pabellón industrial. «Es un piso menos uno, los accesos no son buenos y el calor no salía del edificio», explicaba Isusko Mendizabal, oficial al cargo. A todo esto se sumó que parte del material afectado eran baterías de litio que tardan en apagarse y que emiten gases que también ardieron con virulencia. Hubo que trabajar con mucho cuidado por su seguridad. «Hemos accedido a través de butrones y se han tenido que cortar barrotes. Han soportado temperaturas por encima de los 300 grados y encima al salir a la calle, seguía haciendo calor», lamentó. El lunes el mercurio superó los 30 grados.
El mando afirmó que el humo era «tóxico» y que se tuvo que recurrir a «ventilación forzada» para sacar el calor del edificio, lo que obligó a cerrar la carretera. Como precaución, el Ayuntamiento recomendó a los vecinos de las viviendas próximas que «cerrasen las ventanas».
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