cristina raposo
Miércoles, 2 de diciembre 2020, 22:49
Fue el municipio de la comarca que más resistió el embate del virus en esta segunda ola, pero también ha sido el único que se ha mantenido en alerta roja hasta esta semana. En Bizkaia solo había otras tres localidades en alerta máxima, Ermua, Ondarroa ... y Zalla, que ayer también abandonó la temida zona. Al igual que Arrigorriaga, volvió a cambiar el rojo por el naranja. Aunque la tasa bajó a 471,30 casos por 100.000 habitantes, la situación continúa preocupando a su alcaldesa, Maite Ibarra. «Esto no es para tranquilizarnos porque el peligro sigue estando ahí. Debemos seguir siendo cautos», recordó a sus vecinos. Esa intranquilidad también se podía percibir en los pequeños comercios y en la hostelería. Sin duda, los más damnificados de esta pandemia. «Estos días sí que ha habido más movimiento de gente en el pueblo, aunque la mayoría han sido formales», valoraba Estibaliz Aragón, responsable de la librería Pinpilinpauxa. Pese a que la sensación general de los comerciantes en esta campaña de Navidad está siendo «buena», la incertidumbre que continúa envolviendo a la situación actual también ha dejado ver su escepticismo. «Como esto siga complicándose los próximos en bajar la persiana seremos nosotros», lamentaba Ruth Morgado, presidenta de la asociación de comerciantes local, Adecka.
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Los que continúan sin poder respirar tranquilos son los hosteleros. Ya ni siquiera les reconforta que el Gobierno vasco se plantee su reapertura a partir del próximo día 10. «La gente va a volver a salir y le va a dar igual todo. Va a volver a ocurrir lo mismo de antes y no van a echar la vista atrás ni a preocuparse de los meses que hemos tenido que pasar. Han sido de mucho sufrimiento», confesaba Joana García, una de las trabajadoras del bar Mississippi. Reconocía que tampoco han querido sumarse a la campaña de vales descuento que impulsó el Ayuntamiento porque «es un jaleo». «Al final la clientela tenía que gastar entre 10 y 30 euros. Si de normal ya resulta complicado ahora muchísimo más», aseguraba.
«A partir de las seis de la tarde el pueblo está muerto. Ya no queda nadie en la calle y eso, obviamente, influye negativamente en las ventas», desvelaba Mari Carmen Irazabal, propietaria de Modas Maider. También hay quien ha querido hacer un guiño a los hosteleros en su propio escaparate. Es el caso de Amalia Moreno. «No hay duda de que todos juntos funcionamos mejor. He puesto un carrito con bebidas porque el escaparate de este año va por ellos», revelaba.
Para los comerciantes la campaña de los vales descuento finaliza este sábado. Y aunque celebran que han sido unas «fructíferas» semanas, temen la llegada de enero porque competir con las rebajas de los grandes almacenes es «muy difícil». «Los descuentos de los bonos locales y de Diputación nos han dado un buen empujón porque la gente venía muy animada. Ya veremos que pasa el próximo mes», avanzaba Tere Díaz, responsable de regalos Arcoiris. «El consumo 'online' no ha dejado de aumentar. Nuestro virus son las grandes compañías y llegan en furgoneta», sentenciaba Morgado.
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